55

3.3K 159 25
                                    

ZOE.
  
  
 
El sol de hoy invitaba a pasar el día en la pileta, por lo que no dudé al avisarles a mis amigos y amigas para que vengan a casa.

Dejo el celular en una de las mesas del quincho de casa, luego de publicar una foto de Tomás con el torso desnudo, usando una malla y acostado en uno de mis sillones.

Camino unos pasos hasta que mi cuerpo se une con la espalda de él y lo abrazo. Tomás estaba con su celular, justo divisando lo que yo había publicado. Luego de ver la foto, se gira y me aprieta contra su cuerpo.

—Che, están muy pegados ustedes últimamente. —Juan se queja mientras sacudía su pelo, saliendo de la pileta.

—¿Te molesta? —Tomás continuaba abrazándome y yo me río.

—Se pone celoso me parece. —Acota riéndose su novia, Priscila, y Juan le dedica una mala cara.

—Coincido con Juan igual. —Aymara, mi prima, se encoge de hombros y Lautaro asiente con la cabeza junto con mi amiga Flor.

—Bueno, hoy se levantaron todos mala onda parece. Mejor voy a buscarme algo a la heladera antes de que me amarguen.

—Yo te acompaño, Chini —Lautaro se levanta y con un semblante serio, me acompaña hasta adentro de casa.

—¿Se puede saber qué te pasa? —Pregunto mientras caminabamos hasta la cocina— Perdón, me corrijo. ¿Que LES pasa?

—¿Qué me pasa? Que tendríamos que estar con mi amigo en esa pileta —Él señala afuera—. Y no con este agrandado que se mandó una atrás de otra con vos.

—Yo también me porté mal con Tomás al irme con Leandro mientras estabamos juntos.

—De todas formas fue un tóxico y vos volves como si te hubieses olvidado de todo —Dice para cruzarse de brazos mientras me ve abrir la heladera—. Es más, ni siquiera eso, porque lo tenés como entretenimiento o un generador de celos para Exequiel.

—¿Y qué? ¿Él no se buscó eso en su provincia?

—No sé —Lautaro levanta sus manos en señal de inocencia—. Yo no te puedo responder porque no hablé con él, la que debería hablar...

—Sos vos. —Mi papá entra a casa con bolsas del supermercado y por las ventanas veo que ya habían llegado todos.

—Bueno, es momento de hacer oídos sordos —Saco la bandeja de vidrio con chocotorta y la dejo en la isla de la cocina—. Parece que tengo familia del enemigo, porque siempre se ponen del lado del otro.

—¿Sigue con sus boludeces, no? —Entra Matías y Lautaro le dice que si con la cabeza.

Veo como Leandro es el último en bajar de la camioneta y siento exageradamente cómo se me ilumina el día.
Saco con el tenedor una gran cantidad de chocotorta y me la mando a la boca hasta esperarlo, apenas cruza la puerta, voy corriendo hasta él.

—Dios, lo que te extrañé. Decime que vos no te me vas a poner en contra.

—No —Leandro me sonríe y yo lo abrazo—. Pero si voy a usar mis hermosos dotes para poner celosa a la gente —Me dice rápido al ver quiénes estaban en el patio de casa—. ¡Arriba! —Me agarra de las piernas y me sube a su hombro para empezar a correr hasta la pileta.

—¡Leo, bajame!

—¡Upa, miren quién llegó! —Escucho el grito de Florencia junto a las risas de Aymara y Priscila.

—¡Tirame y te mato! —Alcanzo a decir antes de que caigamos al agua.

—Te comería la boca, a propósito, para ponerlo el doble de celoso pero: Uno, respeto a mi amigo Exequiel. Dos, me estoy viendo con alguien y tres, tu papá me acaba de decir en la camioneta que ni se me ocurra agarrarme a piñas en su casa. —Me dice rápido antes de que empiece a putearlo, dejándome muda.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora