CAPÍTULO 31 - EL CABALLERO SALVADOR

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Un silencio sepulcral inundaba la habitación, Camilo se había quedado quieto, con ojos de sorpresa y con las manos tapando su boca miraba a Arturo, el chico de piel oscura estaba inmóvil, temblaba, su mirada, aunque ausente enfocaba a ese chico que lo acababa de besar, ese chico por el que había empezado a sentir algo. Ese acto le pillo tan de sorpresa que no supo reaccionar.

—Arturo, perdóname, no se en que estaba pensando, ha sido sin querer —se excusaba Camilo de forma rápida, algo avergonzado por su acto.

Arturo lo miraba, aun sin decir una palabra, su mente todavía procesaba lo que acababa de pasar. Camilo lo había besado.

—¿Arturo?

—N-no te preocupes... —comenzó a decir el chico mientras volvía en si —no pasa nada.

—¿Seguro?

—Si, si, no te preocupes —Arturo hablaba de forma apagada como su estuviese en modo automático.

—Será mejor que vaya a dormir —dijo Camilo encogiéndose —buenas noches...

Camilo pasó a su lado y le puso una mano en el hombro para despedirse, salió de la habitación y dejó allí al chico todavía algo atontado.

Tras unos minutos donde la mente de Arturo no dejaba de funcionar, finalmente, sintió como sus piernas flaqueaban y despertó completamente de su ensoñación, con respiración acelerada se tumbó en la cama, donde se quedó mirando al techo hasta que su respiración fue calmándose.

Camilo se encontraba tumbado en la cama de la habitación de invitados, se sujetaba la cabeza mientras pensaba. "¿Por qué soy tan tonto? ¿Por qué he hecho eso? No merezco que me traten tan bien, soy un estúpido, lo he estropeado todo, con razón Bruno me odia, soy un miserable, Dolores tenia razón, soy un infantil y seguro ahora Bruno me odia mucho más, si tenía alguna oportunidad la he perdido, soy una basura, no merezco nada, seguro todos estarían mejor sin mi"

Tiempo después, Arturo sintió la boca seca y salió con atención de ir a la concina a por un vaso de agua, pero al caminar por el pasillo, llegó a la habitación de invitados, por un momento se quedó allí, de pie, mirando la puerta, con aire triste posó una mano en ella, "ha sido un error", esas fueron las palabras de Camilo.

Tras separar la mano y girarse para seguir su camino, oyó un fuerte golpe dentro de la habitación, y sin pensarlo abrió la puerta e irrumpió de forma violenta. Una vez dentro pudo ver a Camilo tirado en el suelo al borde de la cama.

—¡¡Camilo!! —dijo corriendo hacia él, y al arrodillarse y tocarle, el chico levanto la cabeza —¿estas bien? ¿Qué ha pasado?

—Na-nada, no era capaz de dormir y me he puesto a dar vueltas y me he caído de la cama.

Arturo suspiró aliviado, dándole la mano al Madrigal, lo ayudó a ponerse de pie.

—Yo tampoco puedo dormir.

—Seguro es por mi culpa, perdóname.

—No, no te preocupes... ¿y que te impide dormir a ti? —dijo intentando cambiar de tema.

—Mi tía dice que es ansiedad, mi cabeza no deja de pensar cosas que no quiero y me hace muy difícil dormir.

—Oh, ¿y como consigues calmarte?

—Con una medicina que me dio mi tía, pero ya me la he tomado —le dijo enseñándole un botecito —pero cuando estaba muy mal... —Camilo se calló de golpe.

—¿Qué?

Camilo agachó la cabeza.

—Cuando estaba muy mal, dormir con Bruno me ayudaba... pero ya no va pasar más.

—Bu-bueno, el señor Bruno no esta aquí, pero yo sí.

—¿Qu-que?

—Que si quieres puedo dormir contigo.

—No, no puedo pedirte eso, y menos después de lo de antes —Camilo se sentía mal, no quería ser más molestia para Arturo.

—Ya te dije que no pasaba nada, a mí no me importa...

—No se... no quiero molestarte.

—No es ninguna molestia, mi cama no es muy grande, pero cabemos los dos sin problemas.

Camilo se sentía lo suficientemente en deuda con Arturo como para negarle nada, por lo que aceptó su ofrecimiento. Tras ir los dos a por un vaso de agua, volvieron a subir a la habitación de Arturo. Allí, con mucha mas timidez de lo normal, Camilo entró y se quedó de pie al lado de la cama.

—¿Estas seguro?, ya te digo que no te quiero molestar —Camilo cada vez sonaba más apagado, más triste.

—Te lo aseguro.

Arturo se subió a la cama y se pegó a la pared, para dejar hueco al chico, el Madrigal de forma pausada, se sentó en la cama dando la espalda al chico de piel oscura y se empezó a tumbar de espaldas a él, al borde contrario de la cama.

—Buenas noches, Camilo.

—Buenas noches, Arturo.

Camilo se sentía un intruso, no solo había pasado el día en esa casa, si no que también había besado a Arturo solo para molestar a Bruno, su arrepentimiento era tan grande que le dolía el pecho.

—Soy tonto —dijo en voz baja.

—¿Has dicho algo? —preguntó Arturo acercándose un poco al chico, poniéndole una mano en el brazo.

Por alguna razón ese contacto rompió al cambia formas que comenzó a sollozar.

—Camilo, ¿estas bien?

El llanto se hizo algo más intenso.

Arturo al ver como el cuerpo del chico se contraía por los espasmos al llorar se pegó más a él.

—Tranquilo, esto aquí, no voy a dejar que te pase nada.

Camilo rompió a llorar, se sentía la peor persona del mundo.

—N-n-no me merezco nada de esto, no merezco que me trates tan bien...

—Camilo... —dijo Arturo con un hilo de voz.

—Soy un miserable, un desgraciado —el pecho de Camilo comenzó a doler, sentía una presión muy fuerte, por un momento le fue incapaz de respirar, sentía que se ahogaba y comenzó a temblar.

Pero de repente, Camilo sintió como unos brazos lo rodeaban y tras él noto el calor de un cuerpo. Arturo había visitó que el chico estaba hiperventilado y sufría espasmos por lo que a toda prisa se acercó a él por detrás y lo abrazó, dándole todo el calor que pudo.

—Shhh, tranquilo, respira... expira... sigue mi voz —Arturo le hablaba con una voz muy dulce y calmada al oído, intentaba calmar su ataque de ansiedad, Arturo sabia lo que era eso, lo llevaba sufriendo varios años, y se habían intensificado cuando su madre enfermó.

Poco a poco el cuerpo de Camilo se fue calmando, quedando completamente rendido en los brazos de Arturo. Una vez volvió a recuperar el control de su mente y su cuerpo, comenzó a sentir todo ese calor que Arturo le estaba dando, y no solo calor físico si no también mental. Esos brazos fuertes lo apretaban, notaba su cuerpo pegado al suyo, su cabeza se apoyaba en su nuca.

Sintiendo que sus ojos pesaban como bloques de cemento se le empezaron a cerrar, y su último recuerdo fue acurrucarse en los brazos de su salvador.

Arturo sintió como el cuerpo de Camilo había perdido rigidez, al poco oyó como respiraba de forma placida, se había quedado dormido. Levantando la cabeza, sin llegar a soltarlo, lo contempló, ver a Camilo dormido en sus brazos fue lo mejor que había visto nunca, esa cara tan angelical, plácidamente reposada en su brazo, su cuerpo color canela rodeado por sus brazos, sus cuerpos pegados. Por un momento olvidó todo lo malo que había pasado ese día, en su mente solo quedó los buenos momentos, ese beso, que aunque raro, había sido un beso. El ultimo pensamiento que tuvo Arturo antes de caer dormido fue "este ha sido el mejor día de mi vida"

El Camaleón que Bailaba sobre Arenas Movedizas (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora