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Exequiel.

    

La charla terapéutica que tuve con Leandro se extendió y terminamos cocinandonos algo para almorzar.
A pesar de que él me había tranquilizado, notaba en su cara que necesitaba soltar algo. Ese algo lo estaba preocupando y no lo dejaba disfrutar del todo el momento que estábamos pasando.

No quise preguntar hasta que él me lo contara pero pasaron los minutos, terminamos de almorzar, yo lavé los platos ya que él había hecho la mayoría del almuerzo y cuando volví al living lo vi cambiando los canales de la televisión hasta parar en un canal de deportes.

Hoy jugaba River.

En el momento que me siento al lado suyo en el sillón, mi celular suena y sé por el sonido personalizado que era un mensaje de mi novia.

—Que raro que Zoe no te haya dicho.. —Leo comienza a hablar pero cuando gira la vista hasta mi celular, asiente—. Eso.

—Dice que va a ir al partido pero en cuánto pueda se escapa para acá. —Le resumo el mensaje y mi amigo asiente con la cabeza.

—Que pendeja desorganizada que es —Se queja, negando con la cabeza—. Todavía se sigue mudando y en nada nos tenemos que ir de viaje. Seguramente cuando volvamos, va a seguir mudandose.

Yo me río mientras le digo que sí con la cabeza.—Ni lo dudes.

—¿Chini me compró helado? —Pregunta y me giro confundido a mirarlo— ¿Tenés helado?

—Flaco, esta es nuestra casa. ¿Cómo te vamos a comprar helado a vos?

—Chini siempre tiene helado o gelatina para nosotros en su casa, espero que acá pase lo mismo.

—No, acá no va a pasar lo mismo —Me niego—. ¿Nosotros? ¿A quién te referís?

—Ya sabes, en el grupo eramos tres —Explica y quiere que yo entienda con eso, obviamente no lo logro—. No me hagas decirlo. Uno era Zoe, yo soy número dos y número tres... no hablamos de número tres.

—¿Tiago? —Pregunto y él asiente la cabeza— Es increíble como les afectó su ida a España, culia.

—A vos no te afectó porque siempre viviste lejos de él por sus clubes diferentes pero nosotros tres convivíamos prácticamente —Dice apenado y luego se levanta del sillón—. Ayer me llevé de souvenir del casamiento dos botellas de champagne —Se ríe mientras busca algo en su campera, al rato el tintineo me indica que son sus llaves—. Voy a ver si me sobró algo de una botella y voy a buscar mi helado.

—¡Apurate que ya empieza la previa del partido! —Le grito cuando está por cerrar la puerta.

Le respondo el mensaje a Zoe y como no tenía nada que hacer, me levanto del sillón para dirigirme hasta la ventana y ver como Leandro cruzaba trotando el puente de vidrio que unía nuestros edificios.

Era muy loco, al menos para mi, vivir tan cerca de Leandro.
Seguramente para Zoe no es novedad, por algo se alegró demasiado cuando nos dieron el "sí" para tener este departamento.
Nos quedaba solo a cuadras del club River y a media hora del barrio donde se encontraba la cancha de Boca, era perfecto para nosotros.

Ya me imaginaba las miles de situaciones que ibamos a vivir dentro de estas cuatro paredes, incluyendo las noches que seguramente Leandro se iba a quedar a dormir o a vaciarnos la heladera como hace en todos lados.

Al parecer me distraje mucho pensando y mirando las vistas que teníamos desde los ventanales porque el portazo que dió mi amigo me sacó del trance.
Me doy vuelta para mirarlo y veo una mezcla de preocupación y enojo en su cara.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora