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Priscila, Juan, Lautaro y Zoe se sientan en las plateas cuando los equipos de reserva ya se estaban saludando, entre si, para después colocarse en ambos lados de la cancha.

—¿Habré cerrado bien el auto? —Pregunta Zoe pero cuando trata de levantarse, Juan la vuelve a sentar.

—Sabes perfectamente que si.

—Es que estoy nerviosa y... Bueno, basta.

Lautaro, sin darle mucha importancia a los nervios de su amiga, se queda parado y cuando identifica a Exequiel, le chifla particularmente como lo hacían cuando se conocieron en el predio AFA.

Faltaba bastante para que comience el partido de la primera división, por lo que la bombonera recién se estaba llenando y su amigo pudo escuchar el chiflido.
Sonrío al divisarlo y en cuanto ve a Zoe, vuelve su mirada al partido para enfocarse, un poco más que esperanzado por lo que pueda llegar a pasar.

El partido estuvo más que entretenido porque estaba peleado, la posesión de la pelota se disputaba entre los equipos y se mandaban jugadas que, por poco, no terminaban en gol.
Hasta el segundo tiempo, que por un error del defensor, el club Independiente mete el primer gol del partido.

—Dah, y encima no falta nada —Se queja Juan—. Hubiésemos venido más tarde y veíamos a la primera división directamente.

—¡Sh! —Lo calla Priscila al ver cómo los de la reserva de Boca avanzaban en campo rival, pero terminan haciéndole falta a uno— ¡Joderrrrr! —Grita y Zoe se gira confundida para buscar respuestas en Juan.

—Está obsesionada con las series españolas, yo ya no sé que hacer, amiga. —Le responde él, encogiéndose de hombres.

—No puede ser, nunca entra nadie normal a nuestro grupo.—Zoe se ríe, negando con la cabeza.

Lautaro seguía mirando el partido de pie y de brazos cruzados—¡Cuando no! Exequiel robando tiros libres que no son suyos —Se queja y mira al señor de al lado—. Usted porque no lo conoce. Cuando quiere, puede ser más morfón que Mauro Zárate.

—¿Vos no sos Lautaro el de la reserva de club Vélez?

—No, se equivoca. —Niega con la cabeza y vuelve a cruzarse de brazos para volver a ver a su amigo, que ya estaba pateando la pelota y a los segundos, se escuchan los gritos de los hinchas.

¡Gol!

—¡Me muero! —Grita Zoe al ver a Exequiel correr hasta el corner, haciendo unas señas que no entendía, para festejar— La puta madre, su primer gol en la bombonera.

—¡Ja! Y vos no querías venir.

—El candidato que te estás perdiendo por darle bola al rugbier ese. —Juan niega con la cabeza.

—¡No es rugbier!

—Deciselo a la carita de pateador de cabezas que tiene.

—Superalo, Juan.

—¡Dejen de pelear, che! —Se queja Lautaro.

—Culpa de ella, que se besa con cada personaje.

—Pobre de vos, envidioso. Si yo le contara a Priscila con las cancelables que estuviste antes.

—¡Pero cállate, pedazo de...!

—¡GOL! —Grita Priscila a la par de los hinchas y ambos giran a ver.

Era un doblete de Exequiel en los últimos minutos, quién se reía con sus compañeros y después de que los saluden todos, señala hacia donde estaban ellos.

—Ay, me lo dedicó a mí —Se ríe Lautaro y Zoe lo mira mal—. No me vengas a reclamar nada, que vos lo dejaste.

El árbitro del partido lo da por terminado al pitar el silbato y la bombonera, ya llena, aplaude a los juveniles de reserva.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora