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ZOE.

Al fin volvía a sentir la presencia de esa sensación de paz.

Volví a tener a Exequiel al lado mío, con todos nuestros problemas aclarados y me sentía tan liviana de malas vibras que era capaz de hacer cualquier cosa.

Los efectos de alcohol y la adrenalina de haber estado horas besándome con Exequiel también colaboraron para poder volver a experimentar esta sensación.

Mis amigos después del partido se habían separado de nosotros por 2 motivos: dejarnos solos para que nos reconciliemos del todo e irse ellos a la fiesta planificada del fin de semana.

A pesar de que tenía ganas de pasar toda la noche en una cama con Exequiel, cedí ante su petición de que vayamos también a esa fiesta.

Decidimos ir a buscar ropa hasta mi casa porque Exequiel estaba con el conjunto de su club y mi ropa apestaba a alcohol.

Ella hace todo por seducirme y yo voy, voy, voy. —Canto mientras abría la puerta de mi casa.

—¡Shhh! —Me calla Exequiel, quién al ver la puerta ya abierta, me levanta entre sus brazos para dirigirnos hasta la habitación de Teo.

—Vos búscate ropa, yo tengo que ir a mi pieza.

—Ojo con lo que haces —Él me señala mientras me ve pasar la puerta y yo solo le guiño el ojo—. No hagas ruido, Muña. De verdad, es tarde y deben estar durmiendo tus papás.

A pesar de que le hago caras indicándole que no le iba a hacer caso, me deshago de mi calzado y voy en puntitas de pie hasta mi habitación.

Un top azul y short blanco fue lo que decidí vestir en el poco tiempo que teníamos, me eché más perfume para quitar un poco el olor a alcohol y me dirigí a la cocina con un plan.

Asaltar mi propia casa.

Agarró una silla y la posiciono enfrente de la alacena para alcanzar las botellas.
Elijo una de whisky que Ciro no me dejaba agarrar nunca y vuelco un poco en la tapa, pero al pensar unos segundos, vuelvo a dejar el líquido en la botella y directamente tomo del pico.

—¡Sabía que me tenía que cambiar rápido! —Susurra Exequiel, separándome de la botella.

—¡Ah! —Digo, apretando los ojos mientras el líquido pasaba por mi garganta— Esto está más fuerte que vos.

—Encima te haces la chistosa —Se ríe mientras dejaba la botella dónde estaba—. Bajate de ahí y vamos.

—Que raro que mis hermanos hayan dejado mi auto. —Me sorprendo mientras él me arrastraba hasta afuera.

—Los habrá pasado a buscar Leo.

—Ay mi Leo, siempre tan responsable. —Me muerdo el labio y niego con la cabeza como si una madre estuviera hablando de su hijo. Exequiel me mira con cara de "¿Estás hablando enserio?".

No entendí el por qué de su expresión hasta que llegamos al boliche y los encontramos. Nuestros amigos se encontraban bailando y alentando a personas que bailaban arriba de una tarima.
Hasta la gente de alrededor lo hacía y no podía entender si estaba sintiendo vergüenza por la situación o enojo por lo peligroso que se veía que personas ebrias esten bailando a un metro del piso.

Esas personas eran mis hermanos con Leandro, alias mi responsable.

—¡Uh, mira quién vino! —Matias me sonríe y le pega un codazo a Leo para señalarme.

Es que ella tiene un bombón asesino... ¡Chini! —Leo alcanza a verme y me hace señas de que me acerque— ¡Palmas, palmas!

—¿Cómo pasaron? —Pregunto al ver que, también estaba Teo. ¡Mi hermano menor! Este pibe va a terminar peor que Ciro, Matías y yo juntos.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora