CAPÍTULO 23: SECUESTRO

612 38 0
                                    

Pasaron un par de días, todo parecía estar yendo bien, excepto por el pequeño detalle de que mi papá había comenzado a tener alucinaciones con llamadas telefónicas del más allá y sólo venir una vez en dos días a revisar cómo estábamos, pero fuera de eso todo parecía ir bien.

– ¿me acompañas por lo de la bebé?

– ¿no ibas a ir con Maggie?

– sí pero dijo que quería que tú salieras, te ve decaída y tal vez esto podría animarte. – sonreí. – y aprovechando, te ayudo a buscar tu medicina.

– gracias... en serio. – sólo sonrió y fui a mi celda por mis armas. – ¿puedes echarle un ojo a Carl, por favor? – le pedí a Daryl.

– claro, ¿a dónde vas?

– saldré con Glenn a buscar leche para la bebé y mis medicinas. – sólo asintió serio. – en otra ocasión saldremos tú y yo. – le sonreí y salí de la celda pero me devolví. – ah, por cierto, te quedas a cargo, volvemos en unas horas. –  volvió a asentir y salí de la celda.

– Rory... – me volví a devolver. – te quiero, cuidate.

– lo haré, yo también te quiero. – me acerqué a besarle la mejilla pero se volteó y me besó, conociéndolo, lo hizo intencionalmente.

– ¿podemos... hablar cuando vuelvas?

– claro. – volví a besarlo y volví a salir de la celda, ahora por fin pudiendo llegar afuera con Glenn.

– te ves nerviosa. – me dijo a medio camino a un pequeño supermercado que teníamos marcado en el mapa. – ¿pasa algo?

– Daryl quiere hablar conmigo... y tú sabes que él no es de hablar, así que... no tengo idea de qué se trate, si es bueno o malo...

– yo pienso que es sobre lo suyo.

– ¿lo nuestro? – asintió. – ¿qué nuestro?

– ustedes siempre están juntos y a veces se besan, cualquiera creería que son pareja.

– no lo somos.

– pero... ¿no sientes algo por él? – sonreí involuntariamente y mis mejillas se tornaron rojo carmesí. – eso responde mi pregunta.

– no del todo, sí, siento algo por él, lo quiero mucho... demasiado, pero... tengo miedo. – me miró por un segundo algo confundido y triste, tragué saliva. – ¿recuerdas cuando intenté suicidarme? – asintió. – ¿recuerdas que conté que traté de matar a alguien? – asintió de nuevo. – sé que eres malísimo con los secretos pero esa persona ya lo sabe... así que... pues... a quien traté de matar fue a papá, habíamos tenido una gran discusión y ese mismo día le dispararon, yo lo desconecté, tardaron media hora en resucitarlo y por mi culpa cayó en coma un mes, el que haya estado lejos de mi mamá y mis hermanos al principio de todo fue culpa mía... tengo miedo de descontrolarme por mis trastornos y hacerle daño, tratar de matarlo, no quiero eso... lo quiero demasiado que no quiero hacerle eso. – comencé a llorar con tan sólo pensar eso. – por eso Nat siempre estaba conmigo y ahora se ocupa de la bebé, yo debería estar cuidándola pero tengo tanto miedo de ser un peligro para esa pequeña criatura... – frenó el auto. – traté de matar a mi propio papá, acabo de matar a mi mamá, me contaron que intenté hacerle lo mismo a Carl... ¿qué no podré hacerle a una bebé y a la persona que esté conmigo?

– que hayas hecho eso en el pasado, no quiere decir lo vuelvas a repetir, lo que hiciste con Carl ¿lo repetiste con Harley? – negué. – ¿tuviste alguna crisis estando con Maggie? – asentí. – ¿y qué pasó?

– pude controlarla con ejercicios de meditación que me habían enseñado en el hospital.

– no te prives de lo bueno que queda sólo por el miedo, no entiendo lo que es tener un trastorno pero sé que nunca es bueno vivir con miedo... y no te prives de amar a alguien, si no te corresponde... pues... y respecto a tu hermanita... se ve lo mucho que amas a tus hermanitos y que harías lo que fuera por ellos, sólo tú sabes tu control emocional, confía en ti, es bueno tener ayuda pero... confía en ti primero... pero sobretodo no te prives de las cosas buenas.

– con razón Maggie te ama tanto. – rió sonrojado. – gracias por el consejo, Glenn, creo que es justo lo que necesitaba escuchar. 

– no es nada. – volvió a encender el auto y seguimos hasta el supermercado.

– vi que te le quedaste viendo demasiado a las pruebas de embarazo, ¿seguro que no quieres agarrar una o dos?

– seguro, es sólo que... Maggie y yo estuvimos hablando y... la prisión parece ser un lugar muy seguro para formar una familia. – sonreí. – pero... tiene miedo.

– ¿tú no?

– sí, pero... tenemos un hogar.

– ¿a qué le tiene miedo? ¿Al lugar, a los caminantes, al embarazo, al parto o a la maternidad?

– creo que al parto. – recordé a mamá, sí, se entiende el miedo de Maggie.

– ¿están listos para ser padres?

– no, pero... si en algún momento ella sale embarazada...

– sabes que tenerlo no es la única opción. – le dije saliendo del supermercado.

– lo sé pero si quiere tenerlo también, pues...

– no vayas a escudarte con "tenemos un hogar".

– ¿y dónde queda ese lugar al que llaman hogar? – preguntó un hombre apareciendo mientras nos apuntaba, parecía estar manco pero con una cuchilla en donde iba su mano.

– Merle... – pronunció Glenn y el otro rió, dejó su arma en el suelo y levantó las manos.

– espera... ¿es el hermano de Daryl y Dimitri?

– ¿ese imbecil sigue vivo? – preguntó el tal Merle. – y no es mi hermano. – dijo comenzando a caminar hacia nosotros pero saqué mi arma y le apunté.

– ¡retrocede!

– está bien, cariño. – respondió aún riendo.

– sobreviviste...

– díganme, ¿mi hermano está vivo?

– sí. – le respondió Glenn y sonrió aliviado.

– si me llevan con él, olvidaré lo que ocurrió en Atlanta, sin rencores. – Glenn miró la cuchilla. – ¿te gusta? Lo encontré en un almacén de suministros médicos, me lo puse yo mismo y me quedó fabuloso.

– le diremos a Daryl que estás aquí y él vendrá a buscarte.

– espera...

– alto.

– espera... es en verdad un milagro que nos hayamos encontrado... confía en mí.

– tú confía en nosotros, quedate aquí. – soltó una pequeña carcajada y sacó un arma.

– ¡no! – disparó al auto y corrimos pero me atrapó, colocó la cuchilla en mi cuello y el arma en mi sien.

– ¡sueltala!

– deja el arma en el auto, hazlo. – eso hizo y levantó las manos. – ahora sube, iremos a un paseo.

– no volveremos a nuestro campamento.

– no, iremos a otro lado. – me señaló que me subiera a los asientos traseros pero me negué.

– no lo hagas... – le dije a Glenn pero Merle pegó más el arma a mi sien.

– ¡subete, tú conduces! – me subí en los asientos traseros junto a Merle apuntándome mientras que Glenn se subía al asiento del conductor, claramente tenía la intención de matarme si Glenn intentaba hacer algo y conociendo a Glenn, no haría algo para hacerme daño, a nadie del grupo.

Oh Dios, siento que en cualquier momento jalará del gatillo. Tengo demasiado miedo.

Perfect [Daryl Dixon & Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora