90. METAMORFOSIS.

1.6K 104 81
                                    

CAN:
Creo que jamás me he sentido más perdido. No sé qué hacer, no sé cómo reaccionar, siento que mi apoyo no es suficiente para Sanem y estoy hecho una mierda. Gracias a Dios el estado de Emir avanza y ya no es tan preocupante como la primera noche pero parte de mi corazón se ha quedado en la clínica con él.

Estaría todo el día al lado de Sanem pero sé que necesita su espacio, lo menos que quiero ahora es que se sienta agobiada por eso la he dejado ir al dormitorio y me he quedado en la planta baja intentando mantenerme ocupado para no pensar de más, cuando he vuelto para ver si necesitaba algo ya la he encontrado dormida. Con cuidado entro en la cama y cojo una se sus manos para besarla.

Por la mañana me despierto con dolor de cabeza, cuando abro los ojos Sanem ya está despierta, mirándome mientras está apoyada en uno de sus brazos.
-Can: Buenos días.
-Sanem: Buenos días.
-Can: ¿Cómo te encuentras?
-Sanem: Un poco rara... Pensaba que no iba a poder dormir pero por el contrario he descansado.

Cuando cojo mi teléfono para ver la hora a penas son las seis de la mañana.
-Can: Me alegro muchísimo. Yo también pensaba que no iba a poder dormir pero creo que el cansancio nos ha vencido a los dos. Necesitábamos descansar después de estos tres días...

Sanem afirma con la cabeza y pasa al baño levantándose cuidadosamente. Yo uso el del pasillo y luego me dispongo a preparar el desayuno. Justo cuando terminamos Derin llega y ayuda a Sanem a ducharse, nos trae algunas cosas para el almuerzo y se va a la oficina. Después de ducharme Sanem y yo ponemos rumbo a la clínica.

Es cuando atravesamos la puerta de neonatología su cara cambia y vuelve a ser casi la Sanem de siempre. El pediatra nos explica que Emir ya no necesita la incubadora y por lo tanto ya podrá estar en una cuna. Es un tanto desgarrador ver la cantidad de bebés que están ingresados, da igual cuales sean sus patologías. Creo que el ser humano siempre tiende a comprarse y tal vez sea algo egoísta pensar que al menos no estamos solos en esto y que también hay otros padres que están pasando por una situación como la nuestra.

Esta vez Sanem entra para poder amamantar al bebé y yo me quedo esperando en una pequeña sala. Desde aquí hay un cristal donde se ven sus cunas, una hora después veo a Sanem con él en brazos. No hay estampa más bonita que esta, mi vida se ha comprimido en ellos dos.

Durante el día repetimos la visita a Emir una vez más. La vuelta a casa siempre es igual, silenciosa y triste. Han pasado tres días y parece que estoy viviendo en un deja vu.

Nos levantamos, Derin viene a casa para ayudar a Sanem, vamos a la clínica, almorzamos, Sanem descansa, volvemos a la clínica, cenamos y dormimos. Lo único bueno es que el niño va respondiendo muy bien a los medicamentos y cada día está un poquito mejor.

Hoy apenas he podido dormir en toda la noche, he sentido muchas ganas de llorar y después de todo no he podido contenerme. Esto es duro para las madres, por supuesto, pero los padres o al menos yo, me siento descuadrado, no he pasado dolor físico y una especie de culpa me invade. Me siento culpable de estar bien, de que no me duela nada. Y me siento peor por no tener a Emir con nosotros.

Cuando ha amanecido me he metido en la ducha y he sentido como Sanem ha entrado al baño para usar el inodoro, he cerrado el grifo y cuando he estirado mi mano para coger la toalla Sanem ha gritado.
-Sanem: No salgas, espérate por favor.
-Can: ¿Que pasa?
-Sanem: No quiero que me veas así...

Su cara, su gesto, sus ojos. Ahora lo entiendo todo, ahora entiendo que su madre venga todas las mañanas a ayudarla a ducharse y hacerle la cura de la cesárea. No le hago caso y cojo mi toalla para secarme rápido y luego envolverla en mi cintura. Sanem se levanta algo agobiada.
-Can: Sanem, soy tu marido no me apartes de esta forma.
-Sanem: Es que no quiero que me veas así...

El Amor Todo Locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora