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ZOE.
 
 
—¡Esta es la número 12! —Gritaba Exequiel, abrazado a mi, agitando el brazo para el otro lado de la calle donde había más hinchas del club— ¡Que te sigue a todas partes!

—Menos mal que ya llegamos al auto, boludo. —Leandro le susurra a Tiago para desactivar la alarma de mi auto.

—Abrime el baúl que me cambio. —Le pido y este asiente con la cabeza para tocar el botón de la llave.

—Yo te tapo, bombón. Vení Tiago, ayudá.

—No seas infantil, Zoe —Ayma agarra su bolso del baúl, dispuesta a buscar otro lugar—. Esto parece cuando, de muy chicas, hacíamos pis detrás de los árboles.

—Disculpame, disculpame. —Exequiel me toca el hombro, repetidas veces.

—Cuando me pongo el top, pásame la campera rápido —Le explico a Tiago pero me giro a ver a mi novio—. ¿Qué pasa?

—Si, por favor, decile algo. —Mi prima se alivia de tener a alguien de su lado.

—Vamos a una estación de servicio o entremos a la pensión para que se cambien, Muña, ¿Estás loca?

Veo como Tiago se muerde el labio para no reírse y Leandro se da vuelta para mirarlo.— Pobrecito, como se nota que es nuevo en estas movidas. —Mi amigo le sonríe.

—¿Esto es real? —Pregunta Exequiel mientras ellos me tapaban con la tela específicamente guardada en mi auto para estás urgencias— Gorda, te aviso que estamos afuera de una cancha de fútbol.

—Tranquilo, amor, lo hice hasta en una ruta provincial.

—No te la puedo creer. —Escucho como él se queja.

—¿Te acordás la vez que pasó en el estacionamiento del estadio de River y vino el guardia desconfiando de nuestras acciones hacía Zoe? —Pregunta Tiago y con Leo empezamos a reírnos a carcajadas.

—"Señor este cambio de look está permitido por el director técnico de River" —Repito lo que le había respondió al señor ese día, causando más risas entre mis amigos—. Ya estoy, bebés. —Ellos sacan la tela y Tiago me chifla.

—Uh la lá.

—Dale, Ayma. ¡Es tu turno! —Grito mientras me siento en el baúl para ponerme las botas.

—No planeo hacer eso con riesgo de que me vea un barrabrava del club Boca, boludos.

—Estoy nervioso como si estuviesemos robando, culiao  —Exequiel se agarra del pelo, me mira hasta que termino mi look y me paro—. ¿La princesa está contenta?

—Juro que no es un caprichito —Lo agarro de la cara y le doy un beso—. Es solo para ahorrar tiempo y llegar más rápido —Explico y él niega con la cabeza, no pudiendo creer lo que acababa de pasar—. Mirá qué perra qué estoy, feliz cumpleaños. —Doy una vuelta y le saco una sonrisa.

—Dale Aymarita, seguís vos —Leandro la apura—. Ahora sí vas a lamentar haberme peleado en el auto.

Después de forzarla a entrar en el cambiador improvisado, se cambia con algunos inconvenientes provenientes de Leandro, quién la jodia con que iba a dejar caer la tela.

Por suerte no es un chico vengativo.

Exequiel ya se había cambiado en el entretiempo del partido de primera división, el cual ganó Boca y los otros dos ya habían ido vestidos a la cancha.

Tardamos más en encontrarnos todos en la previa del boliche que en llegar con el auto desde la cancha.

Me había prometido a mi misma que no iba a tomar mucho porque era el cumpleaños de Exequiel pero se me hizo imposible, estaba muy feliz como para no festejar de la manera que me gusta.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora