Camilo caminaba por le pueblo, era por la mañana, el día era bastante soleado, tanto que le costaba mirar al frente sin entornar los ojos, Pepa debía estar muy contenta. Esa mañana, Camilo debía cuidar a un pequeño mientras su madre salía a hacer recados.
—Camilo, ¿puedes transformarte en mí? —dijo el niño al que debía cuidar.
Sin decir nada, el chico sonrió y se transformó en el niño.
—¡¡Que guay!!, ¿en cuantas personas te puedes transformar?
—En todas las que quieras —respondió Camilo volviendo a su forma —menos en mi madre.
—¿Y eso, por qué?
—Porque mi madre es única y seria una falta de respeto hacer un doble de ella —dijo Camilo que pensaba en como en sus once años que tenia su Don nunca se había transformado en Pepa.
—¿Y en el señor que da miedo?
—¿Y ese quién es? —preguntó Camilo haciendo memoria.
—El hermano de tu mamá.
—¿¡Bruno?! —dijo el joven sintiendo como una presión el pecho le hacía encogerse un poco.
—Si.
—Mejor que no.
—¿Por qué? ¿se enfada si te transformas en él?
—No... pero...
—Porfa, Camilo...
Camilo suspiró y se transformó en Bruno.
—Hala... que guay... pero no da miedo...
—Si, mi tío no da nada de miedo, es todo lo contrario —Camilo miró las manos de su tío, un escalofrío recorrió su cuerpo, aun recordaba la ultima vez que esas manos lo tocaron.
—¿El señor Bruno es bueno?
—Si, todo lo que decían de el era mentira, solo tenían miedo, él es la persona más maravillosa que existe.
—Eso dice mi mamá de mi papá.
—Eso es porque tus papas se quieren mucho.
—Si, seguro que tú también quieres mucho al señor Bruno.
—Mucho —dijo Camilo con voz entrecortada.
La mañana se pasó rápido, Camilo la pasó jugado con el niño y pasaron las horas, hasta que llegó la hora de volver, aunque era un poco temprano, por lo que decidió ir a buscar a Mariano y volver juntos a casa, y de paso preguntarle que pasó la noche anterior con Bruno, ya que vio como se lo llevaba.
De camino al centro de animales, a lo lejos, en la puerta de su tienda vio a Arturo, al verse ambos se saludaron y Camilo se acercó.
—Hola, Camilo ¿qué tal?
—Bien, Arturo ¿y tú?, ¿poca gente?
—No, pero ya es casi hora del descanso y estaba tomado un poco de aire.
—Yo voy a buscar a Mariano para volver a casa.
—Ah, pues hace unos minutos he visto a tu tío Bruno entrar en le centro de animales de Antonio.
—Oh...
—Bueno, Camilo, te dejo, ya hablamos —dijo Arturo de forma amable mientras entraba en la tienda.
Camilo por su parte se puso a andar dirección a la tienda, pero al llegar a la puerta, se detuvo, y dudó si entrar o no, no sabía si quería ver a Bruno, su respiración se agitó y volvió a notar esa presión en el pecho que sintió ayer. Haciendo caso a lo que le dijo su tía, se apartó un poco y se recostó en la pared, cerró los ojos y se concentró para regular su respiración, calmando su ansiedad.
Una vez mas calmado, pensó que lo mejor era irse, pero en cuanto se dispuso a marcharse, la puerta se abrió y atravesándola se encontraba Bruno que salía de forma rápida, con una expresión algo molesta. Por un momento ambos cruzaron la mirada, pero el mayor giró la cara y se encaminó a la casa.
Camilo lo vio alejarse y abrió la puerta para encontrarse a Mariano de espaldas colocando algunas cosas en unas estanterías y sin mirar, el hombre comenzó a hablar.
—Te he dicho que no vuelva hasta que arregles las cosas...
—¿Mariano?
El hombre se sobresaltó al oír la voz de Camilo y se volteó en su dirección.
—AH, Cami, perdona, creía que eras otra persona —se disculpó Mariano.
—Ya veo... he visto salir a Bruno...
—Si, ha venido hace un rato.
Camilo prefirió no decir nada mas de momento, ya que parecia que Mariano no quería contarle a que había ido Bruno.
—He venido a buscarte para ir a casa.
—Muchas, gracias, un segundo que ordene esto y nos vamos.
Minutos después los dos se encaminaban a la casa Madrigal.
—Mariano, ¿te puedo preguntar algo?
—Claro, Cami, lo que quieras.
—Ayer te vi agarrar a Bruno, ¿de qué hablasteis?
—Vaya, veo que no se te escapa nada —dijo Mariano frotándose la nuca.
—Bueno, fue algo difícil de no ver.
—Pues solo intenté que te diese las explicaciones que te debe, él estaba algo alterado, imagino por el momento, tu estabas mal y eso, así que decidimos que viniese a la tienda hoy pero no he sido capaz de sacar nada en claro.
Camilo atendía a las palabras de su cuñado mientras agachaba la cabeza.
—Lo siento, Cami, lo intenté.
—No te preocupes Mariano, al menos has conseguido mas que yo, que ni siquiera he podido hablar con él.
—Oigan, ustedes dos. —dijo una voz femenina detrás de ellos.
Ambos se giraron para ver como Luisa caminaba hacia ellos, en sus manos portaba una gran tabla y sobre ella había más de veinte sacos de semillas.
—Luisa, no te habíamos visto —dijo Mariano.
—Hoy he tenido mucho trabajo en el campo —dijo la chica señalando a los sacos de semilla.
Finalmente, los tres llegaron a la casa, Luisa y Mariano entraron mientras que Camilo volteo la casa para ir al patio trasero, allí sentándose en una de las hamacas, se tumbo bajo una de las sombras que proyectaba la casa, volvía a sentirse mal y prefirió pasar unos minutos allí tranquilo.
Bruno estaba en la cocina cuando vio entrar a Luisa y tras saludar se acercó a su madre.
—Ma, creo que Camilo todavía no esta bien, le he visto mala cara.
—Es normal, hija, ayer tuvo un ataque de ansiedad bastante fuerte —dijo Julieta — y eso es algo serio.
Bruno escuchaba toda esa conversación con cierta intranquilidad, decidió salir de allí y dirigirse al patio trasero, pero al llegar allí vio a Camilo tumbado en la hamaca, aprovechando que no lo veía decidió quedarse allí contemplándole, le echaba de menos, pero por su bien debía estar lejos de él, debía hacer todo lo que pudiese por que le olvidase.
Cuando vio que el chico se incorporaba, a gran velocidad, Bruno entro en la casa y subió las escaleras, decidió esperar en su cuarto a la hora de la comida.
Camilo se levantó de la hamaca, sentía como alguien le miraba, pero al pasar la vista por la zona no había nadie, tras estirarse un poco, entró en casa.
—Hey primo, ¿Qué tal la mañana? —preguntó Mirabel.
—Bueno, no estuvo mal.
—Ven... —dijo la chica de gafas haciéndole una señal a Camilo para que se acercase.
Ambos se ocultaron en la biblioteca y en voz baja Mirabel le dijo.
—Tengo un plan para que hables con el tío Bruno.
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El Camaleón que Bailaba sobre Arenas Movedizas (Camilo x Bruno) (Brumilo)
RomanceContinuación directa de mi anterior historia "El Camaleón Enterrado en la Arena del Futuro". Ha pasado un año desde que se representase la obra de Romeo y Julieta, salvo que en esa ocasión Camilo y Bruno no se besaron frente a todos. Su relación sig...