—¿Estoy lindo? —Exequiel se baja del auto mientras daba una vuelta, mostrando su camisa blanca, pegada al cuerpo, y una bermuda.
Tiago y Leo se miran entre si, ambos pensando que esa camisa podría llegar a quedar del color del club donde ellos dos jugaban. Roja.
—Si, mejor que te la arremangues. —Le dice Leandro al ver que él lo hacía, cruzándose de brazos.
—¿Eh?
—¿Nos quedamos afuera charlando un rato? —Pregunta Tiago, no sin antes mirar mal a Leo por su comentario— Este se cagó a trompadas y quiero un poco de aire.
—Pero si el jardín de adentro no es techado, vamos—Insiste Exe, tratando de entrar pero Leandro le pone un brazo en el torso.
—Está borracha, no vas a querer ver eso.
—¿Y estando así la dejaron sola? ¿Están locos?
—¡Ja! Está más que acompañada.
—Por los del club Vélez, tranquilo. —Tiago vuelve a corregir a su amigo.
—Bueno igual, la quiero ver y si está muy mal, la llevo a la casa.
—¡Que no! —Grita Leo, cansado— ¿No me vas a preguntar con quién me peleé y por qué?
—Tenés razón —Exequiel se aleja de la puerta y los tres se sientan en el cantero—. ¿Con quién discutiste?
—Se pegó con Sant.. —Tiago no pudo terminar de responderle, que Exequiel ya estaba cruzando la puerta del jardín de un salto—. Ah pero nosotros somos licenciados en Pelotudología.
—¡Abrí dale! —Leandro lo apura y entran rápidamente.
Tomás le agarra el vaso a Zoe y lo deja a un costado para agarrarla de la cintura.—¿Por qué no nos vamos yendo? —Le susurra en la oreja.
—Che, che, mi amiga. —Se queja Lautaro, quién ya no le gustaba nada de lo que estaba viendo.
—Que yo sepa, hace una hora me dijiste que estabas enojado por no haberte dado bola estos años. —Responde Zoe, sin darle importancia a la queja de su amigo.
—¿Las opiniones no pueden cambiar? —Pregunta Tomás, llevando su mano al mentón de ella y acercando sus labios.
—La cara te voy a cambiar. —Exequiel llega para empujarlo y pegarle. Tomás queda en el pasto, mirándolo desconcertado por unos segundos.
—¿¡Exequiel, qué te pasa!?
—Yo te lo dije, Muña —Él la señala—. El que te llega a tocar...
Pero no termina de decir la frase que Tomás se levanta para empujarlo y responderle con una piña. Exequiel se le tira encima y Zoe empieza a gritar.
—¡Hagan algo, ayudenme a separarlos!
—Dejalo, que lo acomode un poco. —Leo le responde, cruzandose de brazos. No le caía para nada bien y se notaba.
—Dale, ayudame —Se queja Tiago mientras agarraba a Exequiel—. Chango, no te rebajes a este agrandado. Dejalo.
—¡No quiero! —Grita Exe— No te quiero volver a cruzar, Culiao, porque te mato enserio.
—¿De dónde sacaste a este payaso? No mata ni a una mosca.
—¿Qué te pasa, la concha de tu madre? —Se adelanta Leo para hacerle frente a Tomás, defendiendo a su amigo.
—Salí que con vos tuve bastante hoy —Zoe aleja a Leandro—. Ay, ¿Saben qué? Me hartaron. —Ella sale caminando hasta el pasillo del jardín que da a la puerta de salida.
—¡Zoe, pará! —Exequiel corre detrás de ella.
—Ni se te ocurra hablarme.
—No seas así, dale. —Él la agarra de la mano.
—No me toques, andá a saber con quién estuviste y yo te tengo que estar escuchando como una idiota tus chamuyos. —Se queja ella para empezar a caminar hasta la puerta, mientras tomaba lo último de la botella que había encontrado en el camino.
—¡Los vas a escuchar igual, Zoe! —Grita él, haciendo que ella deje de caminar, sorprendida ante esa actitud no tan común— Porque ya me cansé del jueguito de "Hagamos todo lo que ella quiere" con tal de no lastimarte o enojarte. Estoy harto y sabes, yo sé que sabes, que todo fue un error.
—¿Un error? —Pregunta, dándose vuelta para mirarlo mientras le temblaban las piernas por una combinación entre el frío de la madrugada y los efectos del alcohol— Claro, que te venga a ver jugar desde el culo del mundo es un error. Te recuerdo, Bosterito, que vos te enojaste igual que yo cuando te enteraste que no había aclarado las cosas con Leandro.
—Pero esto es distinto.
—Si, obvio que es distinto —Zoe asiente con la cabeza—. Porque yo no estaba, ni estuve, de novia con él, en cambio vos sí. Contame, ¿Cuándo fue? ¿Navidad? ¿Año nuevo? Seguro en alguna de esas dos fechas dónde yo lloraba por vos —Lo señala—. Al final, te llenaste la boca de discursos sobre ir con la verdad y no jugar a dos puntas, ¿Para qué? Para terminar haciendo lo mismo.
— Ella sabía quién eras, supo qué hacer y se salió con la suya haciéndonos pelear —Le cuenta Exe—. Ambos volvemos a desconfiar y yo denuevo como un tarado atrás tuyo.
—¿Te pensas que para mí fueron fáciles nuestras desconfianzas?
—Pareciera que si.
—¡Me la paso llorando por vos cada dos por tres, Exequiel!
—¡Ah pero esta vez bastante fácil la hiciste que ya estás con un pelotudo nuevo!
—Quizás no me hace llorar tanto como vos.
—Reconocelo, reconocelo que cada vez que nos peleamos te mandas cualquiera.
—Es inútil hablar con vos.
—¡Claro! Porque yo soy un pendejo y él debe ser un marquesito con plata que no te genera problemas, ¿Sabes por qué? ¡PORQUE NO TE QUIERE!
—¡Callate! —Le grita ella y ve como Leo se acerca corriendo— Se escucha todo.
—¡Que me escuchen! Estoy arreglando una relación que quiero, con la chica que amo pero que me rompe a pedazos cuando quiere.
—Claro, porque basurearme en tu entrega de diplomas y jugar a dos puntas conmigo no es romperme a pedazos también.
—Me parece que ya se dijeron bastante. —Leo se pone en el medio.
—Al final me tendría que haber quedado en casa ese día, esperándote —Zoe mira a Leandro—. Total, ese partido no me trajo más que problemas.
—No digas eso, Muña.
—¡Si, lo digo! Me cambiaste todo, Exequiel, todo, y ahora que te fuiste me dejaste en la nada misma.
—Yo no me fui. —Él la mira, apenado.
—No la escuches, ya te dije en qué estado está. —Le dice Leo.
—¡Si, que me escuche! Que sepa lo que siento porque yo también estoy harta.
—¿Y nuestros planes a futuro?
—¿Nuestros? —Ella se ríe— Los rompiste cuando invitaste a esa chica a verte jugar, ahora andá y concretalos con "Bobita".
—Andá, Chango, por favor.
—Mañana ya voy a estar muerta del dolor que me causó, otra vez.—Zoe abraza a Leo y empieza a llorar mientras Exequiel se aleja.
—Mejor hablan mañana, no la escuches ahora.
—Vos me lo dijiste, Muña —Él se acerca llorando a hablarle al oído—. Vos a mi no me dejas.
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Mi Pecado
RomanceViajes, partidos, entrenamientos y el chico perfecto del club de fútbol "River" que la familia acepta. Esa era la vida de Zoe. ¿Qué pasa cuando te das cuenta que la vida que tenés, la cambiarías por solamente estar con otra persona de un equipo riv...