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ZOE.
 
 
Me despierto y me doy vuelta despacio para ver a Exequiel sentado en la cama. Sonrió un poco para no reírme, pensando que me iba a rogar denuevo pero él gira para mirarme y al verme despierta, se cambia y sale de la pieza.

Salgo de la cama para ponerme ropa interior y un short, mírarme al espejo y también salir de la habitación.

—¿Por qué? —Escucho como susurra Tiago y Exequiel le responde algo inaudible.

—¿Decís que ya sacó sus conclusiones?

—No.. —Responde Exequiel—. ¿Por qué hay ropa tuya en su pieza todavía?

—¿¡Eh!? —Grita Leo.

—No está bien espiar, Chini —Matias pasa por al lado mío—. Buen día, que buena mañana es hoy, ¿No?

—Upa, que buen humor.

—Hoy juega el más grande de América.

—Flasheas —Aparezco en la cocina y los cuatro giran a verme—. Ay, que caras.

—Ya entendí —Leo mira a Exequiel y vuelve a mirarme a mi—. Pendeja, ese es mi buzo.

—Si todavía tiene ropa tuya, ya me imagino dónde deben estar las cosas que no encuentro.—Tiago se cruza de brazos.

—Siempre te dije que amaba este buzo, lo lamento —Paso por al lado de Leo para despeinado y me acerco a Exequiel—. ¿No me vas a decir buen día vos?

—Buen día. —Aparece papá y los chicos se quedan hablando con él.

Exequiel se me queda mirando, inexpresivo, hasta que levanta la vista para ver a mi papá mientras toma de su taza.

—Quizás Exequiel está asustado por el partido de hoy, papá.

—Mmm no sé, ¿Vas a venir hoy? —Le pregunta mi papá.

—No sé si llegue a tiempo porque justo a esa hora termino de entrenar.

—Chini tiene que ir al colegio con ropa para nosotros, podría pasar a buscarte antes.—Matias me señala.

—Si, puedo pasar.—Me encojo de hombros y lo miro.

—Vemos.

Mi cara cambia rotundamente y veo como Leandro se tapa la boca para no reírse, menos disimulado es el tonto.
Me hago el desayuno hasta que aparece mamá con Gino y me distraigo con él mientras los demás seguían hablando del viaje planeado desde ayer.

—Me tengo que ir. —Exequiel guarda el celular, saluda a todos y agarra la mochila del sillón.

Tiago, mientras hablaba con Matias, me hace señas con la cabeza para que vaya a acompañarlo a la puerta y sin pensarlo lo hago, con Gino en brazos.

—Ni te gastes, Muña. —Me dice caminando rápido hasta el portón y abriendo la puerta.

—No me hagas correr con el nene —Le digo y él, después de suspirar, sostiene la puerta abierta para que pasemos—. ¿Vale decirte que era chiste?

—No me estarían gustando tus chistecitos —Él se cruza de brazos y los bíceps se le resaltan, desconcentrandome—. Menos la de ponerte ropa de tu ex.

—No pará, esto aunque no te hubiese peleado, lo iba a usar —Explico mientras me señalaba el buzo—. Pregúntale a mis papás, siempre que hace frío lo uso porque es lo más.

—No quisiera saber que harías si fuese al revés.

—Bueno, si, mala mía denuevo —Digo mirando al piso y siento como Gino tiembla un poco, debido a la fresca mañana—. Perdón.

Exequiel se saca la campera y envuelve a mi hermano con ella, haciendo que este quiera ir a sus brazos.

—Podré sacar a la chica del capricho pero no al capricho de la chica, ¿No? —Me pregunta mientras le acariciaba la cabeza a Gino— Tampoco me enojé mucho, amor. Es la convivencia y vamos a tener que ir aprendiendo el uno del otro.

—Imaginate si nos vamos a vivir juntos, peleas cada dos horas.

—No creo —Exequiel niega con la cabeza—. Simplemente me voy a hacer el enojado, un ratito, para que recapacites como ahora.

—Que desafío que sos para mí, Bosterito, eh.

—¿Y vos para mí? —Se ríe— Ni te cuento.

—¿Te paso a buscar hoy entonces? —Le pregunto para pasar una mano por su mejilla.

—La verdad no quiero irme a cagar de frío a esa heladera de cancha pero, que se yo, lo hago por tu papá.

—¿Algún día me van a decir por qué siempre se llevaron bien?

—Vayan adentro que hace frío —Me dice sonriendo, indicándome que no—. No mires, muñequito—Le tapa los ojos a Gino y me da un beso.

—¡Exequiel! —Me quejo riéndome y vemos como el chiquito lo mira mal— Ahora lo pusiste de mal humor.

—Mirá esa cara, dios, ya lo están criando igual.

—Es hermano nuestro, ¿Que querés?

—Te amo —Me da un pico y abre la puerta del auto—. Ah, y te aviso que ahora que te la mandaste, vas a tener que remar.

—Te amo. —Le contesto mordiendome el labio, sabiendo que va a estar insoportable los siguientes días hasta que se olvide lo que le hice.

Cuando vemos como el auto desaparece, Gino hace puchero, indicándome que estaba a punto de llorar. Lo mismo que hace siempre que se va Exequiel, es increíble.
A veces nos ponemos a apostar cuál va a ser el primer nombre que va a decir este nene, si Exequiel o Leo por lo que los quiere o Teo por las veces que gritamos su nombre en casa para retarlo porque siempre se manda alguna.

—¿Y? —Me pregunta mamá apenas entro a casa.

—¿Eh? —Digo sonriendo.

—Exequiel no se enojo, en realidad —Explica Tiago—. Le hace el showcito a ella para que se de cuenta las boludeces que hace.

—¿Vos cómo sabes eso?

—Es mi mejor amigo, querida —Me mira, más que obvio—. Vos tenés que aprender que él no es Leo, no va a estar siempre atrás tuyo y es capaz de darte vuelta el juego.

—¡Estoy acá, dejá de bardearme! —Se queja Leandro y mira amorosamente a Gino cuando Tiago lo agarra en brazos— ¡Hola, Leo! —Dice moviendo las manos, haciéndolo reir— Leo, Leo, Leo.

—Pendejo, no condiciones al bebé que todos sabemos que va a decir mi nombre primero.—Matias le pega un codazo.

—Va a decir el de Exequiel primero, superalo.

—Exequiel es difícil, va a ser el mío —Leandro se autoseñala—. ¿O no, muñequito? —Pregunta y Gino se vuelve a reír— Me ama encima, ¡Yo te conozco desde la panza, muñequito! El otro es hincha de Boca.

—¡Leandro! —Me quejo riendome— Che, ¿y si Gino sale anti-River como yo? —Pregunto y todos, hasta mi mamá, me miran mal— Apa, están cagados, eh.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora