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ZOE.
  
 
—Chini —Siento como me tocan el brazo—. Chini.—Abro los ojos y veo a mi papá con cara de preocupado y mirando para atrás cada dos segundos.

Me siento rápido en el sillón, miro a Exequiel durmiendo al lado mío y vuelvo mi mirada al que me despertó.

—Juro que te lo puedo explicar —Digo levantando mis manos para tranquilizarlo—. Llegamos, no hicimos nada pero estábamos cansados y dormimos siesta.

—Zoe, andá ya para la pieza porque...

—¡Ay, lo trajo! —Grita mi mamá, entrando a casa con mil bolsas y dejándolas en la barra de la cocina para venir.

—¿Quién? —Matías entra como si tuviera un cohete adherido al cuerpo—. Ah bueno, lo que faltaba. Papá sácalo de acá.

—¿Le contaste a mamá? —Le pregunto sobre lo que habíamos hablado el otro dia, desanimada, y mi papá asiente cerrando los ojos. Creo que le duele más a él defraudarme que a mí.

—¡Chini no sabes lo que te traji..! —Teo llega a los gritos, Exequiel se despierta y todos se quedan en silencio.

—Yo te dije, Muña. —Me susurra el recién levantado.

—Hola, soy la mamá de Zoe. —Mi mamá se acerca para darle la mano. Parece que nos levantamos en la edad media.

—Yo, Exequiel.

—Ya te conoce, mamá.

Mis hermanos agarran las bolsas con mala cara y se van a la cocina para guardar lo que seguramente habían comprado en el supermercado. Exequiel se sienta en el sillón para saludar a mi mamá.

—Nosotros ya nos conocemos. —Mi papá le sonríe y recibe el mismo gesto de Exequiel y se dan la mano.

—¿Comieron algo? ¿Que les parece si merendamos? —Mamá más feliz que nunca, va para la cocina. Sin esperar nuestra respuesta.

—¿Estás segura que trajiste a ese Leo acá? —Me pregunta Exequiel levantándose del sillón y yendo a la cocina— ¿En qué la ayudo?

—Ay, la tonadita.

—¡Mamá, por dios! —Grito, acostandome en el sillón, tapándome la cara con un almohadón para esconder mi vergüenza.

Nunca había experimentado esto porque a Leandro lo conocían desde chiquito por ser amigo de Matías.
No era nada nuevo para la familia, entonces lo trataban como siempre.

En cambio con alguien nuevo...

—¿De dónde puedo sacar las tazas?

—En las primeras puertas de arriba, Exe. —Mamá le señala y veo como Matías se baja de la barra, con mala cara para dirigirse a la mesa.

Veo la cara de perdido de Exequiel al ver las mil puertas que tenía nuestra alacena y me acerco.

—Leo sabe dónde están, al menos. —Le susurro poniéndome adelante de él y poniéndome en puntitas para abrir la puerta.

Exe me golpea la parte de atrás de la rodilla haciendo que vuelva a mi estatura, me corre del lugar y agarra él las tazas.

—Decí que está tu familia, sino no te salvas.

Sonrió negando con la cabeza y me siento en la barra para ver como ellos hacían la merienda.
Terminamos merendando al lado de la pileta, mamá le preguntó de todo y él también respondía con anécdotas por lo que seguramente, sumó puntos con la jefa porque no era un chico callado.

—Me parece que a alguien no le caigo muy bien. —Me susurra Exequiel al oído y miro a Matías que estaba con el celular y mordiéndose la piel de los dedos. Eso indicaba que estaba nervioso, enojado o ambas.

—¿Qué hacemos de cenar? —Papá se levanta de la mesa y mira a mi mamá.

—¿Exe, vos te querés quedar a comer?

—No —Él deja de mirarme y saca la mano de mi espalda para mirarlos—. Se los agradezco pero no puedo llegar siempre tarde a la pensión. —Sonríe y mis papás asienten con la cabeza.

—Bueno pero te podés quedar a dormir, ya que lo invitaron a comer... —Teo habla sarcástico y se encoge de hombros— ¿O no?

Exequiel sonríe incómodo y yo lo miro, ambos sabíamos que no era momento para reirnos de la celosía de mis hermanos.

—Creo que no sería cómodo para Leo porque ya lo invité a dormir —Matias levanta la vista y señala su celular—. Hoy. —Aclara, a propósito.

—Levanten la mesa y limpien las tazas —Les dice mamá, seria y cuando ellos se van, nos mira—. Perdón, Exe.

—No pasa nada —Se ríe—. Ya me contó ella que son de ser celosos, aparte soy nuevo comparado al amigo de Matías y encima de Boca. —Mi papá se ríe ante el último comentario y mi mamá niega con la cabeza.

Ellos se levantan de la mesa y entran a la casa por lo que nosotros vamos hasta el borde de la pileta. Él se queda sentado pero yo dejo una toalla al costado y me adentro en el agua.

—¿Viste que no estuvo tan mal?

—Tengo miedo de salir y tener todo el auto rayado —Se ríe él y yo me acerco a sus piernas—. Son como Rottweilers.

—De Matías me lo súper esperaba, sos la contra de Leo, te llevas bien con mamá y encima estás conmigo. Es un choque grande para el tóxico —Explico y Exe asiente con la cabeza—. Pero de Teo, te juro que eso me sorprendió.

—Y, de alguien tiene que aprender.

—Si, obvio de Ciro —Digo negando con la cabeza pero Exequiel se ríe—. Ah, ¿Hablas de mi?

—Obvio que si.

—¿Cuándo te cele? —Pregunto haciéndole montoncito y a la vez riéndonos los dos.

—Mejor ni respondo —Me dice acariciándome los brazos mojados—. Ya se está poniendo oscuro, me voy a tener que ir yendo.

Fue tan difícil decirnos adiós —Canto mientras me subo al borde de la pileta y nos damos un beso—. Creo que ahora es el momento que te vas y no me hablas más por tener la familia que tengo. —Digo mientras lo acompaño hasta la puerta de afuera.

—Son lo más, me hacen reír.

—No puedo creer que estoy saliendo en toalla a la puerta —Digo cruzandome de brazos por el frío y poniéndome al lado del auto—. Tenés una paciencia, nene. Yo si los hubiese visto, ya me hubiese ido.

—Mientras me dejen verte, está todo más que bien. —Me sonríe y me agarra la cara para darme un beso.

La luz de un auto que se iba acercando nos corta el beso, Exequiel suspira y me da un pico.

—Ahora me arrepiento de no haberme quedado a comer. —Dice mirando el auto de Leo.

—Che, ¿La celosa no era yo? —Pregunto cuando se mete al auto— Ojo, no vayas rápido.

—Chau, hermosa. —Me guiña el ojo y sale a los pedos, haciéndome negar con la cabeza.

Leandro se baja del auto, me saluda con un beso en la mejilla y se queda mirando para el lado que se fue Exequiel.

—¿No te parece que ir tan rápido te va a hacer terminar temprano? —Me pregunta, haciendo un juego de palabras por haberlo visto salir de casa.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora