Rebecca:
Cadiz, España.
Febrero, 2029.Llamé y dije todo lo que Dante me ordenó, Lucía lo fingió muy bien al "creerme" solo necesito esperar y sé que ya no falta demasiado.
<<¡Tendré mi libertad otra vez!>>
Es inicio de semana, Dante se ha tomado una ducha, Gabriel está practicando el piano y yo solo me siento al lado de él escuchando sus dulces notas.
-¿Quieres intentarlo?- Me pregunta el pequeño cuando nota que lo observo.
-No sé hacerlo.
-¡Yo te enseño!
Pasa sus delgados y pequeños dedos sobre las teclas, mostrándome con lentitud como es que se hace y yo mantengo toda mi atención en sus movimientos y seguido mis dedos también presionan las teclas sin que Gabriel deje de guiarme.
-Necesito demasiada práctica- Le digo cuando me equivoco en una nota.
-Sí mucha, pero yo seré tu maestro- Me sonríe orgulloso.
-Entonces sigue con tu clase por
favor- bromeo siguiéndole el juego.Gabriel mueve los dedos con rapidez haciendo música y mis ojos no dejan de verle y me hace fruncír el ceño al no entender como lo hace.
El sonido del timbre nos hace distraernos, alguien está llamando a la puerta y me debatía internamente entre ir y abrir o esperar a que se cansé de esperar y sé vaya. Me decidí por lo primero, no creo que se ocasione un problema solo por una visita.
-Sigue, ya vuelvo- Le ordené al pequeño y me levanté para ir hacía la puerta.
Tomé la manija y jalé de ella encontrándome con el hombre de la fiesta pasada y del cual me olvide de su nombre.
-¡Pero que grata sorpresa!- Me sonrió y ahí estaba su acento español bien marcado. Arrugue las cejas intentando recordar cuál era su nombre pero nada. -Rebecca, un nombre tan dulce como tu-
Asentí despacio.
-¿Y tú eres?...- Pregunté arqueando una ceja.
-¡Armando!- Dijo de inmediato. -No soy fácil de olvidar, ¿cómo pudiste hacerlo tu?-
-Lo siento, no soy buena memorizando-
-Te visitaré más seguido para que así ya no te olvides de mi nombre-
Me hablaba con un tono sugerente que me incomodaba, y de inmediato me arrepentí de haber abierto esa puerta.
-¿Qué necesitas?- Dije tajante.
Armando me miró levantando las cejas.
-Eres tan apática.
-Solo con los desconocidos como tu.
Armando estuvo a punto de abrir la boca otra vez pero la voz de Dante diciendo mi nombre por detrás me hicieron voltear la cabeza para verle.
Él se acercaba a mi con el cabello húmedo y desordenado, y el aroma de su loción que me mataba. Lo miré a detalle y ahora me parecía más atractivo de lo normal.
Los pensamientos intrusivos me comían. Solo quería cerrarle la puerta al imbécil que vino a interrumpir y encerrarme con Dante en la habitación.¡Dios mío! Me sentía tan caliente, creo que es por esa etapa de cada mes en que me siento tan necesitada de contacto físico.
-¿Ahora que quiere este idiota?- Me susurró y yo levanté los hombros porque tampoco sabía que era lo que quería.
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On The Line
FanfictionRebecca, hija de un matrimonio dedicado a la ciencia y fanática de Michael Jackson se propone crear la primera máquina del tiempo y al paso de dos años lo logra teniendo como objetivo ayudar a evitar las desgracias en la vida del Rey del pop con ayu...