CAPÍTULO 82 - NOS EQUIVOCAMOS

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Días después, Camilo y Bruno caminaban por las calles del pueblo, se dirigían al teatro, ya que Alma les había pedido que fuesen esa mañana a revisarlo y ver si necesitaba limpieza. Y sin negarse, los dos se pusieron en marcha.

—Bruno, ¿te importa si nos pasamos un momento por la tienda de Arturo?

—Claro, sin problemas, ¿para qué?

—Me quiero disculpar por lo del otro día.

—Está bien, vamos.

Al llegar a la plaza central, de donde salían la inmensa cantidad de calles que llevaban a todas partes del pueblo, caminaron hacia la tienda del joven, al llegar vieron el cartel de "abierto".

—¿Entras conmigo? —preguntó el chico —me sentiría mas seguro.

—Claro, vamos.

Camilo abrió la puerta haciendo sonar la campanita que colgaba, al recibir ese sonido, Arturo, que estaba en el mostrador se giró y al ver entrar a los dos su rostro apacible y sonriente cambió un poco a uno mas serio y algo nervioso.

—Buenos días, Camilo y señor Bruno, ¿Qué se les ofrece?

—Solo quería pedirte perdón, el otor día fui un estúpido y te hice sentir incomodo.

Arturo pestañeo varias veces, miró al chico y luego miró a Bruno, sintiendo como sus mejillas se tornaban rojas.

—No pasa nada, Camilo, pero muchas gracias.

Arturo salió de detrás del mostrador y se puso delante de los dos.

—Yo se que no lo hiciste queriendo.

—Si, solo quería hacerte una broma.

—Lo sé.

Bruno se acercó a Camilo y le puso una mano en al cabeza revolviéndole los rizos.

—Muy bien, Milo, todo ha ido bien.

En ese momento, Bruno alargo al mano para pasarla también por el pelo del chico de piel oscura que, al sentir el tacto de hombre, abrió bastante los ojos, notó como sus propios rizos se revolvían en los dedos del mayor y como un calor empezaba a recorrerle todo el cuerpo. Los miró, ambos sonreían y se miraban entre ellos. Arturo sintió envidia y excitación al mismo tiempo.

Comenzó a hiperventilar, de un gesto rápido agarró la mano de Bruno haciendo sorprender al mayor, lo agarró por la muñeca y se la puso delante de la cara. Bruno miraba algo extrañado, a lo mejor no le había gustado que le tocase el pelo, pensó el hombre, de la boca de Arturo empezó a brotar un pequeño hilo de saliva y dirigió la mirada de nuevo a los dos.

—Arturo, ¿estas bien? —preguntó Bruno que había visto le cambio en el joven.

Arturo ya no escuchaba, en su mente solo había una única cosa, necesitaba sentir esa mano tocar todo su cuerpo, necesitaba que esa mano recorriese cada centímetro de su anatomía y se introdujese dentro de él. Pero por un instante esa sensación de necesidad despareció y miró a Camilo, en su mente volvió a aparecer esa imagen de el Madrigal en su cama gimiendo debajo de él.

Reaccionando, Arturo se echó para atrás con cara asustada, pero aun respirando fuerte y con saliva cayendo de su boca, sus pupilas estaban muy dilatadas.

—¿Arturo? —preguntó ahora Camilo.

—N-n-no sé, que pasa, no puedo controlarme... —decía le chico que veía aumentar dentro de el la necesidad de volver a sentir el calor interno de Camilo.

El Camaleón que Bailaba sobre Arenas Movedizas (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora