Mi Pecado

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ZOE.
  
 
Me paso la mano por la frente mientras miro la hora en el celular: 06:03.

Todavía no llegaban a casa.

Después de nuestro chiste no tan chiste hacia Leandro y de desordenar un poco la cama, Exequiel y yo nos cambiamos para bajar a la cocina y encontrarnos a los cuatro pendejos preparados para salir de fiesta.

Obviamente mi mirada y la de Exequiel se cruzaron en modo de complicidad para decir que teníamos cero ganas de salir, por lo que ellos se fueron.
Terminamos cenando pizza con papá y mamá como hijos únicos, además de Gino, quién también estaba más dormido que despierto.

Como siempre en esta familia, se decidió quien lavaba los platos con una partida del juego de cartas "Uno". Los últimos puestos quedaron entre Exequiel y yo pero obviamente lo rematé con un +4.

Mi chico muy enojado, no hizo más que levantar la mesa e irse a lavar los platos mientras yo despedía a mis papás quienes se iban a acostar pero me dejaban a cargo a Gino que mágicamente comenzó a desvelarse.

Obviamente en cuánto los ví desaparecer, me puse en plan de hacerlo dormir mientras cargoseaba a Exequiel hasta que él empezó a joderme con los nombres de los bebés y me fui con mi hermanito a su pieza.

Prendí el intercomunicador para que cuando se despierte, mis papás lo escuchen y me fui a mi habitación, dónde ya estaba Exequiel jugando a la Playstation.
Igualmente su partida no duró ni media hora porque cayó dormido y yo me quedé toda la noche despierta.

Hasta ahora, que se me caía la cabeza pero no era capaz de dormirme si no veía a esos cuatro chicos entrar por la puerta.
Ya había abandonado la cama a las cuatro de la mañana, por lo que llevaba dos horas merodeando en la planta baja.

Dejaba pasar el tiempo y me entretenía comiendo algo, viendo la televisión, llamando a Leandro; quién siempre me contestaba pero justo hoy se le dió por empoderarse y dejarme en contestador.

Se hacian las seis y veinte de la mañana y veo como Teo se pone "En línea" en Whatsapp, por lo que le mando un signo de pregunta. Él sabía que hacer y como buen bebé pájaro, me envía su ubicación en tiempo real.

Tengo que aprovechar estos momentos que Teo me hace caso porque después cuando crezca, ni la hora me va a dar.
Digo crecer y me refiero de edad porque de estatura está igual que Ciro, más o menos. En altura ya me pasó a mí y ni hablar de Matías, se llevan tres años de diferencia pero Teo parece el más grande. Algo que le da ventaja para entrar a cualquier lado o fiesta y eso ya no me gusta.

Escucho ruidos y abro un poco las cortinas para verlos bajar de un auto. Más o menos corro a agarrar las llaves y abro la puerta para ver cómo se despedían de la otra gente.

—¡Llamame! —Grita Leo mientras con sus manos hacia referencia a un teléfono.

—Che, ¿y Bárbara? —Pregunto, de brazos cruzados mientras veo como mis hermanos pasaban por al lado mío, no sin antes darme un beso en el cachete. Pollos de mami.

—Hola, bombón. —Leo se me acerca y me sonríe.

—Ah no, hermano, el olor que tenés. —Me quejo cerrando los ojos. ¿Exequiel me besa teniendo esta baranda a alcohol en las fiestas?

—¡Te morís con la que te tengo que contar! —Grita Tiago y yo le tapo la boca con mi mano, haciéndolo callar. Si se despertaba Gino, ibamos a cagar fuego todos.

—¿Cómo que me dijiste hermano? ¿No era que querías trío conmigo?

—¿¡Qué!? Me caigo y me levanto, Toro. —Se sorprende mi mejor amigo y empieza a aplaudir.