145. CADA MAÑANA VUELVE A SALIR EL SOL.

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En cuanto Emir abre los ojos quiere que lo tome en brazos. Casi no puedo preparar el desayuno y mucho menos ducharme sola por lo que opto por meterlo conmigo en el baño y así matar dos pájaros de un tiro bañándonos juntos. Una vez terminamos lo visto, me visto yo también y recojo el salón y la cocina.

A media mañana recibo a Aysun que se ha ofrecido a venir antes de la hora para ayudarme con el niño y que yo pueda preparar algunas cosas del almuerzo. Cuando nos hemos reencontrado de nuevo mi forma de verla ha sido totalmente diferente, he dejado atrás todo lo ocurrido para ver a una madre que ha entregado todo por su familia, a una abuela feliz de volver a tener a su nieto cerca y a una suegra dispuesta a hacerme la vida más fácil.
-Aysun: Ay, mi niña. Bienvenida otra vez a Turquía.

Me abraza y me mira con ojos sinceros y emocionados.
-Sanem: Gracias, Aysun.

Caminamos hasta el salón donde Emir juega con el mando de la televisión dando golpecitos sobre el mueble y balbuceando alguna que otra palabra.
-Aysun: Hola Emir.

Al escuchar la voz de su abuela mi hijo se da la vuelta y se queda mirando para ella, luego me mira a mí como si estuviera esperando a que le dé el visto bueno.
-Sanem: Cariño, la abuela ha venido a jugar contigo. Dile ¡Hola abuela!

Emir se pasa el mando de una mano a la otra, se queda pensativo unos segundos y levanta muy dispuesto su mano derecha para saludar agitando sus deditos. Aysun se acerca, cuando ve a Emir receptivo besa su cabeza y luego acaricia una de sus mejillas.
-Aysun: Parece que esta preciosura también se está pareciendo a tí, Sanem. Ha ido cambiando desde que estuvimos en Italia.
-Sanem: ¿Eso crees?
-Aysun: Tiene mucho de Can pero también de tí.
-Sanem: Qué alegría que me lo digas. Aysun, voy a encargar la comida y aprovecharé que estás aquí para montar la mesa en el jardín, parece que el día se va a mantener bueno y nos vendrá bien estar al aire libre. Si me necesitas avísame y vendré, Emir ha desayunado pero tal vez dentro de un rato le apetezca tomar un poco de plátano...
-Aysun: Tranquila, kızım.
-Sanem: Gracias por venir.
-Aysun: Siempre voy a ayudarte en lo que necesites.

Mi suegra deja todas sus cosas en el recibidor, se lava las manos y se sienta sobre la alfombra para jugar con Emir que de momento la mira poco convencido, desde que me voy a la cocina viene detrás de mí pero le doy la mano y lo llevo hasta el salón para poder empezar a preparar todo. Llamo por teléfono y encargo el almuerzo y luego intento ubicarme para encontrar todas las cosas que solíamos utilizar cuando hacíamos reuniones, aún estoy un poco perdida en mi propia casa. Llamo a Can para pedirle que traiga las bebidas y media hora después aparece con su padre, las vallas de seguridad y bebidas variadas para todos. Cuando Emir siente la voz de su papá corre hacia él y se aferra a sus piernas como si hiciera media vida que no lo ve, tanto Aysun como su Özgür sonríen muertos de amor.

Los siguientes en llegar son Alper y Ayşe que tras saludarnos no dudan en colaborar. El telefonillo automático de la cancela principal suena y esta vez es Can quien se encarga de abrir la puerta, yo estoy en la cocina sirviendo unos aperitivos cuando de repente escucho una carcajada de mi abuela seguida de la de Can y asomo mi cabeza para ver a mi abuela en sus brazos. Detrás van mi madre, mi padre e Ilker empujando una silla de ruedas, después de que mi abuela se deja casi la vida riéndose mi marido la deja cuidadosamente en el suelo para luego ayudar a mi padre a sentarla.
-Sanem: ¿Abuela?
-Nermin: Benim güzel kızım.

La emoción del reencuentro más la preocupación de verla en silla de ruedas hace que un nudo apriete mi garganta y las primeras lágrimas afloren. La abrazo, la beso y la huelo, sus manos algo temblorosas me acarician con cariño y emoción.
-Sanem: ¿Estás bien? ¿Por qué vas en silla de ruedas?

El Amor Todo Locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora