CAPÍTULO 32 - LUCES Y SOMBRAS

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Un nuevo día llegó y la luz se filtraba por la ventana, un rayó de luz chocaba con las paredes verdes del cuarto de Arturo, provocando que la estancia tomase un tono cálido.

Camilo comenzó a abrir lo ojos de forma lenta y pesada, por un momento no sabía donde estaba, pero se sentía bien, cuando sus sentidos despertaron se vio rodeado por unos brazos y como alguien se encontraba detrás de él. Con cuidado se giró para quedar frente a frente con su acompañante, Arturo aun dormía.

El Madrigal por un instante no entendía nada, hasta que poco a poco comenzó a recordar todo lo sucedido el día anterior y como había aceptado dormir con Arturo, de pronto se sintió mal por causarle tantos problemas al chico.

—Arturo... —Camilo lo llamó en voz baja.

El chico de piel oscura se removió un poco haciendo que el agarre que tenía hecho a Camilo lo apretase un poco más contra él, llegando a pegar sus frentes.

—A-Arturo... —volvió a llamarlo aumentando un poco más el tono.

El chico comenzó a abrir los ojos, y el hecho de tener a Camilo tan cerca lo asustó un poco y tras soltar un pequeño grito, se echó para atrás. Pero una vez se repuso se incorporó en la cama y se sentó.

—¿Camilo?

—Perdona si te he asustado, pero creo que debería irme.

—¿Por qué?

—Mi familia estará a apunto de despertar y no se si hoy tengo tareas por hacer.

Con la mirada perdida aun por el sueño y el susto asintió.

—Ah, vale... pensaba que... na-nada déjalo.

—¿Qué pensabas? —le preguntó Camilo con un tono más divertido.

—No, que pensaba que te querías ir por algo que haya hecho yo.

—Que va, por supuesto que no, si no has hecho mas que ayudarme, te lo agradezco mucho —sonrió Camilo al chico mientras le hablaba —además tu y yo tenemos hoy una cita, que te lo prometí ayer.

Arturo abrió los ojos despertándose completamente.

—Ah-h-h ¿pe-pero era en serio?

—Claro, ¿o no quieres? —Camilo puso cara de preocupación al decir eso.

—Cla-claro que quiero.

—Pues no se hable más, esta tarde después de comer vengo a por ti y nos vamos.

—No, permíteme a mi ir a buscarte, que si tienes hoy tareas que hacer estarás mas cansado y así no tienes que hacer un viaje solo para buscarme.

—Está bien, gracias.

Tras ese intercambio de palabras, Camilo fue a la habitación de invitados a por su mochila y se cambió de ropa, una vez cambiado, volvió a la habitación de Arturo y se despidió de él.

Y con paso tranquilo, disfrutando del buen tiempo y de que la calle estaba vacía, fue camino de la casa Madrigal con una sonrisa en la cara.

Tras un paseo llegó a la puerta y una vez estuvo junto a ella esta se abrió sola permitiéndole el paso.

—Gracias, Casita.

Justo al entrar vio como Dolores y Mariano bajaban las escaleras.

—Hola buenos días —saludó el chico.

El Camaleón que Bailaba sobre Arenas Movedizas (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora