CAPÍTULO 27: CUÑADOS

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Nos separamos y él juntó su frente con la mía.

– ¿aún quieres hablar sobre eso? – asintió. – vamos. – entramos a nuestra celda.

– coloquen una sábana. – escuchamos a Dim, sólo saqué mi brazo de la celda y  le mostré el dedo medio. – yo también te quiero, cuñadita. – sonreí.

– creo que es más que obvio lo que sentimos, ¿no? – asintió.

– tenía miedo.

– ¿tú? ¿de qué?

– de que no sintieras lo mismo, por eso lo dije cuando me iba.

– lo entiendo, haría lo mismo. – mostró su típica sonrisa apenas visible. – yo también tengo miedo.

– ¿de qué? ¿De que no sintiera lo mismo?

– en parte... pero más por... ya sabes... la esquizofrenia y la depresión, en especial la esquizofrenia. – me tomó de las manos. – las alucinaciones sólo son de personas que extraño pero tengo miedo de que mi mente vuelva a traicionarme, que las voces regresen, tomen el control y trate de hacerte daño, igual que lo hice con papá, con mamá, con Carl... no me lo perdonaría si te llegara a lastimar, mucho menos matar... – secó las lágrimas que se me escaparon y acarició mi mejilla.

– lo entiendo, pero tú no eres peligrosa, Rory, no para mí...

– nada es peligroso para ti.

– algunas cosas sí, enamorarme es una. – solté una pequeña risa. – mantenerte a salvo de ti es otra.

– lo sé.

– pero son riesgos que estoy dispuesto a tomar.

– ¿aún con todo?

– aún con todo.

– ¿entonces... quieres intentarlo? – asintió. – no escuché.

– sí. – reí.

– okay, vamos a intentarlo. – lo besé. – por favor, dime que esto no es una alucinación o un sueño. – me pellizcó en el brazo. – okay, ya entendí. – sonrió.

[...]

En la noche, planeaba subir a mi cama pero decidí hacer otra cosa.

– hazte a un lado.

– tienes tu propia cama. – respondió él con los ojos cerrados.

– ¿no quieres dormir juntos... abrazados...?

– qué melosa. – dijo haciéndose a un lado. – ven.

– no, mejor voy a mi cama. – abrió los ojos mirándome mal. – es broma. – me acosté con él, colocando mi cabeza en su pecho y rodeando su torso con mi brazo, igual él me abrazó e hizo que me pegara más a él.

Podía escuchar sus latidos, su corazón latía demasiado rápido.

– ¿así dormiremos de ahora en adelante?

– ¿te molesta?

– no, me gusta.

– bien, descansa.

– igualmente. – respondió mi novio y en cuestión de poco minutos ambos nos quedamos dormidos.

[...]

A la mañana siguiente, aún estaba abrazada de él, me levanté tratando de no despertarlo y me dirigí al comedor.

– buenos días, cuñadita. – saludó Dim.

Perfect [Daryl Dixon & Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora