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ZOE.
 
 
—¿No pusiste bien la alarma, Chini? — Entre dormida escucho como mi papá me despierta— No te puedo estar levantando siempre, dale.

Abro los ojos y veo como sale de mi pieza con el equipo de entrenamiento de River. A las corridas salgo de mi pieza para encontrarme a todos desayunando.

—¿No puedo ir con vos a entrenar?

—Tenés colegio, Chi. —Me contesta mi mamá, también por mi apodo.

—¡Ya sé, ya sé! —Grita cansado Teo.

—No te lo decía a vos, amor. —Dice ella y nosotros nos reímos ante la confusión de mi hermano porque ambos teníamos el mismo apodo.

—¿Quién los manda a ponerles Chino y China a los dos? —Pregunta Ciro, agarrando el bolso de entrenamiento y saliendo de la casa para subirse al auto del lado del conductor.

—Me voy porque este chico es capaz de dejarme a pata. —Saluda papá y se va trotando.

—Bueno, se fue el jefe —Me doy media vuelta y camino hasta la pieza—. Hoy se falta al colegio, bros.

—Si, si, justo. Andá a cambiarte dale. —Escucho el grito de mi mamá y me río.

El club River era uno de los grandes de mi ciudad, no solo tenía deportes sino que también tenía un colegio a su nombre. Ahi ibamos nosotros.
En el viaje, me duermo una siestita mientras mis hermanos almorzaban en el auto, la vida del chico que entrena, hace futbol y va al colegio a la tarde era así: todo a las apuradas.
Yo también iba en el turno tarde al colegio, pero no entrenaba, por lo que almorzaba lo que quería sin necesidad de comer fruta y muchos nutrientes a las apuradas.

Era Noviembre y eso indicaba hacer el famoso "último esfuerzo".
Ya había pasado mi viaje de egresados a Bariloche, la fiesta de egresados y todo lo que conlleva estar en el último año de secundaria.
Solo quedaba aprobar las materias, la fiesta del último día y mandar todo a la mierda. O mejor dicho, quemar todas las hojas, ser feliz y libre.

—¿Cómo es esto de que bajaste del auto y mi cuñadito no dejo de mirarte? —More, mi amiga, me saluda y entramos.

—Son alucionaciones tuyas. —Digo mientras me ato el pelo para estar más cómoda.

—Siempre con menores vos, eh. —Me dice Flor y se ríen.

El día pasa más que lento, con materia trás materia pero me recorre en el cuerpo un gran alivio cuando escucho el último timbre.

Cuando estoy saliendo del aula para esperar que el preceptor nos deje salir a la libertad, siento como me vibra el celular. La pantalla indicaba el apellido de mi mejor amigo, sonrió y atiendo.

—¿No podés esperar unos segundos? —Son las primeras palabras que digo en la llamada.

—No, boluda, pará —Mi mejor amigo se ríe del otro lado—. Dice Mati que no los va a venir a buscar nadie, que River hace doble turno.

Dah, Tiago me estás cargando. ¿Mi hermano te dijo eso?

—Si queres me quedó asi no la pasas tan mal y no te aburris.

—Si, si, justo lo haces solo por mi. —Corto la llamada, sabiendo que se quedaba porque quería espiar el entrenamiento del equipo mayor de River y cuando salgo del colegio, me desvío y voy hasta la cancha de práctica.

Obviamente ni Tiago ni Matías ni nadie me estaba esperando afuera para acompañarme en la larga caminata hasta el campo así que empecé a caminar sola, mirando el celular.

—¿Qué haces sola? —Me tapan los ojos por atrás y escucho la voz de Leo.

Me doy vuelta y este me planta un beso, haciéndome sonreír. Malditos menores.

—Los tarados de tus amigos no se dignan en esperarme 2 minutos.

—Che, che, uno es tu hermano y el otro tu mejor amigo —Se ríe y se me queda mirando—. ¿Te dije que me encanta tu cara de enojada?—Pregunta de la nada, yo niego con la cabeza y él me da otro beso.

Estuvimos un largo rato besándonos hasta que empezamos a caminar hasta donde debería haber estado hace 20 minutos.

—¿Entrenaron hoy? —Pregunto mirándolo mientras él pasaba un brazo por mis hombros y entrabamos dónde estaba practicando River.

—Si, ¿No te dijo Mati? —Leo me repregunta y yo niego con la cabeza— El próximo partido es contra Boca y de visitante.

—Uh, yo quiero ir.

—Mas te vale que nos traigas suer... —Él deja de hablar ya que achica un poco más los ojos pero no por el sol—. Mmm, por allá te están llamando.

Giro la cabeza para ver a mi papá con la misma vestimenta de director técnico, llamándome para que vaya hasta donde estaba él.

—Ay dios —Me quejo—. Andá con Mati, si querés —Giro para mirar a Leo, él asiente entendiendo pero cuando empieza a caminar, lo paro—. Pero antes dame un beso.

—¿Estás loca vos?

—A Ciro después me lo banco yo. —Me acerco, le doy un pico y nos separamos, caminando para diferentes lados.

Cuando llego al lado de mi papá, él se queda callado por un rato, mirando a sus jugadores.

Después de un tiempo y de unas miraditas con mi hermano mayor, decide hablar.— ¿Dónde estabas?

—Sali del colegio.

—Matías salió hace más de media hora —Se gira a mirarme y yo me muerdo el labio—. ¿Ese es el mismo chico que el otro día?

—¿Y como sabes vos?

—Chini, vivo en este club más o menos.

—Si pero no digas nada.

—Es buenito Leo igual —Dice y yo me asombro. No por lo que dice, sino porque se sabe el nombre—. Amigo de Mati y creo que el hermano, Franco, es amigo de Ciro.

—¿No querías investigarlo un poco más? —Me río y lo empujo, haciendo que el también se ría.

—¿Vos te reís y tu hija anda a los besos con un pendejito? —Llega Ciro corriendo, todo transpirado.

—Andá a entrenar vos.

—Ciro, si te habré visto en cosas peores por el club —Papá le hace montoncito—. Ni le cuento. Dale, volve.

—¡Vas a cobrar, eh! —Grita haciéndole señas a Leandro que estaba en las mini tribunas con Tiago y Mati.

—Yo pensé que ibas a estar con Tiago.

—¡Ay papá!

—¿Qué?

—Es mi hermano, más o menos.

—Y qué se yo, Chini —Él se encoge de hombros—. ¿Te vas a poner de novia?—Pregunta y yo niego con la cabeza— ¿Vas a ir a verlos mañana?

—¿Mañana es la fecha que juegan contra Boca? —Pregunto asombrada, era muy cercano el encuentro— Bueno si, voy a ir. —Digo riéndome y mi papá me muestra su leve disgusto con solo una mirada.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora