El Amor Todo Locura.

70. NO SIEMPRE SE DEBE SER CORRECTO.

No me cuesta nada quedarme dormido pero unas horas después los dolores de mi cuerpo me despiertan, me siento como si me hubiera pasado un camión por encima, me duele todo, hasta las zonas que no están lesionadas. A la mínima queja ya tengo a mi mujer en pie.
-Sanem: ¿Estás bien?
-Can: Me duele todo. ¿Puedes llamar a la enfermera?
-Sanem: Claro.

La enfermera añade algo más de medicamentos y me trae un té caliente, Sanem me ha dicho que son aproximadamente las seis de la mañana. Sus ojeras son profundas, no ha dormido nada.

Durante la mañana pasan a revisarme en un par de ocasiones, me duele al respirar pero mis pulmones están perfectos, desde ayer descartaron cualquier perforación. Sanem me ayuda a ducharme. Alrededor de las 12 de la mañana deciden darme el alta. Alper nos ha venído a recoger y ha subido a la habitación para ayudarnos.
-Alper: ¿Cómo te encuentras?
-Can: Muy cansando, la verdad...
-Alper: No sabes el susto que me llevé cuando mi hermana me llamó anoche.

De repente un abrazo me coge por sorpresa, Alper sin querer hace crujir mis costillas que tengo bastante doloridas y el ruido que he hecho involuntariamente al quejarme lo hace separarse de mí.
-Alper: Creo que ya podemos marcharnos.
-Can: Vayamonos ya a casa.

Salgo de la habitación de la mano de mi mujer, la prensa sigue en la entrada del hospital. Alper como si fuera mi guardaespalda con toda la educación del mundo los aparta, al parecer ya anoche dió el parte médico, lo de hoy es totalmente innecesario. Una vez llegamos a casa me ayudan a ponerme ropa cómoda y Sanem me prepara el sofá para que me tumbe y dé una cabezada.

SANEM:
El timbre de casa suena, Can acaba de despertarse de su pequeña siesta y mi hermano está en el despacho solucionando las cosas del accidente con la aseguradora y también con la productora y los directivos de la serie.

Los padres de Can y sus hermanas han venído a visitarlo y mientras tanto preparo algunas bebidas. Atiendo el teléfono pues mis padres también están muy preocupados. En menos de una hora están en casa. No he descansado nada, me duele un montón la cabeza y no sé cómo todavía puedo mantenerme en pié. Aunque vea a Can bien aún tengo el susto en cuerpo y la boca de mí estómago tiembla.

Cuando Alper termina todos los trámites viene a la cocina a ayudarme a servir más té y café y suena el timbre, desde aquí veo como mi padre se levanta y abre la puerta principal, al hacerlo entran los tíos de Can y los primos, la periodista pone el grito en el cielo al ver a Can y forma un pequeño revuelo en el salón alterando a todos. Grita como si Can estuviera desmembrado...

Salgo con la bandeja y dejo en la mesa todas las tazas y vasos y me dirijo a los nuevos invitados para saludarlos por pura educación.

Nergis, la periodista me sostiene de los hombros y se queda mirando a mi cara con un gesto extraño. Me zarandea levemente haciendo que mi cuerpo se agite por la poca fuerza que tengo en estos momentos.
-Nergis: Querida, tienes muchísimas ojeras, ¿Estás bien?

Respiro profundamente para no contestarle lo primero que se me pasa por la cabeza.
-Sanem: Supongo que podría estar mejor, mi marido ha tenído un accidente... ¿Cómo puedo estar?
-Nergis: Todos nos hemos asustado, pero míralo, mi sobrino está de maravilla, está estupendamente.

Me muerdo la lengua y sonrío con desgana. Al verlo ha gritado pero ahora según ella, Can está de maravilla. Su marido, es el hermano pequeño de Aysun, éste pide que si en vez de té, café o agua puedo servir otra bebida pues la cafeína y la teína le sientan mal y voy a la cocina maldiciendo la hora en que decidí que no tuviera paredes y que fuera un espacio abierto.

Dejo la bandeja sobre la encimera y busco en la nevera algo que ofrecerle, saco una jarra de limonada y algún refresco de lata y lo dejo otra vez sobre la mesa junto con más vasos. Al hacerlo, mientras mantienen conversaciones cruzadas entre todos observo la cara de Can. No habla pero se le ve bastante cansado.