Capítulo 38.

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Michael Jackson:

He terminado de filmar el video clip para la canción “Bad” y ahora solo estoy ajustando algunas ideas para los próximos videos musicales que serán parte de la película “Moonwalker.”
La película será como un compilación de mi carrera musical y tendrá algo así como una pequeña historia de ficción y es algo que me entusiasma porque la actuación también es de mis cosas favoritas y nada mejor que combinar música con el cine.

Paso los días ensayando para las próximas coreografías y en mis tiempos y días libres me los paso con mi chica que ha llegado hace una semana, y que bien se escucha “mi chica” me encanta saber que ya no tengo que ocultar lo que siento, adoro saber que ambos nos pertenecemos.
Disfruto demasiado el tiempo con ella dando paseos con disfraces por la calle, riendo y hablando de todo y nada a la vez y lo mejor es cocinar juntos, ella me ha enseñado a cocinar y me gusta hacerlo siento que me saca de la rutina, me hace tener días más normales.

Domingo 08, 1987.
L.A California.

Después de pasar días intentando convencer a Rebecca para que pudiera presentarla con mí familia ella al fin aceptó y desde esta mañana me la pase haciéndole compañía en su apartamento, ella había tomado una ducha y entré en su habitación cuando terminó y la vi revolviendo su closet.

—Ayúdame ¿vaqueros o un vestido?— preguntó volteando a mí.
—Es un día caluroso y estaremos al aire libre yo te recomendaría algo ligero— respondí asomándome por la ventana.
—Entonces un vestido—.

Asentí y salí de su habitación cerrando la puerta dejando que se vistiera, mientras que yo iba a la nevera buscando los brownies que horneó ayer por la noche. Escuche el sonido de la pistola para cabello y supuse que había terminado así que camine de vuelta mirando la puerta abierta y entré mientras ella ondulaba su cabello y terminaba con su maquillaje.

Me quedé mirándola y ella al sentir mi mirada hizo lo mismo mirándome en el reflejo del espejo y sonriendo con sus perfectos labios rojos, se veía demasiado bella con un delineado que resaltaba sus ojos y ese vestido negro con tacones que estilizaba perfectamente bien su silueta.
Tomó su botella de perfume y dio unas rociadas sobre su cuerpo, se levantó y se abrazó a mi besando mis labios, puse mis manos en sus caderas y la besé hasta quedarme sin respiración, se separo de mi y limpió con delicadeza la pequeña mancha de labial que me dejó.

Acerqué mi nariz por debajo de su oreja y mientras absorbía el aroma de su perfume deje un beso en su cuello al mismo tiempo que miré el collar que le obsequie, ella había prometido nunca quitárselo y hasta ahora estaba cumpliendo con ello.

—¿Ya te he dicho lo mucho que me encanta tu perfume?— Dije mirándola sin soltar su cadera.
—Sí, demasiadas veces— Respondió dándome algunos disparos de aroma en mi ropa.

Miré mi reloj y eran casi las 2:00 p.m. y Carlos no tardaría en volver por nosotros.

—¿Lista para conocer al resto de la familia Jackson?

Rebecca levantó las cejas y dejó salir su respiración.

—No— respondió en un tono asustado. —¿Qué si no les agrado? ¿Y si Joseph me reconoce?—

Me abracé a ella y pase mis dedos entre su cabello.

—No creo que Joseph pueda reconocerte, ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuviste frente a él— dije intentando que se relajara. —Y en cuanto a los demás creo que ya les agradas, les he hablado demasiado de ti.

Nos miramos sonriendo y escuchamos sonar un claxon, Rebecca miró por la ventana y era Carlos montado en el auto esperando para llevarnos a casa.

Tomé a Rebecca de la mano y ella colgó su bolso buscando sus llaves, bajamos por las escaleras y subimos al auto dejando que Carlos nos llevara por la carretera. En todo el camino no solté la mano de mi chica y podía sentir y ver su nerviosismo porque su tobillo no dejaba de moverse con rapidez.

—No sueltes mi mano porque la idea de escapar está tentándome— me dijo antes de bajar del auto.
—Sabes que nunca voy a dejarte ir—.

Respondí apretando aún más fuerte su mano y caminando juntos al jardín en donde ya estaban todos reunidos disfrutando de la comida y hablando entre sí. Las miradas estaban puestas en nosotros y mi madre de inmediato se levantó para saludar a la chica que venía de mi brazo y al pasar las horas la presenté con toda mi familia quienes no paraban de preguntar todo sobre ella como ¿A que se dedicaba? ¿De donde venía? Su edad y cosas de ese estilo y Rebecca mintiendo respondió creándose una vida que no existía diciendo que era gerente en una tienda de ropa y omitiendo todo sobre los laboratorios.

Todos parecían llevarse bien y solo Joseph la miraba de una forma sospechosa y en algún momento me llamó a su lado para indagar más sobre ella.

—Su voz y esos ojos, parece que los he visto y escuchado antes— dijo sin quitar su mirada de mi castaña. —¿En dónde mencionaste conocerla?
—Ya se los dije estaba de compras por la ciudad y la encontré en la tienda de ropa donde trabaja, me pareció linda y la invité a salir— respondí intentando sonar seguro.

Joseph no parecía muy convencido y frunció el ceño.

—Ten cuidado con ella parece ser de esas chicas casa fortunas—

Su comentario estúpido me molestó, Joseph estaba completamente equivocado y no tenía idea de quien era Rebecca realmente, ella era todo lo contrario a lo que él pensaba.

—Créeme ella no es ese tipo de chica— dije defendiéndola.
—Como tu digas— me respondió desviando su mirada.

Ignore a mi padre y volví la mirada a la castaña que conversaba con mis hermanas mientras cargaba a uno de mis sobrinos en su regazo, se veía tan dulce y tenía una buena conexión con los niños y pude darme cuenta por la forma en que jugaba y bromeaba con ellos. Supuse que mi castaña ya estaba más tranquila, su mirada lo reflejaba y la reunión con mi familia salió mejor de lo que yo imaginaba.

8:40 p.m.
Algunos de mis hermanos se habían ido y solo quedábamos mis hermanas, Rebecca y yo haciendo compañía a mis padres. Me levanté de donde estaba y tomé a Rebecca de la mano haciendo que me siguiera, se despidió de mi familia mientras que yo le decía a mi madre que volvería por la noche.
Salimos tomados por las manos y subimos a mi auto, tomé el volante y Rebecca estaba a mi lado mirándome.

—¿Saldrás sin seguridad? ¿En dónde está Carlos?—
—Le di la tarde libre y ten calma que nada malo va a suceder— El auto había encendido y comencé a conducir. —¿Y bien, te ha gustado estar con los Jackson?
—Sí— dijo sonriendo. —Todo estuvo mejor de lo que imaginé y creo que creyeron en mis pequeñas mentiras—

Ambos reímos porque en realidad nadie sabía nada de lo que realmente pasaba.

—Te has pasado una calle, ¿no me llevarías de vuelta al edificio?— preguntó señalando por la ventana.
—Aún no, tengo planes y no te devolveré a tu apartamento hasta después de media noche—

Respondí guiñándole un ojo.

—Bien, estoy en tus manos
entonces—.

Después de casi dos horas conduciendo habíamos llegado a la playa de Santa Bárbara y agradecí porque parecía estar completamente sola, parece que la suerte estaba de mi lado esta noche.

Rebecca miró por el cristal y sonrió de oreja a oreja como si esta fuera la primera vez que miraba el océano.

—Tenía demasiado tiempo sin ir a la playa— me dijo emocionada. —¡Vamos ya quiero sentir la arena entre mis dedos!

Quité las llaves del auto y Rebecca tomó de mi mano haciéndome correr hasta la orilla del mar, quitó sus tacones y comenzó a juguetear entre la arena y el agua. Me encantaba verla tan despreocupada y siendo feliz por cosas tan pequeñas.
El reflejo de la luna resplandecía en el mar y nos daba una vista espectacular, adoraba estar aquí junto a ella.

Caminamos sin rumbo por la orilla mientras escuchábamos el sonido de las olas que transmitían demasiada paz y después de caminar demasiado paramos dejándonos caer sentados sobre unas rocas y Rebecca recostó su cabeza en mi hombro, la miré y noté que respiraba con tranquilidad mientras tenía los ojos cerrados.

—¿Bailas conmigo?— pregunté sonriendo.
—¿Sin música?
—Prometí que cantaría para ti.

Ella me besó y se levantó abrazándose a mi y comencé entonando “I Can’t Help It” bailamos sin separarnos, Rebecca daba vueltas sin soltar mi mano y ambos estábamos demasiado felices y enamorados.

—No tienes idea de cuanto te amo, es un sentimiento infinito— Habló pegándose a mi pecho.
—Te amo en un lugar donde no hay espacio ni tiempo… Te amo de por vida.

Miré sus ojos y literalmente me había dejado sin palabras, ahora solo me sentía especial y adoraba el sentir su calidez llena de amor. Ella comenzó a cantar “Listen do you want to know a secret” y le seguí terminando con un beso pequeño en sus labios.
Nos recostamos en la arena y deje caer mi cabeza en su pecho mientras acariciaba mi cabello, mientras me decía cuanto le fascinaban mis rizos.

—Me gusta escuchar los latidos de tu corazón—
—Y ya te pertenecen para la eternidad.

—Quédate toda la noche conmigo pero si prefieres quédate toda mi vida—.

Dije apretando su cuerpo entre mis brazos y ella hizo lo mismo y hablaba en serio estaba seguro que la quiero en mi vida por siempre.

                            PARTE II.
Rebecca:

Febrero 10, 1987.

Adoraba los fines de semana con Michael, cada que recordaba la noche en la playa sonreía suspirando y quería decirle a todo mundo lo que estaba viviendo, necesitaba expresar todo lo que me hacia sentir.

Recibí una llamada de Sofía por el “reloj” y me dio felicitaciones mandándome abrazos a la distancia, me sentía feliz y al mismo tiempo un poco melancólica porque tenía a Michael a mi lado pero al mismo tiempo tenía a mi familia y amigos décadas lejos de mi, y sí no podemos tener todo en esta vida.
Hablé con Sofía sin parar de todo lo que habían sido mis últimos días y la emoción desbordaba de mí, ella compartía conmigo mi felicidad y era algo genuino por parte de las dos, cada que algo bueno pasaba en la vida de cada una lo celebrábamos juntas y en los momentos malos nos consolábamos y llorábamos juntas nuestra amistad era sincera y para mi era la única que tenía además de mi hermana, sentía a Sofía como parte de mi familia y no pensaba alejarla de mi vida nunca.

Después de largos minutos cortamos con la llamada y guardé el aparato en el bolsillo de mi sudadera, me levante y camine a la cocina para preparar la merienda de hoy busqué en la alacena y solo me quedaba pasta, tenía que hacer el súper pero no sería hoy, hoy solo quería quedarme en el apartamento y dormí toda la tarde y así lo hice después de terminar de cocinar. Me encerré en mi habitación y me deje caer en la cama, mis ojos pesaban y el sueño me venció no tenía idea de cuanto tarde durmiendo y solo desperté porque el teléfono al lado de mi cama comenzó a timbrar, estiré mi brazo y lo tomé contestando la llamada sintiendo mi garganta seca y era Michael quien llamó para invitarme a cenar a lo que intenté convencerlo de quedarnos aquí pero no funcionó y acepte ir con él.

6:30 p.m. marcaba el reloj de la pared y aún tenía tiempo para alistarse, me levante con pereza de la cama y camine por un vaso con agua y salí al balcón mirando la puesta de sol, saqué el “reloj” de mi bolsillo mirándolo con la esperanza de que comenzara a timbrar y alguno de mis padres o Lucía me llamara pero nada, parece que me quedaría esperando sus felicitaciones y creo que desde ahora comenzaría a odiar mi cumpleaños.
El sol se había escondido y volví adentro dirigiéndome al baño para tomar una ducha, sentí el agua caliente caer sobre mi cuerpo y de inmediato me sentí relajada pasando la esponja enjabonada por todas partes, esta vez había demorado un poco más bajo la regadera pero sentía que no quería salir de ahí, realmente no tenía ánimos de salir a ningún lado solo quería que el día terminara de una vez para volver a dormir.

8:15 p.m. estaba lista, aburrida y esperando sentada en el sofá, cuando golpearon a mi puerta me levanté, tomé mi bolso y salí a la puerta encontrándome con Michael quien me miraba sonriendo y con una maceta pequeña en las manos de las llamadas flores violetas.

—¡Felices 22, linda!— dijo abrazándome y entregándome la linda plantita.

Correspondí a su abrazo y tomé la planta colocándola sobre el marco de la ventanilla y regando un poco de agua sobre ella, me gustaba el color que tenían las pequeñas flores y sobre todo el aroma que desprendían, fue un regalo muy tierno y cuidaría bien de ella.

—Gracias, me has alegrado la noche— respondí besando su mejilla.
—¿Te ha gustado mi obsequio?
—Sí, demasiado.
—Sé cuanto te gustan los colores violetas y en cuanto vi la pequeña flor pensé en ti.

Sonreí y volví a estrujarlo Michael era muy dulce, era una hermosa persona que te hacía sentir tan especial con sus actos de amor.

—El lugar de la cena espera por nosotros, vamos— me dijo enganchando mi brazo al suyo.

Bajamos hasta donde estaba su auto y de nuevo Michael estaba sin seguridad, había llegado solo.

—¿No te parece un poco peligroso salir por la noche sin nadie que te
custodie?— pregunté abrochando el cinturón de seguridad.
—No— respondió encendiendo el auto. —Todo estará bien solo saldremos a cenar y nada malo va a suceder.

Condujo hasta llegar al restaurante en donde nos había llevado a Sofía y a mi la noche después de evitar el accidente con el comercial, era un lugar tranquilo y parecía haber cambio solo un poco. Ambos disfrutamos de la comida y nuestra compañía y me hizo sentir feliz, por un momento me olvidé que no había sido un buen día del todo pero ya no importaba porque ahora él me había compensado todo.

—No quiero volver a mi edificio me quiero quedar toda la noche abrazada a ti— le dije cuando terminamos con la cena para después salir del restaurante.
—Yo también quisiera pero no podemos quedarnos dormidos en el auto a orilla de la calle— respondió con una risita. —Te llevaré a dar una caminata y después te llevaré de vuelta al departamento.

Caminamos juntos hacia calles que eran desconocidas para mi y paramos en un puente recargándonos en la estructura, solo sintiendo la temperatura templada y el aire correr, podía sentirse tanta paz sin nadie rondando por aquí solo éramos Michael y yo.

—¿Estás feliz aquí?— Me preguntó y respiré profundo pensando mi respuesta.
—Estoy feliz contigo, sí— respondí sonriéndole.
—Y yo contigo pero dime... Dime si te sientes bien estando en esta época.
—Me he acostumbrado, aquí estoy fuera del mundo caótico que conozco y aunque todo es completamente distinto puedo decir que este mundo me gusta aunque no dejo de extrañar a mi vida normal.
—¿Quieres ir de vuelta a 2024?
—Aún no, todavía no quiero volver a mi realidad por ahora quiero un respiro contigo—.

Nos miramos y no me cansaba de ver una sonrisa en el rostro de Michael acompañada por esos ojos que te atrapan, se acercó a mí y dejó un pequeño beso en mis labios fríos.

—Dichoso el día que volviste a mí porque fue solo el principio de algo maravilloso—

Volví a abrazarlo dejando mi cabeza en su pecho sintiendo sus fuertes latidos.

12:00 a.m.
Michael me había llevado de vuelta a mi edificio y me acompañó hasta el departamento, me sentía un poco cansada y con los ojos pesados solo quería llegar a mi cama y envolverme en las sábanas.
Subimos las escaleras y los pasillos estaban vacíos y en silencio, busqué las llaves en mi bolso y al querer ponerlas en la cerradura me di cuenta que la chapa estaba forzada alguien entró o había intentado hacerlo, miré a Michael frunciendo el ceño e intentado mantenerme calmada.

—Ve abajo y si escuchas gritos entonces pides ayuda— le dije susurrando y él negó.
—No voy a dejarte aquí, vamos a entrar juntos.
—¡No! No tenemos idea de quien pueda estar ahí, solo haz lo que te pido por favor tengo que mantenerte a salvo.
—Una vez más ¡NO! Yo voy a entrar contigo—.

Esta discusión no tendría fin y él no haría lo que le pedía así que no me quedó más que dejar que estuviera a mi lado.

—Entraremos despacio pero tu iras detrás de mí— le dije mirándolo y él asintió.

Y con manos temblorosas empuje despacio la puerta entrando con pasos suaves y silenciosos, las luces estaban apagadas y solo la cocina estaba encendida, busqué algo con que poder defenderme en caso de que fuera necesario y solo encontré una sombrilla que estaba colgada en la pared.

—¿Qué se supone que haremos con eso?— preguntó Michael soltando una risita en mi oreja.
—No te burles es todo lo que tengo a la mano y no sé creo que puede ser un arma mortal—

Nos habíamos quedado en silencio hasta que escuchamos voces que no lográbamos distinguir.

—Salgamos de aquí y llamemos a la policía— me susurró y negué.
—No, yo iré tu vuelve y llama a la policía.

Michael negó.

—Repito no voy a dejarte sola.
—Entonces no te sueltes de mi brazo.

Ambos estábamos aferrados de cada uno y sin más corrí a la cocina apuntando con la punta de la sombrilla y quedando como una verdadera estúpida.

—¡Feliz Cumpleaños, nena!— gritaron mis padres y Lucía.

Miré a Michael frunciendo el ceño y ambos estábamos completamente confundidos y mi cabeza solo repetía una y otra vez...

<<¡¿Qué carajo está pasando aquí?>>

Estaba en shock porque no estaba entendiendo nada, no sabía como es que ellos lograron estar aquí ni como es que dieron con la dirección y número de apartamento.

—Rebecca, baja eso puedes lastimar a alguien— me dijo Beatrice y es que todavía tenía la sombrilla apuntando mientras mi cabeza intentaba procesar lo que estaba pasando.

—¿Es que no les da gusto vernos?— preguntó Alejandro y solo asentimos.

—¡Así que ustedes rompieron mi cerradura y me dieron el susto de mi vida!— les reclamé.

—Creímos que un ladrón estaba aquí— les dijo Michael.

—Supongo que no te gustó la sorpresa de cumpleaños— respondió Lucía.

Giré los ojos fastidiada siempre se tomaba todo a broma y me pregunto cuando sería el día en que le ponga un poco de seriedad a su vida.

—Tu padre arreglará la puerta mañana por la mañana, ahora coman un poco de tarta— dijo mi madre.

Michael se sentó a mi lado mientras comía el pedazo de tarta que estaba frente a él.

—¿Cómo es que llegaron?— Les preguntó.
—Construimos una segunda máquina y esta vez fue fácil solo tardamos un año en fabricarla— respondió mi padre.

Yo no tenía idea de que ellos se pasaron un año trabajado en ello, ni siquiera lo hubiera imaginado.

—¿Y cómo dieron con mi dirección? ¿En dónde está la nueva máquina?— pregunté.
—Fue Sofía quien nos dio los datos y Demián las coordenadas de la bodega en donde tienes la vieja máquina— respondió mi madre. —Por cierto tomamos tu auto prestado.

Eso era lo que menos me importaba ahora, todos habían estado trabajando en la nueva máquina y nadie se molestó en informarme.

—Supongo que pudieron llamar y decirme que vendrían y no entrar como unos ladrones a mi departamento— dije enfadada y Michael apretó mi mano intentando darme calma.

Michael y mis padres siguieron hablando hasta que dieron la 1:30 p.m. y yo seguía igual de enfadada, Michael estaba por irse así que baje con él para despedirlo.

—Relájate e intenta dormir, te veré mañana— habló tomando mi rostro y dejando un beso.

Lo vi encender el auto y marcharse, subí cuando su auto desapareció y mis padres aun estaban en el pequeño living.

—Déjame abrazarte— dijo mi padre y de un momento a otro sentí su cálido abrazo. —Te hemos extrañado y queremos que regreses a casa.

—No me lo pensaré dos veces yo también extraño todo y a todos y sí quiero regresar— hablé sonriendo.

Nos separamos y recibí un apretón fuerte de Lucía quien tenía a mi felino en sus brazos y lo tomé abrazándolo y llenándolo de besos aunque el pequeño parecía querer escapar de mí, lo puse de vuelta en el suelo y escapó corriendo hacia el pasillo.

—Yo también quiero que vuelvas y me disculpo por mi comportamiento grosero e histérico— me habló mi madre tomando mis manos. —Exagere un poco o demasiado con respecto a tu relación con Michael y me ha quedado claro cuanto se quieren—

Jalé a mi madre y la envolví con mis brazos estrujándola fuerte.

—Olvídate de eso ya no importa, y yo también me disculpo por gritarles demasiado— dije mirando a mis padres. —Lamento ser tan grosera en algunas ocasiones.

—¡Mis ruegos fueron escuchados!— Exclamó Lucía mirando al techo y abriendo sus palmas. —Ahora dime en donde puedo dormir.

Llevé a mis padres a la habitación que tenía libre para que pudieran descansar y Lucía se quedó conmigo compartiendo habitación, realmente todos estábamos muriendo de sueño y esta noche podría dormir tranquila y en paz.

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