El Amor Todo Locura.

152. SEAN CUALES SEAN LAS CONSECUENCIAS.

Recogemos todas las cosas y vamos todos juntos en el coche de Gamze hacia su casa. No quiere que esté sola y ahora mismo no me encuentro con muchas fuerzas para conducir con Emir. Cuando llegamos dejamos a los niños en el salón con todos los juguetes, mientras ella le da el pecho a Asli entramos en la cocina.
-Gamze: ¿Quién era ese hombre?
-Sanem: Era mi ex novio...
-Gamze: ¿Te ha hecho algo?

Niego con la cabeza.
-Sanem: Creo que me está siguiendo, me lo he encontrado ya varias veces y siempre me pide hablar, hoy me ha dicho que nunca ha dejado de quererme, ¿Por qué no me deja en paz? Fue él el que me dejó... Ya han pasado cinco años de eso. Tu hermano es el hombre de mi vida, no pienso en nadie que no sea él...

Otra vez vuelvo a llorar, tengo miedo, tengo muchísimo miedo de la reacción de Can cuando se entere, siento que está vez no va a ser tan comprensivo como lo fue la otra vez y tiene todo el derecho del mundo.
-Gamze: Cariño, estás asustada.

Gamze coge una de mis manos y me acaricia para darme calma. No podemos estar mucho tiempo aquí y dejar a los niños sólos así que tomo un vaso de agua y salimos al salón.
-Gamze: Tienes mi apoyo, Sanem. Pero no podemos permitir que ese hombre te siga acosando. Tienes que hablar con mi hermano, tiene que saber lo que sucede.
-Sanem: Can se va a volver loco, el intuía que Baris no quería una simple disculpa para limpiar su conciencia. ¿Qué hago? ¿Cómo se lo digo? ¿Cómo le digo que mi antigua pareja me ha confesado que sigue enamorado de mí y que me está persiguiendo?

Las manos me tiemblan y me duele muchísimo el estómago.
-Gamze: Diciéndole las cosas tal cual son. Mi hermano va a tener que actuar con madurez y no dejarse llevar por la situación. Can no es un niño, ya tiene treinta y siete años y tiene que portarse como el hombre que es.

Estamos con los niños un rato hasta que mi teléfono suena, es Can y me pregunta que en dónde estoy. Le pido que venga a recogernos pues he dejado mi coche aparcado por fuera del parque y no tengo cómo volver. Cuando llega nota que algo ocurre muy rápido, quizá más rápido de lo que me gustaría. No pienso alargar esto y hacer la bola más grande así que le doy la mano y salimos al jardín.
-Sanem: Tenías razón, Can.
-Can: ¿En qué?
-Sanem: Los encuentros de Baris no son una casualidad, hoy hemos ido al parque con los niños y ha vuelto a aparecer...
-Can: ¿Qué?

Su cara cambia por completo, Can se queda pálido y suelta mi mano para pasarla por su barba.
-Sanem: Necesito que escuches, sé que es difícil pero necesito que mantengas la calma.
-Can: Si me dices eso es imposible que mantenga la calma, Sanem.
-Sanem: Por favor.

Cojo una de sus manos de nuevo y lo miro a los ojos.
-Sanem: Esto es más serio de lo que yo pensaba. Probablemente Baris me haya estado siguiendo más tiempo del que creíamos, utiliza a su hija como excusa para aparecer en lugares públicos en los que yo me encuentro... Cómo por ejemplo el parque.
-Can: ¿Qué te dijo esta vez? Seme sincera, te lo pido por favor.

Estoy temblando pero Can tiene que saber todo.
-Sanem: Que todavía me sigue queriendo, que no se ha olvidado de mí.
-Can: ¿Con que ese hijo de puta no va a bajarse del burro, no? Vámonos, voy a dejarte en casa con Emir, tengo que salir.
-Sanem: ¿Cómo que salir? Can no hagas ninguna estupidez, te lo pido por favor...
-Can: ¿Estupidez? ¿Crees que defender el honor de mi mujer es una estupidez?

Su voz se alza más de lo normal haciendo que me ponga mucho más nerviosa de lo que ya me encuentro.
-Can: No me pidas que me quede quieto o que cruce los brazos y me quedé esperando a la siguiente jugada, ya he aguantado suficiente y si lo he hecho ha sido por tí porque te he querido demostrar cuánto te amo, cuánta confianza tengo en lo nuestro pero esto no se puede quedar así, Sanem. Ese gilipollas no va acercarse más a tí, te está acosando aunque tú no te des cuenta, no está enamorado, está obsesionado pero yo sé cómo quitarle la obsesión.
-Sanem: Can, por favor...