Capítulo 04.

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La mañana de hoy llegamos a casa de los Jackson y no se que sucedió tal vez el señor Joseph esta de muy buen humor o solo fue un golpe de suerte, pero gracias por eso. Él acepto hablar con nosotros y yo tenía ganas de acabar con él por todo el maltrato que le da a sus hijos pero soy una persona coherente y se controlar mis impulsos así que comenzamos una conversación como adultos.

—Tengo trabajo que hacer así que dense prisa— Nos dijo él. —¿Qué quieren?

—Es sencillo. Estamos enterados sobre la “disciplina” que le da a sus hijos— Dijo Demián. —Y esa no es la manera correcta de hacerlo.

—Ustedes no saben nada, ellos son mis hijos y yo decido como educarlos.

—Eso no es educación usted solo esta creando inseguridades y malos recuerdos en sus hijos— Dije.

—¡Basta! Fuera de aquí— Nos gritó.

—¡No nos iremos hasta que usted prometa que no volverá a golpear a ninguno de los chicos!— Grité. —Tengo pruebas y si usted no cumple con lo que pido todo mundo sabrá que la familia perfecta es solo una fachada.

Él nos miró y estaba realmente enojado.

—Solo haga lo que pide y lo dejaremos tranquilo— Dijo Demián encendiendo una cámara.

Joseph no tuvo de otra que ceder y lo obligamos a jurar frente a la cámara que jamás volvería a dar malos tratos a sus hijos.

—Espero que no me defraude y cumpla su promesa— Dije. —Yo siempre estaré cerca de ustedes y si descubro que no cumple el trato acabaré con usted.

—¿Algo más? —Nos dijo.

—Si. Deje que ellos en especial Michael tengan una infancia como todos— le dijo el pelinegro. —No siga presionándolo en la música.

—A él le encanta hacer esto— Replicó el patriarca. —Y yo solo trato de sacar al máximo su talento.

—Sabemos que Michael ama la música y por supuesto que tiene un talento excepcional pero también es una persona y merece ser tratada como tal— Dije. —Él se convertirá en un gran artista solo sea paciente.

Demián y yo regresamos a casa, la primera parte estaba hecha, ahora solo quedaba dejar pasar el tiempo para asegurarnos que Joseph cumpliera el trato.
Se escucho que alguien tocó el timbre de la casa me acerqué a la puerta y Michael estaba frente a mí, le sonreí y lo lleve adentro en el jardín trasero, comimos galletas con chocolate y aproveche para darle mi despedida.

—Mamá dijo que se irán ¿Es cierto? —Me preguntó.

Asentí frunciendo mis labios, yo no quería irme pero también tengo una vida propia.

—Puede que pasen años para volver a verte, no lo sé—

Él me dio una cara seria.

—¿Eres mi amiga? —Dijo y sonreí.
—¡Claro que soy tu amiga! Siempre lo seré y así pasen años siempre puedes contar conmigo.
—Siempre voy a recordarlos, y en especial a ti— Me dijo abrazándome. ¡Y dios! Me hizo sentir tan especial, el pequeño me consideraba su amiga.

—¿Y para mi no hay despedida?— Dijo Demián atrás de nosotros.

Michael se separo de mi y se abrazo a Demián, él lo levantó en brazos y le dijo algo que no logre escuchar. Unas horas después Michael se fue y nosotros empacamos todo, está noche nos iríamos sin dejar rastro de nosotros.

CDMX Junio 20, 2022.
1:00a.m.

Habíamos llegado de vuelta a  nuestra época en los laboratorios, tres meses fuera buscando a los Jackson y por ahora todo salió bien.

—Vayamos a un bar aún es temprano— me dijo el pelinegro bajando de la máquina.
—Dejémoslo para después, por esta noche solo quiero dormir— respondí.
Él asintió.

Salimos en busca de mi padre él a veces se queda hasta tarde por aquí y si tenemos suerte puede que aún esté por acá. Se escuchaban pasos y las luces se apagaron corrí y grité, era él que estaba por irse a casa.

—¡¿Quieren matarme?! —Nos dijo.      —¿Porqué no dieron aviso que regresarían?
—Todo fue muy repentino— Respondió Demián.
—Los llevare a casa y me dirán que sucedió en 1964—

Salimos y nos adentramos en su auto, Alejandro y Demián se la pasaron hablando y yo me quedé dormida hasta que llegue a casa, subí a mi habitación y me encerré quise recostarme en la cama pero un cuerpo estaba sobre ella, era Lucía.

—¿Sabes? yo también estoy cansada— le dije y ella se levantó para darme un abrazo.
—Te he extrañado demasiado— Dijo.  —Y estar aquí era la única manera de no sentirte lejos.

Sonreí y me acurruque junto a ella como cuando éramos pequeñas, y solo ansiaba que amaneciera para poder hablarles sobre cómo fue estar en 1964.

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