92: FINAL

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ZOE.
 
 
La sensación de tener algo pesado encima mío me estaba matando y me hizo despertarme para descubrir que tanto Exequiel como Leandro me estaban usando de colchón.

Trato de abrir completamente los ojos pero me agarra un tirón en la frente que me hace entrecerrarlos denuevo.

Okey, estás en tu pieza. Todavía en España. Es de noche y tenes a tu mejor amigo con tu novio usandote de colchón.

Esperen, ¿Es de noche?

Esta vez, a pesar del dolor, intento levantarme pero un brazo que pasaba por encima mío me lo impidió, volviendome a recostar. Era el brazo de Leandro que si seguías el camino, iba hasta el pelo de Exequiel.

Mi cerebro solo tuvo que conectar algunas neuronas y recuerdos: Exequiel a veces no se duerme sin que le haga mimos en el pelo y como yo seguramente estaba pasadísima con el licor de coco que nos robamos, le pidió a Leandro que le haga mimos en el pelo.

Este crossover no podía estar pasando.

Saco el brazo de Leandro y me levanto de una vez para bajar de la cama, pisar la maldita botella del licor y hacer un ruido bárbaro que me rompió el cerebro en cuatro partes.

Escucho los quejidos de los chicos y despacio me dirijo hacia donde estaba mi celular cargando su batería, esto seguro también había sido obra de Leandro.
Él siempre tan cuidadoso.

En cuanto miro la hora, las llamadas y los mensajes me devuelven el alma al cuerpo y corro hacia la cama.

—¡Ya! —Los alarmo en susurro mientras los movia en la cama— Necesito que se levanten ya.

—¿Qué pasó? —Exequiel es el primero en reaccionar del todo, Leandro seguía refregandose la cara en la almohada como siempre que se levantaba.

—Son pasadas las diez de la noche del 31, deben estar todos abajo cenando por año nuevo y nosotros ni siquiera aparecimos.

—¿Qué? —Leandro salta de la cama y comienza a agarrar su ropa— No, loco. Yo tengo una reputación que cuidar en esta familia.

—Te acordaste un poquito tarde.

—Culpa de ustedes que me incitan a hacer.. —Dice mientras mira todo el desastre que había en mi habitación—. Todo esto.

—Está todo marcado de chupones. —Le susurro a Exequiel mientras señalo a Leandro y ambos nos reímos a la vez que el otro se va de la pieza.

—Vos porque todavía no te viste al espejo.

—Y vos porque no te viste a vos —Repito señalandolo—. También te tenes que ir yendo porque tu valija no está acá.

Después de bancarme las mil quejas de Exequiel, él se va y yo me doy una ducha rápida.
Sin pensar demasiado, elijo un conjunto de blazer y short blanco. Me maquillo y bajo como si no estuviese desaparecida hace horas.

Leandro y Exequiel me ganaron de mano y ya estaban sentados en la mesa para cuando yo aparecí, por lo cual era la última en dar la cara.

Nadie tocó el tema, saludé a mis papás de lejos y le di besos a Gino y a Teo.
En cuanto me senté, la mirada de Tiago pesaba en mi pero decidí ignorarla porque sabía que me iba a preguntar y yo con mis movimientos nerviosos le iba a responder todas las dudas que tenía.

Del otro lado de la mesa, Exequiel con la polera cuello tortuga se tapaba las evidencias y Leandro seguramente se había pasado base de maquillaje porque no se le notaba nada.
Repito nuevamente, él era siempre tan cuidadoso.

Ambos, de a ratos, se daban miradas cómplices o me miraban a mi, al borde de reírse.

No entiendo como pude aguantar hasta las doce de la noche esa tensión pero me encontré brindando con mi familia por el año nuevo que estabamos recibiendo.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora