El Amor Todo Locura.

154. LA VIDA ES UNA CONSTANTE RUEDA QUE GIRA.

CAN:
Quien dijo la frase de los problemas nunca vienen sólos no se equivocó. A la preocupación del caso de Baris y todo lo que eso está conllevando para la familia se suma que la dirección de la serie está bastante molesta por los vídeos que se han difundido del altercado y ¡Con toda razón! Los entiendo perfectamente, yo tampoco querría ver manchado mi proyecto con una polémica de este tipo.

Derin siempre ha sido empática con nosotros, está vez nos ha convencido para salir y la verdad es que necesito que me dé el aire y no estar pensando constantemente en todo lo sucedido o me volveré loco. Sanem y yo subimos las escaleras mientras su madre se queda con Emir para poder empezar a prepararnos y llegar a la cena a una hora decente.
-Sanem: ¿De verdad te apetece? Si te has sentido presionado por mamá y prefieres quedarte en casa no hay ningún problema...

Escuchar como se ha referido a su madre me hace sonreír, sigo subiendo las escaleras dos pasos por detrás de ella.
-Can: Los dos necesitamos que nos dé un poco de fresco y además me apetece mucho ver a mis hermanas.

Sanem sonríe de una forma apacible hasta llegar hasta el último escalón para entrar directamente a nuestro dormitorio y por ende al vestidor. Una vez dentro se para en medio de él llevando una de sus manos a su cintura, resopla y se da la vuelta.
-Can: Ya sé lo que me vas a decir, ¿No encuentras nada que ponerte, verdad?

Su risa resuena entre las cuatro paredes.
-Sanem: ¿Tan predecible soy?
-Can: Bueno, digamos que un poco... Pero sólo en este tema.
-Sanem: Es que dudo si ponerme vestido o pantalón corto.
-Can: Cualquier cosa que te pongas te quedará bien.
-Sanem: ¡Offf, Can! Eso es justo lo que no te quería escuchar decir. Siempre me dices lo mismo y la verdad es que ya no sé si me lo dices porque lo sientes o porque quieres que me dé prisa.
-Can: Lo digo porque lo pienso, todo lo que te pones te sienta realmente bien y cualquiera de las dos opciones que acabas de dar me gustan.

Según termino la frase mi mujer pone los ojos en blanco.
-Can: Está bien, ponte el pantalón corto...
-Sanem: ¡Bien!

Después de ver cómo Sanem da un pequeño salto de alegría me doy la vuelta hacia la zona donde guardo mi ropa para coger unos pantalones vaqueros y remover las perchas para coger un par de camisas.
-Can: ¿Cuál me pongo?

Me doy la vuelta y muevo mis manos mostrándole las prendas elegidas.
-Sanem: Mmmmm... Esta para tí.

Dice señalando la blanca.
-Sanem: Y esta para mí.

Sanem me quita la percha de las manos cogiendo para ella la camisa azul.
-Sanem: ¿Por qué me miras así?
-Can: ¿Así cómo?
-Sanem: ¿Sorprendido?
-Can: Nah... Ya estoy acostumbrado a que robes mi ropa. Te la puedes poner pero sólo prestada. Esta es una de mis favoritas.
-Sanem: Harika!

Voy a la habitación dejando la ropa tendida sobre la cama, saco de los cajones unos bóxer y un par de calcetines, me desnudo y me doy una ducha, cojo mi toalla y me seco el cuerpo a consciencia. Mientras me lavo los dientes es Sanem la que entra quitándose la última prenda para darse una ducha, deja sus braguitas sobre la taza del WC acelerando los latidos de mi corazón. Verla desnuda siempre es una alegría para mi cuerpo y mi mente.

En cuanto estoy listo bajo hasta el salón, Emir juega con Derin en el suelo, su abuela le nombra objetos y él los va cogiendo para reunirlos a un lado de la alfombra. Aprovecho para coger un biberón, su leche y alguna que otra cosa más y la dejo en la encimera. Más rápido de lo esperado Sanem baja la escalera preparada, con el bolso de Emir en una mano y su móvil en la otra.
-Sanem: Mamá, ¿Sería mucho pedir que bañes a Emir cuando llegues a casa? Si lo hacemos ahora no vamos a llegar a tiempo a la cena.
-Derin: Por supuesto, descuida. La abuela le va a llenar la bañera a su niño hasta que parezca una piscina.