58. HABRÁ VALIDO LA PENA.

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SANEM:
Aunque amo el verano y el sol no hay nada más bonito que pasear por las calles de Estambul después de la lluvia, con la caída del sol las luces se reflejan en los pequeños charcos que ésta ha formado y le da a la ciudad un toque tan bonito y romántico. Hace bastante frío, pero nada que unas buenas capas de ropa y las manos de tu amor no puedan calentar. Así, de manos, paseamos sin rumbo fijo, sólo buscamos un lugar donde tomar algo calentito.

Por el camino Can va bastante metido en su mundo, y recuerdo que tenemos una conversación pendiente, esta mañana me dijo que no estaba bien pero que no era el momento de hablar pero necesito saber qué le pasa. Cuando se trata de sus preocupaciones mi cabeza no descansa hasta no saber qué le ocurre.

Pensaba que habiendo solucionado el tema del mánager iba a estar más tranquilo pero estoy equivocada.
-Sanem: Can, ¿Qué pasó esta mañana?
-Can: ¿Esta mañana?

Creo que quiere evadir el tema pero ha dado con una piedra, no pienso dejar está conversación en el aire.
-Sanem: Sí, está mañana estabas mal y ahora vuelves a estar silencioso y serio, ¿Qué tienes? Es evidente que hay algo que te tiene mal.

Can resopla y se encoge de hombros, se tiene que rendir y abrirse a mí, no le queda otra.
-Can: Metí la pata al ir a hablar con mi padre estando mi madre presente...
-Sanem: ¿Por qué?
-Can: Porque no entiende de esto y que opine sin saber me mata... Cree que mi representante debe ser un hombre, según ella a un hombre lo tomarían más en serio... ha dicho auténticas tonterías, me he puesto de mal humor, odio sentirme así y más por algo que tenga que ver con mi madre, la adoro pero esta vez no tiene la razón.

Me quedo en silencio y sigo caminando sin soltar la mano de Can. Él gira su cabeza para ver mi cara.
-Can: No creas que es por tí, si fuera Gamze seguiría pensando exactamente lo mismo, me extraña que mi madre piense así, no es propio de ella... Pero no quiero que te lo tomes a lo personal. Mi madre te quiere. Te quiere mucho Sanem.

Asiento y seguimos caminando hasta que encontramos una cafetería dónde tomar un chocolate caliente. Justo al entrar cuando nos disponemos a sentarnos en una mesa libre un grupo de chicas reconocen a Can y se acercan a saludarlo y a sacarse fotos, de repente todo el mundo empieza a acercarse, es tan el tumulto que en cuanto Can los atiende decidimos ir a otro lugar para estar más tranquilos, compro las bebidas para llevar en el mismo establecimiento y al final acabamos tomándolas en el coche, lo hemos movido y nos hemos estacionado en un mirador.

Mientras Can me cuenta los planes que tiene para que la próxima semana Alper y yo nos pongamos al día con todas las cuestiones laborales no dejo de darle vueltas al pensamiento de su madre.
-Can: Sanem, ¿Te has enfadado?

Dice leyéndome la mente.
-Sanem: No.
-Can: ¿De verdad?
-Sanem: Sí...
-Can: Llevas todo el tiempo en silencio, si estás enfadada por lo que te he contado de mi madre puedes decírmelo.
-Sanem: No estoy enfadada Can, pero me apetece estar en casa.
-Can: Estabas deseando que parara de llover para salir...
-Sanem: He cambiado de opinión, tengo mucho frío y estoy cansada.
-Can: Pués vámonos.

Can coge los vasos desechables en donde nos han puesto el chocolate caliente y los tira en una papelera cercana, luego se monta en el coche y nos vamos hacia casa. No debería de sentirme así porque estoy muy segura de que soy capaz de hacer ese trabajo pero estoy de mal humor y antes de que me sienta peor prefiero descansar.

En cuanto llegamos me lavo los dientes y me cambio de ropa para meterme en la cama cuando lo hago e intento dormir siento que mis pies están helados y necesito sentir calor. Después de levantarme para ponerme unos calcetines me meto en la cama de nuevo y cierro los ojos para dormir. No sé qué hora será pero dormida siento como Can se acuesta y la cama se llena de calor y ese calor aumenta al notar como su cuerpo pega todo lo que puede a él mío.

El Amor Todo Locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora