CAPÍTULO 21 - LA BALANZA DEL CABALLERO

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Bruno y Camilo salieron de la habitación y bajaron las escaleras, allí, en la entrada se encontraba Luisa saludando a Arturo. El chico al ver a que bajaban la escalera los saludo.

—Buenas noches Camilo y señor Bruno.

—Buenas noches, Arturo, que elegante te veo —dijo Camilo contemplando al chico.

—Muchas gracias... —dijo el joven de forma tímida.

Luisa los dejo allí mientras atendía a la llamada de su madre, cuando de repente, Alma entró en la casa por la puerta del patio trasero.

—Que bueno verte, joven Vázquez —dijo la anciana.

—Un placer que me hayan invitado, señora Alma.

—El placer es nuestro.

Tras eso, todos entraron en la cocina donde estaban el resto de la familia, uno a uno, fueron saludando a Arturo. Julieta que se encontraba en los fogones avisó que ya estaba lista la cena.

—Perfecto —dijo Pepa —ven Arturo siéntate aquí, al lado de Camilo.

—Va-vale...

Una vez todos se sentaron, sirvieron la cena. Al pasar a su lado, Julieta se extraño de no ver la ruana de Bruno.

—Hermano, ¿le ha pasado algo a tu ruana?

—Si y no.

Julieta lo miró raro mientras se sentaba a su lado.

—No entiendo.

—Es que esta mañana, se la he manchado y fui a lavarla al rio, y allí me caí al agua y Arturo me ayudó —explicó Camilo a su tía.

—Ah, ahora entiendo.

—¿Y como que te ayudó? —preguntó Alma.

—Me caí al agua y el me ayudó a secar mi ropa.

—Ah, pues muchas gracias, joven Vázquez —dijo Alma.

—No es nada señora, al final fue culpa mía que se cayese, lo asusté.

—Muy típico de mi primo —dijo Mirabel.

Camilo la fulminó con la mirada, haciendo que la chica se riese.

Mientras comenzaban a comer, todos iniciaron a hablar, Arturo al precio estaba algo tímido pero poco a poco se fue soltando, hablando y respondiendo preguntas.

—¿Y qué tal está tu madre?

—Muchísimo mejor, nunca podre dejar de agradecer al señor Bruno aquella visión —dijo el chico sonriendo hacia Bruno.

—Bueno, yo no hice nada, solo lo vi —dijo el hombre.

—Aun así, me dio la esperanza que me hacía falta.

—Pues me alegro entonces —dijo Bruno sonriendo, lo que provocó que las mejillas de Arturo se calentasen.

—Mi tío es que es el mejor —soltó de pronto Camilo.

—Muchas gracias, sobrino —dijo Agustín —yo también te aprecio.

—Ay, tío Agustín no lo decía para molestarlo —Camilo se sintió un poco mal, hasta que vio la sonrisa y el guiño de ojo de Agustín haciéndole ver que era una broma.

—¿Y tienes algún amorío? —preguntó Pepa.

El chico se ruborizó al máximo, esta vez notándose claramente.

El Camaleón que Bailaba sobre Arenas Movedizas (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora