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ZOE.
  
 
Días atrás le había mentido a Leandro, diciéndole que mi mamá me había ofrecido para modelar en su desfile.
Ese día, fui corriendo a la habitación de ella para que me salve de ese aprieto y me haga desfilar. Mamá me dijo que no era posible pero yo sabía que, de alguna forma, lo iba a conseguir.

Los días pasaron y las complicaciones que tenía en ese momento, ya se habían resuelto. Pero mamá, no podía echar atrás mi participación en el desfile.
Una vez que pudo hacerme un lugar, yo no podía echarme para atrás.

Asi que en los cambiadores me encontraba, mirando el atuendo que me había tocado modelar y esperando que sea mi turno.

Tiago vino a calmarme en múltiples ocasiones ya que me estaba poniendo nerviosa ante tanto griterío entre las modelos y los organizadores.
Después de tanta espera, llego el momento y rápidamente nos sacamos una foto juntos en el espejo, antes de salir.

Nos tocaba compartir otra experiencia en nuestras vidas: desfilar juntos.

[...]



—¡Qué bombón! Por dios. —Me dice Exequiel para abrazarme y darme un beso, apenas llego donde estaba mi familia, mirando el desfile.

—Te amo —Le sonrió—. Igual ya no veía la hora de salir de todo ese caos que hay en los cambiadores.

—Me imagino.

Y para finalizar está hermosa jornada, recibamos con un gran aplauso a la diseñadora y a la organizadora de este evento —Escuchamos por los parlantes—. ¡Geraldine y Jorgelina!

Con Exequiel dejamos de mirarnos para dedicar nuestra atención a la pasarela dónde mis mamás estaban pasando. Cada verano presenciamos lo mismo y nos divierte a todos, pero más a ellas dos que hacen lo que aman y a mí me llena de amor verlas juntas, disfrutando.

El público las aplaude hasta que desaparecen nuevamente tras bambalinas, comienza la música en off y las personas empiezan a retirarse.

—Esto indica que es el final de nuestra vacaciones. —Se queja Teo, en un tono triste.

—"Dos cumpleaños, una pelea y un desfile" está para título de un libro, ¿No? —Pregunta Ayma y yo la miro mal— Que semanita, por favor.

—Yo no llegué a broncearme como quería, que triste. —Se queja Tiago mirándose los brazos.

—Si vivis bronceado, culiao. —Exequiel se ríe, mirándolo.

—Callate.

—¿Vamos subiendo? —Pregunta papá y todos asentimos con la cabeza para levantarnos— Vayan cerrando todo lo que trajeron que a la noche tenemos que estar en la terminal para volvernos.

Caminamos todos hasta el lobby del hotel y nos separamos cada uno por el ascensor que nos lleve a nuestra pieza.

—¿Próximo destino? —Exequiel me abraza por la cintura mientras yo apretaba el botón para que las puertas del ascensor se cierren.

—Tu próximo destino es la pretemporada en Boca. —Digo para mirarle la boca y él sonríe.

—Que mala que sos.

—Digo la verdad, bombón. —Me río para besarlo y las puertas se abren, dejandonos en el piso indicado.

Entramos a la habitación y guardamos nuestras cosas, tanto yo como Exequiel porque desde el día que nos arreglamos se instaló en mi pieza, haciendo cambio con Flor y Ayma.
Ellas se fueron a dormir a la pieza con los chicos y ni quisiera saber qué pasó ahí esos días, ni quién durmió con quién.

[...]

—Nene, dejaste un paquete de papas fritas tirado. —Digo saliendo del auto y mirando a Matías.

—Uh, lo saco cuando lleguemos a Buenos Aires.

—No, lo sacas ya. —Lo miro seríamente y después de un quejido, se vuelve a meter al auto para sacar el paquete.

—Que jodida que sos, Chini.

—Arriba, arriba, sin pelear. —Mi papá casi los empuja a mis hermanos, para que vayan subiendo al buque.

Me vuelvo a meter al auto para subirlo atrás del de Ciro y cuando me vuelvo a bajar, ya arriba del buque, veo como Exequiel me mira riéndose.

—¿Qué pasa?

—Te juro que no hay nada más gracioso que verte peleando con tus hermanos.

—Ni se te ocurra un día reírte porque me desautorizas y no me van a hacer más caso —Le digo señalandolo—. Soy una de las hermanas mayores, tengo que poner orden.

—Sos tan linda, Muña. —Pasa un brazo por mis hombros y me da un beso en la frente.

—¿Te dijeron cuándo empezas la pretemporada?

—¿Ya me querés venir a ver jugar y transpirar?

—Partamos desde el punto que desde que te conocí no te vi tocar una pelota en una cancha.

—¿Vos estás desconfiando de mis dotes? —Me pregunta riéndose— Ah bue.

—Solo te vi jugar con mis hermanos y el día que nos conocimos pero vos "ya habías terminado de jugar" —Hago comillas con mis dedos mientras me sentaba en las butacas del buque.

—Pobre de vos, chetita —Él niega la cabeza y yo lo miro mal— Deberías estar agradecida que un campeón sudamericano te mire.

—Uh, ya empezas a agrandarte.

—Cuando me veas jugar —Exequiel se acerca y me da varios besos en la cara—, y te canses de verme meter goles, vas a ver que te vas a enamorar el doble.

—Primero, mínimo, te quiero ver entrenar.

—¿Y que te vean los asquerosos de mis compañeros y los de las demás canchas? No, gracias.

—No seas así.

—Yo no sé cómo Leo te llevaba a los partidos.

—Porque iba a ver al hermano, si no jugaba Matías, no iba. —Leandro salta del asiento de atrás acompañado de mi hermano, quién asentía con la cabeza.

—¡Mentira!

—Ah bien, las reglas van a seguir igual.—Exe asiente con la cabeza y yo le hago montoncito.

—Chau, se van —Digo para empujar a los otros dos, haciendo que se sienten—. Te quiero ver la cara cuando me veas en el entrenamiento.

—No te vas a enterar cuando entrene. —Me susurra él, acercándose a mi.

—Creeme que yo me entero de todo —Hablo rozando mis labios con los suyos—. Las cosas como son.

—Me parece que ya te enseñé que, conmigo, no todo es como vos querés. —Exequiel me da un pico.

—Lo hubieses pensado dos veces antes de reconciliarte con una caprichosa como yo. —Lo miro, desafiandolo a que reaccione como siempre lo hace cuando estamos solos y yo lo peleo.

—Solo me contengo porque estamos con tu familia pero, sabes perfectamente que en mi cabeza, están pasando contenido no apto para todo público —Él aprieta mis cachetes y yo paso mi lengua por mis labios para seguir provocandolo—. Un día me vas a matar, te odio a veces —Se queja y yo voy deslizando mi mano por su pantalón—. Zoe, basta —Me susurra mientras yo me reía y sacaba la mano pero no dejaba de mirarlo—. Va a ser un viaje largo.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora