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ZOE.
 
 
—Bajá bien la escalera y no te mates, es lo único que te pido.—Tiago le gruñe a Leandro mientras bajamos del balcón hacia jardín.

—Voy a abrir lo que me trajo mamá noel —Leandro se sienta en el sillón esquinero, lo imitamos y yo acerco rápidamente mis manos al fogón que tanto nos había costado prender hace unas horas—. Uy no —Mi amigo cierra los ojos rápidamente—, te fuiste de mambo, mamá noel.

—Si te compré uno dulce —Me quejo y él me pasa la botella, primero huelo el contenido y después envío líquido a mi garganta—. Olé, Españaaaa.

—¡Chini! —Se queja Tiago para que se empiecen a reír todos.

—Me parece que no compraste uno dulce.

—El que tiene la botella tiene la palabra —Leandro vuelve a agarrar su regalo y pone un pie sobre las piedras que recubrian el fogón—. Tranquilo Tiaguito, al menos hoy no voy a morir quemado.

—¿Quién puta le dió droga a la llama? —Grita Matías mientras se ponía la capucha de la campera. Necesitabamos ingerir el alcohol que tenía Leandro en la mano sino nos ibamos a congelar acá afuera.

—Este año fue de los más raros de todos, empecé soñando un casamiento con Zoe y terminé, en más de una ocasión, haciendo que arregle su relación con un jugador de mi club rival —Comienza a hablar, me mira y yo asiento con la cabeza, afirmando—. Chin, chin.

—Salud.

—Chin, chin por eso. —Respondo y él toma un sorbo.

—Se va a caer de ahí y... —Tiago me miraba de reojo mientras estaba acostado en el sillón, todos a la espera del siguiente testamento de Leandro o de su muerte en llamas.

—En el futbol me fue bien, no me puedo quejar. En el colegio también pero me quejo porque ya estoy cansado de estudiar —Sigue explicando mientras siento como Exequiel se reía debajo mío ya que estaba sentada encima de él—. Pero en el amor, hermano, me fue muy mal —Esta vez mira a Tiago—. Te fuiste vos y no solo ya me habia ido mal con Zoe sino que otra chica me voló la cabeza y...

—Uh, el pedo melancólico —Se ríe Matías—. ¿Este resúmen no lo teníamos que hacer en año nuevo?

—¡El que tiene la botella tiene la palabra! —Se queja Leandro—. En fin, terminé metido en varias peleas callejeras —Mira a Exequiel de mala manera—, pero conseguí nuevos vecinos que me van a dar un techo y comida cuando lo requiera. ¡Buenas noches, feliz navidad! —Dice esto rápido y con Exequiel saltamos del sillón.

—¿Qué? ¡No!

Tiago y Matías estaban descostillandose de la risa mientras Leandro me sonreía y me pasaba la botella.

—Brindo por conseguir otro departamento lejos de Leo. —Mi novio levanta la botella y le da un sorbo.

—Ahora yo, ahora yo —Tiago agarra la botella y también se sube a la piedra del fogón. Se queda en silencio por un rato, seguramente pensando que iba a decir—. Bien, yo solo quiero decir gracias por venir —Comienza mirándonos y todos le sonreímos—, y que en estos días van a conocer a mis nuevos amigos españoles asi que no armen ningúna pelea, ¿Si? ¡Buenas noches, feliz navidad!

—¿Qué? ¡No! —Esta vez Leandro saltó conmigo del sillón.

—Gente, no me iba a quedar como un potus todas estas semanas sin hacer sociales. Hice amigos nuevos.

Leandro lo acepta, asintiendo con la cabeza y cuando se está por sentar, se congela en la acción.—¿Vamos a conocer a...?

—Leandro, la que te parió. Cerrá la boca. —Tiago abre los ojos enormemente, advirtiéndole.

—¿A quién? —Pregunto y veo como todos empiezan a ignorarme— Ahora no se hagan los fieles que sé muy bien como sobornar a cada uno.

—Pucha, que ofertón. —Exequiel se vuelve a levantar del sillón.

—¡Traidor de mierda! —Grita Tiago mientras Matías y Leandro se reían por lo bajo— ¿Ustedes de qué se ríen?

—Amigo, ante ese soborno no tenes chance.

—Sacale la botella a Leandro —Mi mejor amigo mira a Matías  y este empieza a pelear por el licor. Cuando vuelve su mirada a mi, vi que en su mirada se preparó para este momento mucho tiempo—. Todavía no te voy a contar nada hasta que no se dé, es una chica que me gusta hace mucho.

—¿Dónde la conociste?

—¡Te estoy diciendo que no te voy a contar todavía, Zoe!

—Decime cuándo por lo menos.

—Nos hablabamos desde antes que yo me mude para España —Me explica y yo asiento con la cabeza—. Pero no te voy a decir nada más porque vos sos como mi mamá y ya veo que la asustan.

—Tarde o temprano nos va a tener que conocer, querido —Me encojo de hombros mientras abrazo a Exequiel—. Eso si, no me pidas que me haga la amiga fácilmente porque le voy a estar estudiando cada movimiento que haga.

—Ya se, ya te conozco. —Él se ríe y yo asiento con la cabeza.

—¿Ya está? ¿Eso solo? —Leandro se acerca— ¡A mi me hiciste pasar un papelón en público en un restaurante, Zoe!

—Es que vos ni habías avisado —Responde Exequiel—. Ahora sos como nuestro hijo, obvio que iba a haber enojo y escenas.

—¡Esa es una digna contestación de un novio mío! —Grito y le doy unos cuantos besos cortos.

—No quieren que me instale en su departamento pero me tratan de hijo —Leandro se encoge de hombros—. Sin querer estamos escribiendo una nueva temporada del mito griego "Edipo" —Dice mientras todos nos quejabamos de la boludeces que decía—. La voy a titular como "Edipo y el trío superclásico".

—¡No puede ser!

—Que disgusto.

—Yo hoy no duermo con él. —Matías sale corriendo para adentro de la casa.

—Yo me voy a reclamar el ofertón que me propusieron. —Exequiel me carga en sus brazos y también caminamos hacia la casa.

Giro mi cabeza para atrás, riéndome ante el final de nuestra pésima y fría navidad para ver a Tiago apagando el fogón rápido con un balde. Este corre hasta nosotros y veo que Leandro nos hace fuck you antes de acostarse en el sillón.

Se le iban a congelar hasta los mocos si se quedaba ahí afuera.

—Bien, ¿En qué estabamos? —Exequiel cierra la puerta de mi habitación provisoria y se gira a mirarme—. Ah si, mi oferta de navidad.

—¿No era que vos eras un chico educado? —Me río cuando veo cómo se frotaba las manos, planeando cosas perversas seguramente— Estamos en una casa de familia.

—Tranquila que puedo ser muy silencioso cuando quiero —Responde acortando nuestra distancia y pasando una mano entre mi cuello y mi cabeza para besarme. Retrocedemos unos pasos para apagar la luz y siento que él me deja pegada a la pared—. Feliz navidad, Muña.

—¿Eh? —Pregunto sin entender por qué había desaparecido, hasta que siento como me levanta despacio el vestido verde, abre mis piernas y acerca su boca hacia mi lugar más placentero—. Pucha, que ofertón.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora