Capítulo 84.

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Rebecca:

Marzo 02, 2029.
Verona, Italia.

Es de mañana y estoy alistándome como puedo, los dolores en mi espalda son más leves y eso me permite moverme un poco más.

-¿A dónde vas?- me pregunta Lucía entrando en mi habitación. -No puedes irte sola-

La miro por el espejo.

-Iré a buscar a Gabriel, necesito hacer algo para traerlo conmigo e iniciar con los trámites de adopción-

-Él tiene un padre, ¿es posible que puedas adoptarlo?

-No lo sé, por eso es que iré a investigar- respondí de mala manera a su estúpida pregunta.

-Estás exagerando, él ni siquiera es tu responsabilidad-

Me hizo enfadar con sus estúpidos comentarios y la miré mal de inmediato.

-¡No hables sobre lo que no entiendes! ¡Cierra la maldita boca si no tienes algo bueno que decir!- le grité. -¡Y te quiero fuera de mi habitación! ¡Largo ni siquiera me mires!-

Lucía me miraba extrañada, jamás le había gritado de esta manera pero esta vez me sacó de quicio y el estrés solo me hacía explotar más.

-¡¿Qué pasa?!- nos dijo Sofía parándose en la puerta. -Puedo escuchar tus gritos hasta el otro lado de la ciudad-

-¡Pasa que nadie entiende nada! ¡Pasa que todos son unos idiotas! ¡Pasa que quiero un puto segundo de paz!- me exalté. -¡Quiero que dejen de cuestionarme! ¡Quiero que dejen de decirme que es lo que debo hacer o no!-

-Tranquilízate, todos estamos muy alterados con todo lo que sucedió, sé que tu un poco más pero no puedes ir desquitando tu frustración con el mundo- Sofía me hablaba con tanta paz.

No entendía como ella siempre se mantiene tan positiva.

-¡No estaré tranquila hasta no ver a Gabriel!- dije. -Tengo que ir-

-Deja que alguien vaya contigo.

-Déjame acompañarte- me susurro Lucía. -Si quieres cuidar de él está bien, si quieres solo verlo está bien-

La miré entre cerrando los ojos.

-¡No necesito que me digas lo que debo hacer o no, y no me importa si quieres venir o no, no te necesito!-

La vi con ojos llorosos y salió de la habitación en silencio.

-Estás siendo demasiado grosera. ¿Qué pasa contigo?- dijo Sofía poniendo los brazos en jarras. -Estoy segura que ahora se fue a encerrar para poder llorar-

Me estaba comportando como una perra insoportable. Y ni yo misma me aguantaba.

-No me importa- Hablé tomando mi cartera. -Cierra la puerta al salir-

Bajé despacio las escaleras y Demián estaba ahí sentado en el sofá mirando su móvil.

-¿Puedes hacerme un favor?- Pregunté antes de bajar el último escalón.

Se levantó y caminó a mi con prisa.

-¿Qué necesitas?

-Ir a donde Gabriel. ¿Puedes llevarme?

-Sí, pero te advierto que hay prensa aquí afuera.

-Ya lo sé, los vi desde la ventana-.

Demián buscó las llaves del auto y despacio salimos a donde estaba, me ayudó a subir a el y al estar en la avenida un par de reporteros nos prohibieron el paso, acercándose a mí ventanilla.

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