Capitulo # 66

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Mientras Minerva explicaba el tratamiento y la posible operación, Arthur escuchaba con atención y asombro

_¡En serio! ¿Y duele?_ preguntó curioso

_Me imagino que sí, pero los muggles deberían tener pociones que eviten el dolor.

Arthur estaba impresionado, pero su curiosidad lo dejo pegado a la silla, tanto que se olvidó que tenía que llevar a los chicos de regreso.

~π~

Blaise había ya acomodado a Dafne en su asiento, acomodando los cojines y la manta de tal manera que ambas vayan muy cómodas.

Draco estaba parado fuera del carro despidiéndose de sus amigos.

Blaise y Pansy avanzaron hacia la estación del tren para reunirse en Londres Muggle como ya habían acordado.

Draco estaba empezando a impacientarse por la tardanza.

~π~

La conversación seguía entretenida en la oficina de la directora.

Snape se apareció en su cuadro tan serio y petulante como siempre.

_ Tal parece que está muy buena la conversación, pero ya debería irse o llegarán tarde al hospital _ refutó molestó.

Hagrid y Dumbledore le dieron la razón.

_Arthur ya es hora, por favor _ pidió el anciano director _ no queremos que Dafne se agrave más.

_¡Uy cierto, se me pasó!_ logro decir Arthur al tiempo que se levantaba despidiéndose con la mano para salir a ver a los chicos.

_¡UF...UF! respiraba con dificultad el pelirrojo mayor _ lo siento Draco, Hermione _ me entretuve .

Hermione sonrió agradecida. No se preocupe, más bien nosotros deberíamos agradecerle porque nos ha ayudado tanto.

Arthur sonrió a Hermione, luego se encontró con la mirada sería de Draco y suspiró...bueno ¡Vámonos! _ dijo mientras se subía presuroso a su lugar. Levantó la cabeza para mirar a Daphne sentadita y bien arropada, pudo ver su sufrimiento, frunció el ceño y pensó... <<Vamos Arthur, apresurate debemos salvar la felicidad de nuestros hijos>>

Draco se acomodó a su lado, una vez empezaron a subir invocó el hechizo desilusionador.

_ ¡Bien muchacho!_ exclamó Arthur así no me meto en líos en el Ministerio.

Ya era medio día habían perdido una hora, así que como buen piloto sacó su dedo por la ventana para medir la fuerza del viento. Miro los indicadores de velocidad de su auto y aplastó el acelerador, el carro poco a poco subía la velocidad, de tal manera que podría cumplir su horario, pero sin asustar a sus ocupantes.

El viaje estuvo tranquilo al inicio. A una hora de llegar al Hospital muggle, Hermione que cada tanto observaba a Daphne se dio cuenta su palidez extrema.

La rubia jadeaba y se acariciaba la frente.

_¿Estas bien?_ preguntó Hermione ¡Estas pálida! ¿Quieres vomitar?_ y sin esperar respuesta sacó una fundita de su bolso de cuentas colocándola frente a su amiga.

Daphne arrojo tan solo bilis, no había desayunado. Hermione amarró la funda y la tiró por la ventana. Luego le pasó una toallita a su amiga para que se limpie.

_¡Ey!_ grito Draco severo.

_¡Lo siento, me olvide que estamos aquí!

_ En los bolsillos de los asientos hay caramelos_ explicó Arthur preocupado.

La castaña tomó 4, uno para cada uno.

Llegando a Londres, el auto empezó a bajar poco a poco, por el área forestal, así Draco quitaría el encantamiento.

Draco salió y cuidando de no ser visto transformó el viejo cacharro en un auto más moderno.

Jean estaba afuera del hospital esperando a Hermione. Cuando de repente vio un singular carrito azul de colección estacionarse frente a ella, miro con curiosidad a sus ocupantes para encontrarse con los fríos ojos grises de su yerno. Rodó los ojos y suspiró mejor.

Mientras Draco tomaba en brazos a Daphne, Hermione guardaba los baúles encogidos en su bolsito de cuentas.

_¡Vamos por aquí!_ los guío Jean hasta la habitación que le habían asignado.

Luego de los respectivos saludos, Narcisa preparó la ropa y todo lo que necesitaría Dafne para su estadía en el hospital. Transformando su baúl en una graciosa maleta de ruedas.

Mientras las mujeres mayores cambiaban a la pequeña rubia, Draco y Arthur salieron a tomar un café bien cargado, la noche sería muy larga. Hermione prefirió sentarse en la pequeña salita de la habitación, ella también estaba muy cansada.

Al terminar Dafne se durmió. Jean estaba sentada en la cama acariciándole el cabello, que bonita eres _ le dijo suavemente _ debes ser fuerte y luchar por tu recuperación.

Dafne abrió apenas los ojos _ sus palabras calentaron mi corazón, que suerte... tiene Hermione _ susurró _ así de bonito es ser amada por una madre...

Hermione se levantó de su lugar y acercándose a la cama dijo _ madre aquí está tu hija _ hija eh aquí a tu madre.

Los ojos de las tres mujeres se llenaron de lágrimas.

Algo en el pecho de Hermione le decía que había hecho lo correcto.

Daphne lloraba de felicidad, e internamente se promedio luchar para vivir.

Jean lloraba en silencio acariciando ya el cabello castaño de su primogénita, luego el rubio de Dafne, no dijo nada, más en su interior sentía que en el futuro podría perder a una de las dos.
































La Bitácora De Un Embarazo Mágico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora