El Amor Todo Locura.

114. NO TE GUARDES NINGÚN TE QUIERO.

A Sanem le encantan las flores, es feliz con la casa llena de ellas, como no tendré tiempo de ir a ninguna floristería y creo que ella tampoco lo tendrá hago un pedido online para que lo envíen en lo que tomo mi desayuno. Ha sido muy placentero haberme quedado durmiendo hasta las siete de la mañana después de lo que he tenído que madrugar estas semanas atrás. Cuando estoy guardando las cosas en el frigorífico para lavarme los dientes y marcharme veo aparecer a mi mujer. En un brazo tiene a Emir y bajo el otro unas sábanas hechas un ovillo.
-Sanem: Buenos días.
-Can: Buenos días.

Parece que Emir ha estado llorando a juzgar por su forma de respirar, por su cara medio enfadado y su nariz roja.
-Can: Buenos días mi pequeño león. ¿Qué te pasa? ¿Estás de mal humor?

Cuando le hablo Emir llora fuerte, lo sostengo en brazos mientras miro a Sanem en busca de una respuesta.
-Sanem: Estaba conmigo en la cama, he notado que se le ha salido el pipí del pañal y al parecer no le ha hecho nada de gracia que lo lavase tan temprano.

Dice mientras abre la puerta del cuarto de la lavandería y mete las sábanas sucias dentro de la lavadora.
-Can: Con lo calentito que estaba en la cama de papá y mamá...

Digo mirando a Emir imitando el gesto de sus pucheritos.
-Sanem: Creo que nuestro bebé se va a despedir de esa talla de pañal, ya está muy grande. No quiero que crezca tan deprisa Can, tengo muchísimas ganas de llorar.
-Can: Si tú también lloras voy a irme a trabajar hecho polvo...

Sanem me mira, su barbilla tiembla pero hace un esfuerzo por retener sus lágrimas.
-Sanem: De acuerdo.

Me hace reír. Cuando quiere es muy obediente y ese lado un tanto infantil de seguir las órdenes de papá me hace verla con mucha ternura.
-Can: Yo tampoco quiero que crezca tan deprisa. Ya pesa lo suyo, y está muy largo en comparación a cuando nació... Sólo era un pequeño renacuajo y mira lo mayor que se nos está haciendo.

Beso la frente de mi mujer y le devuelvo al niño.
-Can: Me encantaría quedarme pero no quiero llegar tarde. Ojalá llegue a tiempo de cenar y de ver algo en la tele juntos. Me apetece mucho. ¿Tú qué plan tienes para hoy?
-Sanem: En cuanto desayune voy a dar un paso, creo que también voy a ir a visitar a mi abuela para que vea a Emir y luego me tomaré el día para escribir. Si es que tu hijo me deja, claro...

Dice mordiéndose su labio.
-Can: Dale un abrazo de mi parte a tu abuela, espero que mi hijo se porte muy bien con la mamá más preciosa de este mundo. Me voy ya, los quiero.
-Sanem: Te queremos.

Conduzco hasta el set de grabación, repaso en la caravana el texto de hoy en lo que me peinan, me maquillan y luego traen mi vestuario, una vez listo comienzo a grabar. Durante la mañana trabajamos sin parar hasta que se hace la hora del almuerzo. El director comparte conmigo lo contento que está con el trabajo que hasta ahora estoy haciendo. La verdad es que yo también estoy muy feliz con los resultados y además me siento súper cómodo. El equipo lleva un ritmo totalmente diferente a lo que conozco, son muy estrictos y organizados y en cierta forma me gusta pues aquí lo que es perder el tiempo no se pierde en absoluto, creo que es de las producciones más intensas en las que he tenído la suerte de trabajar y eso me hace dar todo de mí. Es tan amena la conversación que tengo con el director que al acabar de grabar nos tomamos un café en el centro de Estambul. Este tipo de personas tienen una mente privilegiada y saben tanto del sector que rodearme de gente así me hará nutrirme. Pasamos más de una hora hablando largo y tendido y escucho cuanto consejo y recomendación tiene que contar.

Cuando nos vamos a despedir para que cada uno podamos irnos a nuestras casas escucho la voz de un hombre pronunciar mi nombre, al girarme veo a Kaaya, el fotógrafo con el que trabajé hace unos años y con el que me volví a reencontrar en la fiesta que se dió después de los premios. El director se va y me acerco a Kaaya para saludarlo.
-Kaaya: Dudé si eras tú pero el pelo te ha delatado. ¿Cómo estás?