CAPÍTULO 1 - EFECTOS

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Camilo bajó al primer piso y fue a la cocina, allí, fregando unos platos se encontraba el marido de su hermana.

—¿Mariano?

El hombre se volteó y sonrió al chico.

—Cami, ¿Qué tal?

—No muy bien —dijo el chico acerándose al hombre con la cabeza gacha.

—¿Y eso, que te pasa? —Mariano dejo lo que hacía y mientras se secaba las manos le cedió un asiento de la mesa para que el chico se sentase.

—Es Bruno...

—Ya veo, ¿te importa que acabe de fregar, y salimos a dar una vuelta para hablar?

—Vale —dijo el chico con un hilo de voz, mirando al suelo —¿puedo esperar aquí?

—Claro, no tardo nada.

Y así fue, cinco minutos después, Mariano y Camilo salieron por la puerta del patio trasero y pasearon por la zona de los montes.

—Bueno, ¿qué pasa con el señor Bruno?

—Mariano, sabes muy bien lo que pasa...

—Ya... —dijo el hombre rascándose la nuca —pensaba que había pasado algo nuevo.

—Ese es el problema, que no ha pasado nada, lleva mas de cuatro meses sin hablarme, apenas me mira, no puedo quedarme a solas con él, me evita... no se que he hecho mal.

—No creo que hayas hecho algo mal...

—¿Entonces por qué de un día para otro decidió dejarme? —pregunto Camilo con un toque de desesperación en su voz —seguro hice algo mal y el se enfadó, pero es que no sé que hice.

Camilo se detuvo, si daba un paso más echaría a llorar y no quería llorar más. Mariano le puso una mano en el hombro en señal de apoyo.

—¿Has probado ir a verle y preguntarle?

—Claro que si Mariano, ¿es que eres tonto?

Mariano se alejó un poco del chico separando su mano de su hombro, al momento Camilo se dio cuenta de lo que había dicho.

—Pe-perdona, perdóname... ya no se ni lo que digo —el chico apretaba los puños se sentía muy impotente.

—Cami, poniéndote así no vas a solucionar nada.

—Pero es que no entiendo nada ¿Qué hago, resignarme a que ya no me quiere sin darme una explicación? No es justo —finalmente el chico rompió a llorar.

Mariano contempló como el chico rompía a llorar, sintió pena al verle así y le extendió los brazos.

—Anda ven.

Camilo se acercó a él sin dudarlo y acetó su ofrecimiento y se dejó abrazar, el gran cuerpo de Mariano cubría casi completamente el pequeño cuerpo de Camilo, apoyó su cabeza en su pecho y acabó rompiendo a llorar mucho más intensamente mientras Mariano le acariciaba la espalda y el pelo. Y así estuvieron unos minutos.

—¿Mejor? —preguntó Mariano al separar a Camilo de él.

El chico asintió, se pasó la manga de la camisa por la nariz para limpiarse unos pequeños mocos que le salían de la nariz.

—Si, estoy algo mejor, gracias Mariano.

—No hay de que —dijo pasándole un dedo por debajo de sus ojos para limpiarle las lágrimas —para eso estamos.

El Camaleón que Bailaba sobre Arenas Movedizas (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora