Capítulo 77.

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Dante Blake:

Tengo el mejor amanecer...

Rebecca está dormida abrazada a mi, completamente desnuda aún. Las horas anteriores me recorren la mente una y otra vez y no puedo evitar sonreír cada que lo recuerdo y quisiera alardear a todo mundo sobre lo que pasó anoche en mi habitación.

Yo siempre obtengo lo que quiero y ella no sería la excepción.
Rebecca se había convertido en mi propósito más difícil y ahora lo había cumplido.

Sonrió solo de recordarlo, ahora sí puedo decir que ella es completamente mía.
Es tan placentero tenerla sobre mi pecho, sentir su respiración calmada y aprovecho para pasar mis dedos sobre su espalda de arriba abajo. Valió la pena a ver esperado tanto por ella.

Mi móvil vibra fuerte en el suelo y sin querer soltar a Rebecca estiro mi brazo contestando la llamada.

—El cargamento llegó y tienes que hecharle un vistazo— Me dice el tipo que trabaja para mí.

—No, olvídalo. Tengo a una hermosa chica de labios rojos dormida sobre mi y no la dejaré solo para revisar un cargamento— Digo levantando la voz y con eso Rebecca estaba abriendo los ojos. —Te veré el lunes, tal vez y no quiero ser molestado todo el fin de semana. ¡Así que no me jodas!—

Es sábado por la mañana, no tengo planes pero quiero tomarme un respiro.

—Buen día mi preciosa Rebecca— Le digo a mi chica cuando despierta por completo.

Ella solo me mira sin hacer ninguna expresión.

Ni siquiera me responde.

—¿Qué? ¿Te parezco irreal? ¿Aún no puedes creer que te tiraste a un dios?— Bromeó.

Ella rueda los ojos, separándose de mi y al ver que quiere levantarse de mi cama la detengo tomando su brazo.

—Quiero ir a mi habitación y tomar una ducha, ¿puedo?— Me dice ella girando la cabeza.

—Dejarás tu habitación esta noche, es tan estúpido seguir durmiendo separados después del polvo de anoche.

—No te acostumbres— me advierte cubriéndose con una sábana y buscando su ropa. —Y espero que lo hayas disfrutado bastante porque no volverá a suceder—

Me sonríe como burlándose de mi.

—Ya te veré viniendo a mí suplicando por sexo—

Imbécil, la escucho susurrar.

Se había vestido y salió descalza de mi habitación.

Salí de la cama cuando ella se fue y yo también me duché. Sentía el agua caliente caer en mi cuerpo y un leve ardor apareció en mi espalda y mis brazos, sí en definitiva Rebecca se transforma al tener sexo y me gusta esa parte escondida de ella.

Al salir de la regadera busqué algo de ropa más relajada y jovial pero no encontré nada, solo tenía ropa formal y es que yo no pasaba mis días en casa a veces ni siquiera me tomaba días libres siempre estaba ocupado al tanto del trabajo, debía de hacer nuevas compras pero eso lo dejaría para luego.

Había terminado de peinar mi cabello, me rocíe un poco de perfume y salí directo a la habitación de Gabriel.

Golpeé a su puerta y él dijo que podía entrar y lo hice.
Gabriel estaba en la cama aún pero ya estaba muy despierto.

—Buen día mi pequeño saltamontes— Dije sonriéndole y sentándome en su cama para dejar un beso sobre su coronilla.

—Hola— Me devolvió la sonrisa. —¿En dónde está Rebecca?—

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