El Amor Todo Locura.

144. TODO EMPIEZA Y TODO TERMINA.

Estamos a mediados del mes de Enero, hoy he ido a recoger mi título del curso de italiano que completé con mucho esfuerzo y ayuda de Can y que por una cosa u otra todavía no había podido tener en mis manos. También he hecho algunas gestiones por el centro y tras terminar he ido al supermercado y he aprovechado que Emir y Can han salido para hablar por teléfono con mi abuela con tranquilidad.

He buscado en internet la receta para hacer un bizcocho de limón con relleno de yogur, mañana es el cumpleaños de Emir y queremos que pueda soplar su primera velita. No soy muy fan de que coma alimentos procesados por eso he decidido hacer algo casero, además a nuestro hijo le vuelve como loco el yogur por lo que su pastel tiene que ser totalmente a su gusto.

Cuando mezclo todos los ingredientes escucho el coche de Can, es tanta la tranquilidad que hay en esta finca que se puede reconocer y percibir casi todos los sonidos. Unos segundos después lo veo aparecer con Emir de la mano.
-Emir: Mamá.

Grita al verme, sube con ayuda de su padre los escalones y viene hasta donde estoy casi corriendo para abrazarse a mis piernas.
-Sanem: Hola mi amor.

Me agacho, dejo un beso en su frente y me fijo en que su ropa está muy sucia, es imposible que le quepa más tierra. Cuando me pongo otra vez de pie me topo con Can.
-Can: Ya sé lo que estás pensando. Pero el niño se lo ha pasado muy bien, ¿Eso es lo importante, no?
-Sanem: Yo no he dicho nada.

Can me conoce demasiado bien, no me escondo para decir que soy muy maniática para ciertas cosas, sobre todo para la limpieza y la higiene especialmente con la de Emir pero él también me ha enseñado que el niño no puede estar siempre intacto porque es un niño, tiene que ensuciarse, experimentar, explorar y divertirse y por eso estoy aprendiendo a respirar hondo y a disfrutar en cierto modo de verlo manchurreado y sucio. Emir es un niño sano y feliz y eso es lo más importante de todo.

Si tuviera que resaltar algo de haber venído a Italia y dejar por un tiempo todo lo que teníamos construido en Turquía sin duda es el vínculo que Can ha creado con Emir, la complicidad que tienen y lo mucho que está disfrutando de poder estar todo el tiempo con su bebé es algo que hace que mi corazón se ensanche, nunca he visto a Can tan involucrado en algo ni siquiera en esos proyectos tan importantes que ha protagonizado.

Mientras asea y cambia de ropa a Emir, yo meto la mezcla en el molde para luego introducirlo en el horno. Mi intención es hacer todas las tareas que tengo pendientes, mañana quiero dedicarle el día completo a mi hijo sin ninguna distracción. Por la tarde mantengo una charla con Giulia, ya se ha hecho la corrección ortotipográfica, también la corrección de estilo y antes de que se maquete quiere que le dé un último vistazo por lo que paso el resto del día hasta entrada la madrugada haciéndolo. Por la mañana me despierto sola en la cama, salgo al salón todavía media dormida, descalza y seguro que despeluzada, veo que Can no se ha ido muy lejos, está con el niño sentado en el sofá, nuestro hijo está acabado de despertar también, cubierto por los brazos de su papá. Por un rato me quedo observándolos. Emir despega la cabeza del pecho de Can y lo mira a los ojos, mi marido besa su frente.
-Can: Feliz cumpleaños, mi vida.

Uno, dos, tres, tal vez cuatro son los besos que Can deja en las mejillas y frente de nuestro hijo que ahora mismo es ajeno a lo que significa este día. Hoy celebramos su llegada al mundo y todo lo que ello implica, nos convertimos en papá y mamá y aprendimos a ver la vida de otra manera, siendo él la prioridad y el centro de la nuestra. No sólo nos dió el título de padres también hizo que la palabra familia cobrara sentido.

No aguanto las ganas de unirme a ellos por lo que mientras recojo mi pelo en una coleta avanzo hasta el sofá y me siento al lado de Can.
-Sanem: Hola tesoro.
-Emir: Anne...
-Sanem: Feliz cumpleaños, mi amor. Qué niño más mayor, ya tienes un añito, Emir.
-Can: ¡Qué año más bonito!