Capítulo 91.

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Demián:

Tengo que lidiar con todo lo que se relaciona con Michael, no puedo perder el control o todo lo que he logrado y que tanto me ha costado conseguir se iría al carajo.

Ya es viernes, y me hace recordar que Rebecca irá con Lucía y tal vez y muy probablemente se reencontrará con Michael. En parte ella tiene razón y en algún momento tarde o temprano se vería con él, no puede pasársela escondida y yo no puedo mantenerla todo el tiempo conmigo vigilando lo que hace.

-Tienes una llamada, desde Verona- me dice Bianca entrando en la oficina. Ella me tutea, no me molesta pero no es apropiado, y estoy acostumbrado a que me llamen señor. -¿La tomas ahora o más tarde?-

Levanto la vista y ella sigue ahí frente a mí pero ahora se ha recargado con uno de sus brazos sobre el escritorio.
Ella está peligrosamente muy cerca de mí.

-La tomaré ahora- le sonrio con ligereza y ella hace lo mismo y se va dejándome solo.

Suelto mi respiración y me dejo caer sobre el respaldo de la silla, acomodo mi corbata aflojándola un poco y levanto el teléfono para contestar. Es Alejandro, y solo me llamó para saber si todo está bien aquí y si es que nos hemos hecho cargo, le digo que no tiene porque preocuparse que yo sé como hacer funcionar los laboratorios y me ha dicho que tal vez nos den una visita y lleva diciendo eso tanto tiempo que no sé si lo dice enserió o solo lo hace para ponerme sobre alerta.

Después de un rato la hora de salida llegó, y aunque quisiera irme ya, todavía tengo algunos pendientes por revisar y no quiero llegar a inicio de semana cargado de trabajo.

Me quedó en la oficina con mucho papeleo en el escritorio, mis ojos arden un poco, estoy queriendo dormirme así que salgo para ir por un vaso de café y al entrar en el pasillo veo a Bianca sentada ordenando carpetas.

Fruncí el ceño y me acerqué a ella.

-Ya deberías irte, ya ha pasado media hora desde la hora de salida de todos- le digo mirando el reloj de la pared.

Ella me mira y se inclina sobre su escritorio mostrando involuntariamente su escote, y yo lucho por no bajar la mirada.

A veces creo que incluso lo hace a propósito.

-Está bien no importa, no tengo nada mejor que hacer, nadie espera por mí- me habla sin importancia. -¿Aún tienes mucho que ordenar?-

Asiento con la cabeza.

-Entonces iré a ayudarte así podremos irnos más rápido y que te parece si después de esto me invitas a cenar- me sugirió con demasiada confianza como si fuéramos grandes amigos.

No entendía porque hizo esto, ella sabía perfectamente que su jefa era mi novia y se lo recordé.

-No puedo, ya tengo una reservación para cena de dos con mi chica-

Bianca levantó las cejas y se despegó de su silla.

-Ah bueno no importa, tu y yo podemos salir después ¿no crees?- insistió y negué de inmediato.

-No, no creo porque tu y yo solo somos compañeros de trabajo- dije firme. -Nada más-

Ella me dió una sonrisa.

-Sí y yo no estoy diciendo lo contrario- se levantó y quedó frente a mí estaba demasiado cerca. -Eres más guapo mirándote de cerca, tienes unos lindos labios-

Intenté no hacer ningún movimiento incluso aguanté la respiración.

Ella me quitó el vaso con el que preparía mi café y se dió la vuelta para hacerlo ella.

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