80. ¿Y AHORA QUÉ?

1.6K 105 62
                                    

-Sanem: Perdona si creías que era perfecta y ahora te has dado cuenta que no lo soy. No soy una mujer perfecta como ser individual, no soy una esposa perfecta ni tampoco seré una madre perfecta.

Can moja sus labios con su lengua y respira, esta conversación es dura para los dos pero también necesaria. No debemos pasar por alto nuestros actos.

CAN:
Las declaraciones de Sanem me están dejando sin respiración. Sus lágrimas, su dolor pero sin duda toda su verdad están traspasando mi cuerpo. No teníamos ninguna necesidad de llegar hasta aquí.
-Sanem: Somos un matrimonio Can, hemos vivido cosas muy bonitas, sobre todo en los últimos meses, hemos vivido en una burbuja de amor, la boda, la luna de miel, el embarazo... Todo ha sido precioso y tal vez algo rápido y quizá esa propia burbuja que ambos creamos de lo nuestro nos hizo alejarnos de la realidad.
-Can: Pues puede que tengas razón en ese sentido y no sabes cuánto valoro los esfuerzos que has hecho por mí desde el principio. Lo que te asustaba en el pasado hoy en cierto modo también se ha convertido en un trabajo para tí y no sé de qué forma agradecértelo, lo has hecho por mí, por asegurarte de primera mano de que mi carrera fuera en la dirección adecuada. Creo que ambos hemos hecho cosas por el otro, pero incluso si ponemos la balanza tú ganarías. Has sido mi brazo, no me has dejado caer, has sido mi consciencia. Eres la mujer más madura y sensata que conozco y quizá por todo eso no esperaba tu reacción de ayer.

Puedo notar el tembleque de las piernas de Sanem bajo la mesa, puedo notar como sus ojos se vuelven cada vez más oscuros y como sus lágrimas están al borde del precipicio otra vez. Me mata verla así, quiero abrazarla y decirle que respire que nada es más importante para mí que su bienestar.
-Can: Ayer me sentí decepcionado, llámame egoísta, quizá lo sea y no me he dado cuenta de ello. Yo también estoy confundido, yo tampoco sé cómo actuar a veces. Todo esto me desconcertó.
-Sanem: Admito mi culpa, pero me gustaría que también admitieras que no estuviste brillante, que podrías haberte puesto en mi piel, no pasa nada por decir ¡La cagué! No nos hace peores personas, al contrario. A mí se me fue la mano, centré mi irá en quien no era...
-Can: Claro que no estuve brillante, claro que no, ayer muchas cosas se nos fueron de las manos, debimos respirar y hablar. Debí respirar, debí tener en cuenta tu posición, tu estado y quizá no me puse en tu pellejo, no al menos desde el punto que tú esperabas, que tú merecías, no lo sé, pero no fue así y la cagué... Me equivoqué pero te conté toda la verdad, sin trampa ni cartón. En mi vida he estado con muchas mujeres pero nunca he engañado a nadie.
-Sanem: ¿Y ahora qué, Can?
-Can: ¿Qué de qué?
-Sanem: ¿Qué va a pasar contigo, conmigo? ¿Qué vamos a hacer con esta situación?

La ansiedad de Sanem va creciendo, su pecho se agita, sus palabras arrastran miedo y sus manos que vuelven a estar sobre la mesa de mueven incontrolables, juega con el mantel, con los cubiertos.
-Can: ¿Tú que quieres que pase?
-Sanem: Que me perdones...
-Can: No tengo ningún problema por hacerlo Sanem, claro que te perdono, quizá nos hubiésemos podido evitar un poco del disgusto. Pero no fue así. Yo también te quiero pedir perdón.
-Sanem: Lo acepto...
-Can: Creo que esto ha dejado algunas debilidades visibles, quizá no somos todo lo fuerte que creíamos ser como pareja...
-Sanem: Quizá no sepas lo que estoy dispuesta a hacer para que entiendas que esto no va de fuerza, va de actitud, va de que hemos metido la pata los dos pero supongo que nos servirá para que en un futuro no volvamos a cometer los mismos fallos. No somos menos fuertes por discutir o por equivocarnos, Can. Pero una relación no se mide por la fuerza, se mide por el amor... por la empatía y el respeto hacia el otro.

Sanem mira aún lado, clava sus ojos en un punto fijo y sorbe por la nariz.
-Sanem: ¿Qué le vamos a enseñar a nuestro hijo cuando crezca? ¿Que siempre hay que ser fuertes? ¿Que no tiene derecho a equivocarse? ¿Que debe ser correcto siempre? ¿Debe ser el niño perfecto?
-Can: Yo no quiero que sea un niño perfecto, yo quiero que sea un niño feliz. También quiero que tú lo seas, siempre, todo el tiempo posible, quiero verte reír, odio verte sufrir, firmaría ya para no volver a verte en el estado de ayer. No te reconocí pero en cierta forma admiro que no te hayas puesto una máscara y que hayas sacado todo, me gustase o no tu forma de hacerlo. Lo que me duele es que dudes de mí Sanem, yo nunca dudaría de tí... Sé cómo eres, sé lo que hay dentro de tí. Sé hasta donde llega tu nobleza, tu corazón, sé cuánto me quieres y espero que tú sepas cuánto te quiero yo.

El Amor Todo Locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora