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ZOE.
 
 
—Acá están las tres habitaciones, señora. —El recepcionista le habla a mi mamá.

—No discúlpame, debe haber un error —Me asomo al mostrador—. Deberían ser —Empiezo a contar cuántos somos y a armar grupos en mi cabeza—, cuatro habitaciones de dos personas.

—No, amor —Mi mamá agarra las tarjetas, le sonríe en agradecimiento al señor y me lleva a dónde estaban los demás con las valijas—. Son dos habitaciones de tres y una de dos, con Jime usamos la de dos.

—Vos dormís conmigo. —Escucho como le susurra Leo a Tiago.

—Yo con Teo y Pedro. —Matias agarra una tarjeta y suben los tres.

—Bueno, quedan ustedes tres en la otra habitación. —Jimena, la mamá de Tiago,  nos sonríe.

—Em, yo me voy a dormir con ustedes.—Digo mirando a mis madres.

—Nada de "Em", arreglamos dormir juntos asi que dormimos juntos —Tiago agarra la otra tarjeta y me agarra de la mano—. Vamos, Toro.

—Mamá hace algo. —Me quejo.

—Chini, necesitamos un momento de relax. —Mi mamá me súplica y obviamente no me puedo resistir a su cara de "Me alejé de Gino por unos días, déjame descansar".

—No va a subir sola, desde ya te digo. —Leo le dice a mi mejor amigo y me agarra la valija para caminar.

—¿Y desde cuand?... ¡Para! —Grito cuando Tiago me carga y me lleva hasta el ascensor, cuando me baja, miro mal a Leandro— No te me hagas el canchero ahora, eh, que te mato.

— Bienvenida, de vuelta, a la convivencia, bombón.

—¿Tendremos camas juntas o separadas? —Pregunta nuestro mejor amigo, para cambiar de tema y hacer que no nos peleemos.

Cuando encontramos la habitación y entramos, nos encontramos con tres camas matrimoniales. El paraíso.

Dejo mis cosas en la cama del medio para acostarme en la del ventanal pero Tiago entra y las saca.

—Eu no, usemos esa para dejar las cosas. Si vos vas a dormir conmigo en esta cama.

—Mamu, con tres camas matrimoniales ¿Pensás que voy a dejar que me patees todas las noches? —Me pregunta mi mejor amigo, a lo que se contesta a sí mismo negando con la cabeza.

—Pensé que solo conmigo dormía como si estuviera boxeando. —Se ríe Leo.

[...]

—No sé qué mierda ponerme.

—Tenes una valija llena, Zoe.

—Boe, Matías, no te pedí opinión.

—Yo te ayudo, Chini —Tiago se incorpora en la cama de Leandro y me mira. Leo se había ido de la habitación y estos aprovechaban para usarle la cama, tremendo—. Igual no sé que vamos a hacer hoy en el hotel.

Fiestita nocturna —Mi hermano frota sus manos con una sonrisa—. Y adivinen de qué, si, de blanco y negro.

—Uh, se va a poner difícil el outfit.

Fiestita dice, lo voy a matar —Me muerdo los labios—. Acá tendríamos que estar solo nosotros dos, iaio. Disfrutando de ser los únicos.

—¿Iaio? —Matias también se sienta en la cama riéndose— ¿A él le dijiste Iaio?

—Zoe. —Tiago se gira a mirarme con una cara muy conocida para mí. Esa cara significaba que me había mandado una macana.

—Perdón, perdón, se me escapó —Me quejo y veo como mi hermano lo jodia—. Que quede acá, Matu.

—Las bolas, se enteran los de River y va a ser el payasito de la categoría.

—Callate —Tiago lo empuja para atrás, acostandolo denuevo—. Me van a tener el doble de envidia por Zoe.

—Uff si.

—Ysi, no se tiene una mejor amiga así todos los días —Digo señalandome y mirándome al espejo—. ¿Cómo puede haber tanta belleza en una familia?

—Me pregunto lo mismo, pero por mi —Se ríe Matías—. No hace falta decir quién es el más lindo de los cuatro hijos.

—Che, ¿Por qué no te vas a tu pieza? —Le pregunto mientras buscaba mis cosas para bañarme.

—Porque los otros dos morsas están durmiendo y me aburro —Me contesta mientras miraba su celular—. Aparte acá también están mis amigos.

—No te banco —Me quejo para entrar al baño pero antes de cerrar la puerta, miro a Tiago—. Echalo, haceme el favor.

—¡Andá a bañarte, dale!

Después agarrar todos los shampoos, cremas y prendas de ropa, entro al baño; me descambio y abro la ducha para entrarme a bañar.

—Estos pendejos tiene más cosas para el pelo que yo. —Me quejo moviendo todo para un costado y dejando mis cosas.

Me paso el jabón por el cuerpo y cuando me estoy por enjuagar escucho el ruido de la puerta de la pieza. Seguramente Tiago había echado, al fin, a Matías.

Pasan unos minutos, en los cuales pierdo tiempo pasando canciones en el celular y cantando hasta que decido ponerme shampoo en la cabeza, masajear y meterme denuevo abajo de la lluvia.

—Upa —Escucho a la vez de que se abría la cortina de la ducha—, me parece que vamos a tener que aprender a compartir, bombón.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora