CAPÍTULO 66: MISERCORDIA

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Pasaron tres semanas desde aquel día, falta poco para que la mayoría se vayan a la guerra. Decidí que yo no iría, últimamente me siento más mal de lo usual y creo saber qué es, pero necesito verificarlo.

Salí de expedición con papá y Carl.

Hasta ahora, me sorprende el hecho de que papá y yo no hemos discutido, ni hemos vuelto al punto partida cómo cuando volvió de traer accidentalmente a la mitad de la horda que derrumbó la muralla. Ahora sí llevamos una verdadera relación padre e hija.

– veo algo... verde.

– un árbol. – respondí.

– sí... – reí por su tono desanimado.

– veo algo... plateado.

– ese auto.

– sí.

– veo algo... negro.

– esos son los pantalones de papá o... quizás es tu venda. – carcajeó y yo igual, vimos cómo papá también se movía mucho, parecía también estar riendo. – veo algo... celeste.

– el cielo. – asentí. – ya me cansé, juguemos a otra cosa.

– papá, ¿quieres jugar a algo? – le pregunté.

– ¿cómo a qué?

– no lo sé, ya nos quedamos sin ideas. – respondí mientras llegábamos a una gasolinera.

– al rato. – asentimos y nos dispersamos para revisar.

– mi misericordia prevalece sobre mi ira. – escuchamos y salí de mi escondite, encontrándome con un hombre, Carl apareció del otro lado apuntandole también.

– tranquilo, bajaremos nuestras armas, no te haremos daño. – ambos lo hicimos. – ¿ves? – asintió, se mostró menos nervioso, pero papá llegó apuntandole, haciendo que huyera, ambos sólo lo miramos mal.

– ¿qué? Podía ser un salvador.

– los salvadores tienen demasiado orgullo como para huir. – respondí.

– y no todo mundo fuera de Alexandria, Hilltop y el Reino tienen que ser salvadores. – me apoyó Carl. – parecía ser..

– un nómada. – completé y miré a mi hermano, parecía estar mirando hacia donde huyó el hombre.

– es mejor volver a Alexandria. – asentimos y volvimos a dar la vuelta de regreso.

– ni se te ocurra. – le dije a mi hermano.

– ¿qué?

– salir a buscarlo, te conozco mejor que la palma de mi mano. – dije.

– no sé de qué hablas, Rory. – contestó despistado.

– tú sabes exactamente de qué hablo. – lo miré. – no vuelvas a cometer la misma tontería que cuando fuiste al Santuario.

– no lo haré, despreocupate. – sólo asentí y seguimos caminando, se adelantó y papá se atrasó hasta quedar a mi ritmo.

– ¿saldrás?

– no lo sé, no estoy segura de querer salir a la guerra. – respondí. – creo que prefiero quedarme a cuidar a Jude y a Norman, tal vez vigilar que Evan y Carl no escapen como suelen hacer.

– Enid irá también, dudo que quieran salir. – lo miré a lo lejos, algo insegura, pero sin dejar que lo notara.

– bueno... sólo a Jude y a Norman, ayudaré a Nat. – asintió. – quiero ayudar, pero... también se necesita gente en casa.

Perfect [Daryl Dixon & Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora