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—No entiendo por qué viajamos recién hoy, tranquilamente hubiesemos faltado al colegio y viajabamos antes.

—¡Ay, Matías! —Se queja su madre mientras, como siempre, chequeaba mil veces las tasas de embarque.

—Yo no entiendo para qué vamos en avión cuando en dos autos entramos perfecto.—Zoe se queja, al igual que su hermano.

—Si íbamos en auto, ibas a querer manejar. Lo hicimos para que no te mates en la ruta y no te retengan el auto. —Su papá le sonríe, sabiendo que había ganado la discusión.

—Hoy están indomables los hermanitos. —Se ríe Exequiel, negando con la cabeza mientras abrazaba a Zoe.

—Para cada viaje hacen lo mismo —Le comenta Tiago y después mira a la mamá de los chicos—. Jefa, la próxima nos vamos nosotros y los dejamos varados a estos.

—¡Pero por favor! —Se ríe Zoe, haciéndole montoncito a su mejor amigo.

—Eu, a mi no que yo no soy quejoso como ellos.—Teo  levanta la mano entre las mil camperas que tenía encima como "frazadas".

—Por eso sos el favorito, hijo. —Contesta el padre, haciendo que Matías le haga fuck you y Zoe lo mire levantando las cejas.

—¿Vamos subiendo? —Pregunta Exequiel mirando a la mamá de Zoe, sin antes sonreírse con Leo, ambos sabiendo qué se pronosticaba una pelea familiar si no intervenían.

  
    
  
  
  
 
Zoe tenía una manía en cada viaje que consistía en bañarse apenas llegaba al lugar donde se iba a hospedar. En modo de cabala, pensaba que si no lo hacía, no podía empezar de buena forma su estadía.
En cuanto sale del baño, ve a Exequiel acostado en una de las dos camas de una plaza.

—Ya me bañé, vamos a cambiar la habitación.

—Ay Muña, no es para tanto —Se ríe él haciéndole señas para que se acerque—. Aparte está bien, porque los novios duermen en cama matrimonial y nosotros no somos nada.

—No es gracioso cuando lo decís vos —Lo mira mal y Exequiel le sonríe para darle besos cortos por toda la cara—. No me sorprende que tengamos esta pieza, si planearon todo esos tres insoportables.

—Me da un risa que te hagas la fría pero veinte minutos después salís y los abrazas como nunca.

—Es que no me puedo enojar con ellos —Se queja mientras tira un mechón de pelo para atrás suyo—, y eso es lo que más bronca me da.

—Juntamos las camas y listo, ¿Qué problema hay? —Le pregunta y cuando ve que iba a contestar, le da un pico— Dale un respiro a tus papás y dejen de pelear por boludeces.

—Que suerte que tiene ese par que me haya enamorado de vos, eh —Zoe niega con la cabeza—. Sino este viaje sería un desastre.

—Por suerte los opuestos se atraen.

—Opuesto no tan opuesto porque hay veces que sos peor que yo.

—Solo en circunstancias especiales —Él le sonríe—. Cómo esta, por ejemplo, que podemos... —Acaricia su pierna y va subiendo la mano hasta meterse dentro de la remera ancha que ella vestía.

Zoe le sonríe y cuando él llega a tocar la espalda alta, se besan y ella se deja caer encima de él pero el intercomunicador suena, haciendo reír a Exequiel.

—¿Ves por qué te digo que son insoportables? Seguro que son ellos.

—Yo contesto —Él se levanta y la mira—. Ya te dije, no quiero peleas —La señala antes de atender—. Residencia tortolitos, ¿Con quién tengo el gusto de hablar? —Exequiel sonríe al escuchar la voz de Matías y le asiente la cabeza a Zoe para darle la razón—. Bueno dale, ahí bajamos —Vuelve a depositar el teléfono en su base y toma carrera para tirarse sobre la cama—. Tenemos tiempo para un rapidito.

—¡Epa!

—No mentira, hay que bajar ya o llegamos tarde a la excursión de la cascada Ñivinco.

 
 

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora