CAPÍTULO 89 - DIFÍCIL DE OLVIDAR

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Esa noche, Bruno la pasó solo, le pidió a Camilo que le dejase esa noche dormir solo, necesitaba pensar, debido a la multitud de cosas que habían pasado en tan poco tiempo. El chico aceptó, aunque no muy convencido.

El mayor se encontraba sobre su cama, a su alrededor, cinco ratas estaban tumbadas, silenciosas, acompañándolo. Él se había centrado tanto en darle sepultura a Rigoberta que por un momento descuidó a sus otras amigas, y eso no estaba bien, por lo que ese día las dejó dormir en la cama con él.

Aun dolía la perdida de Rigo, puede que fuese una rata, pero esa rata fue tan importante para él que seria muy complicado de explicar. Para Bruno encontrarla fue como metáfora de que siempre puede llegar algo mejor.

—Olga —dijo Bruno en voz baja señalado a una de las ratas —ahora tu eres le jefa, espero estes a la altura.

La rata dio un chillido y volvió a dormir.

Bruno sonrió y ahora en su mente solo estaba el nuevo integrante de la familia, el pequeño Víctor. Nadie sabía realmente lo feliz que le había hecho eso, que su sobrina eligiese ese nombre era muy significativo para él. A fin de cuentas, era el nieto de su Víctor.

Mirando la ruana colgada en la silla murmuró algo antes de caer dormido.

—No voy a permitir que tu nieto sufra ningún daño.

Llegó el nuevo día, y el sol brillaba con fuerza, la radiante abuela Pepa sonreía mientras cargaba en sus brazos a su nieto.

—Ay, por favor... que bebotito mas guapo.... —decía la mujer con voz rimbombante.

—Mamá, no le muevas tanto, le oigo moverse el esqueleto.

—Perdón hija, es que me emociono —dijo la mujer calmándose un poco —que recuerdos de cuando erais bebés.

Ese día lo tenían libre, se preparaban para la noche y la fiesta de bienvenida. Todos tenían su tarea. Dolores que, ya podía levantarse de la cama, se encargaría de cuidar al pequeño, mientras con su oído estaría pendiente de si alguien necesitaba ayuda. Mirabel y Camilo limpiaban la casa.

—Que milagro que me hayas querido ayudar a limpiar —dijo Mirabel a su primo.

—Prima, lo hago por mi sobrino, no por ti —se burló le chico.

Luisa e Isabela ayudaban con la decoración de la casa, una transportando todo y la otra ornamentando con flores. Mariano, Agustín y Félix habían salido al pueblo a avisar a todos de la fiesta, mientras que Antonio y Alma supervisaban a la vez que ayudaban a Luisa o Isabela.

—Brunito —llamó Alma a su hijo.

—¿Si, mamá?

—Creo que es el mejor momento para darle su primera visión al pequeño.

—¿Tú crees?

—Si Dolores quiere por supuesto.

Bruno se acercó a su sobrina.

—Dolores, dice tu abuela que, si quieres, le puedo hacer su primera visión a Víctor.

Dolores arrugó un poco la nariz y sopesó si era buena idea o no. Aun recordaba como con apenas seis años le hizo su primera visión y no fue muy agradable. Pero era todavía muy pequeño para lo que fuese que llegase a ver en esa visión.

—Si, me parece bien.

—De acuerdo, pues vamos.

Así, subieron al cuarto de Bruno, hasta atravesar la cortina de arena y quedar frente a las escaleras.

El Camaleón que Bailaba sobre Arenas Movedizas (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora