CAPÍTULO 57 - DE CERO

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Había pasado todo el día, y aunque estaba bien, habían pedido a Camilo que se quedase en la cama hasta el día siguiente, el chico obedeció, aunque se aburrió un poco. Por la tarde lo visitaron sus primas y hermanos, también en algún momento de la tarde fue Mariano a pasar un rato con él, pero la persona que el mas esperaba no apareció.

Tras cenar en su habitación, se tumbó en la cama, miró su ropa colgada en una silla, se había puesto el pijama, mas bien solo el pantalón, no le gustaba dormir con la parte de arriba. No podía dejar de pensar en Bruno y en como no le habían dejado salir a verle, "cuando estés mejor le veras lo que quieras", "el también quedó inconsciente debe descansar", "no puedes verle ahora", esas cosas le decían, y el solo quería saber si estaba bien.

—Dolores, sé que me oyes, ¿si me escapo de la habitación alguien me ve?

Camilo dijo eso en voz baja, como esperando que su hermana le contestase, pero recapacitó.

—Nada, Dolores, que no puedes responderme, no me hagas caso, no me moveré de aquí.

De pronto, una sensación muy descargable empezó a formarse en su pecho, al poner su mano notó que se contraía rápido, se asustó, pero al instante esa sensación desapreció, a su vez una furia comenzó a crecer dentro de él, haciendo que apretase los dientes y el puño. Pero esa furia también despareció de golpe.

—¿Qué pasa? —dijo el chico levantándose de la cama algo asustado sujetándose el pecho.

Una sensación de ahogo empezó a surgirle, no podía respirar, se llevó las manos al cuello, sus pupilas se dilataron y de pronto, otra vez, despareció esa sensación.

El chico calló de rodillas al suelo algo alterado, comenzó a sudar y notar miedo, terror, levantó la cara y a cada sombra de su habitación veía cosas moverse, eso le hizo asustarse mas, pero de pronto el miedo se fue y con el las sombras de su imaginación. Ahora comenzó a llorar, Camilo estaba confundido, no sabía que le estaba pasando, la tristeza se fue para dar paso a una alegría abrumadora que el hizo reírse a carcajada limpia. Pero al rato esto también despareció.

Asustado, se apoyó en la pared e hizo aparecer un espejo para mirarse, a simple vista no había nada raro, solo estaba algo pálido y lloroso.

Esperando frente al espejo, pudo comprobar que fuese lo que fuese, había parado, haciendo desparecer el espejo volvió a la cama y se tumbó, algo asustado todavía jugueteaba con sus rizos para tranquilizarse, como había visto hacer a su madre años y años.

Unas horas después, el chico estaba a punto de quedar dormido cuando tres toques en su puerto lo hicieron levantarse. Sentado en la cama miró a la puerta, tres toques, eso significa que...

—Pasa, Bruno.

La puerta se abrió y Bruno entró en el cuarto sin apenas hacer ruido y cerrando la puerta tras de sí. Camilo, al verlo sintió mucha alegría, mas incluso de lo que esperaba, no pudo evitar levantarse y correr hacia él para abrazarlo, lo que tomó al mayor un poco por sorpresa, pero que también devolvió el abrazo.

—Bruno, por favor, perdóname.

Bruno pasó su mano por el pelo del chico y acarició sus rizos.

—Está bien Camilo, he venido a hablar.

—Pues hablemos —dijo el chico agarrando la mano de Bruno y llevándolo a la cama para sentarse en ella.

—Dime lo que quieras saber y te lo diré, con toda la sinceridad que pueda —dijo Camilo.

Bruno lo observaba, algo extrañado, estaba mas enérgico de lo que esperaba.

—Bueno, lo primero es pedirte yo perdón a ti, creo que esta mañana me pasé un poco, no sé muy bien que me pasó.

El Camaleón que Bailaba sobre Arenas Movedizas (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora