162. ABUELAS.

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La cara que Sanem pone me hace reír, antes de marcharme tengo que pellizcarle la mejilla y además no lo hago con nada de sutileza.
-Can: Pero hasta donde yo sé, tu madre todavía no es adivina así que no te pongas así con ella, señora em-ba-ra-za-da.

Sanem pasa un mano por encima de su cara con un gesto de molestia.
-Sanem: Sólo voy a pedirte algo, ya que eres el único que sabe mi estado. No comiences a asfixiarme, por favor. Sólo estoy cansada, los niveles de progesterona están aumentando por el embarazo y eso hace que esté algo fatigada durante la mañana pero luego se pasará, esa es la explicación.
-Can: Qué inteligente, ¡Pero qué chica más inteligente tengo! Sólo tengo una duda, ¿Por qué te duele la cabeza? Creo recordar que con Emir no te ocurría.
-Sanem: Recuerdas bien, con Emir tuve unos vómitos horribles así que puede que prefiera estos dolores de cabeza...
-Can: Ahora sí voy a marcharme. No quiero que por mi culpa llegues tarde a esa reunión.
-Sanem: Estaré al lado de casa, con suerte llegaré pronto. Después de comer podemos ir a recoger a Emir juntos y tal vez podamos tomar algo en la cafetería de su parque favorito.
-Can: Buen plan.

Doy un beso en su mejilla y me voy. Antes de salir del edificio saludo a Mesut y Elcin y también a algunos compañeros de mi mujer que siempre se han mostrado muy agradables y simpáticos conmigo. Antes de regresar a casa paso por la gestoría para hacer algunas diligencias y consultar con nuestro gestor la futura compra de una cabaña en las afueras de la ciudad. Una vez en casa preparo pollo y verduras al horno y de acompañamiento, arroz. En lo que la comida se va haciendo utilizo el ordenador, aunque Alper se encarga de la mayoría de las gestiones hay otras que me gusta hacerlas a mí. Además hoy me voy a tomar unos minutos para responder comentarios en las redes sociales, las fans se lo merecen después de tanta entrega y cariño. Cuando el temporizador suena me levanto y apago el horno para que la comida termine de hacerse con el calor residual, retiro el arroz de la placa de inducción y me lavo las manos.

SANEM:
-Derin: ¿Sanem, me estás escuchando?

Estoy tan distraída que ni siquiera he escuchado a mi madre hablarme, ésta se estira desde el asiento de copiloto y pone una de sus manos sobre mi muslo.
-Derin: ¿Sanem?
-Sanem: Perdona mamá, estaba pensando en otra cosa, ¿Qué me has dicho?
-Derin: Dentro de una semana papá y yo nos iremos a Alemania con tu hermano. Queremos conocer las instalaciones de la universidad, así como la residencia y también queremos reunirnos con su tutor. Te preguntaba si podía contar contigo para que te hicieras cargo de la empresa durante los cinco días que estaremos fuera.
-Sanem: Claro, por supuesto que puedes contar conmigo.
-Derin: Ya he convencido a Alper de que no hace falta que nos acompañe, tu hermano no ha llorado pero ha reaccionado igualito que tú, nos ha dicho a papá y a mí que era muy pequeño y que si estábamos seguros de lo que íbamos a hacer. ¿A caso creen que para nosotros es un hombre? Es nuestro niño y en parte también tenemos miedo pero no podemos cortar sus alas, porque nunca lo hemos hecho con ninguno. Ilker quiere estudiar y está muy ilusionado con hacerlo en Alemania, además van tres estudiantes más de Estambul...
-Sanem: Mamá, tienes razón. Estoy muy sensible y cuando Ilker nos contó que se iría no me lo tomé de la mejor manera pero estoy muy feliz porque sé lo que significa esto para él y para su futuro.
-Derin: Para mí es un orgullo que un niño como él y viendo como está la sociedad, quiera estudiar, enriquecerse y no tenga miedo de hacerlo en otro país y con otra cultura distinta a la nuestra, aunque Ilker aprendió alemán en el instituto va a ser un reto para él enfrentarse al día a día con otro idioma. Estoy muerta de miedo Sanem.

Dice desde lo más profundo de su corazón.
-Derin: Tengo miedo de que se sienta solo, de que nos eche de menos, de que no le vaya bien o de que le pase algo y estemos a tantos kilómetros de distancia pero ser madre significa hacer de tripas corazón constantemente. Mi estómago tiembla y tengo ganas de llorar, para mí es mi bebé y el amor que siento por él es infinito, con Ilker he vivido una parte de la maternidad totalmente diferente a la de ustedes. Su llegada me cogió siendo más madura, por medio pasó una separación y con los años una reconciliación y aunque mi ánimo estuviera bien o mal lo tenía a él, tenía que hacer todo lo mejor por él porque tu hermano y tú eran mayores pero él sólo era un niño, Ilker se convirtió en mi compañero más fiel y en mi mayor impulso. Y tengo que ser generosa aunque sé que cuando lo despidamos se me arrancará el alma pero la vida es así y tenemos que confiar en nuestros hijos y en sus sueños. Tu hermano se merece todo nuestro apoyo, se merece todo lo bueno del mundo.

El Amor Todo Locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora