Capítulo 92.

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Michael Jackson:

Me había sentido observado aún cuando estaba dormido y al abrir los ojos estaba solo en la habitación.
Quise levantarme de la cama pero pude escuchar voces en el pasillo, no entendía lo que decían, igual no quise interrumpir y esperé a que todo quedara en silencio otra vez para poder salir, tenía sed y necesitaba un vaso con agua.

Al levantarme de la cama me acerqué a la puerta y abrí, miré en el pasillo y estaba solo así que me dirigí a las escaleras y caminé hasta la cocina, había luz todavía pero lo extraño es que no había nadie aquí. Tomé mi vaso de agua y salí al jardín, ya había dormido un poco y no tenía ganas de hacerlo otra vez así que pasaría un rato aquí solo, lo que me daría tiempo de pensar en que hacer después.

Algo que me abrumaba un poco era el saber que tal vez mi esposa ha vuelto y ni siquiera sabe en donde estoy. Tal vez estará preocupada por mi y muy probablemente también demasiado molesta por haberme desaparecido de la nada.

<<¡Ya no importa! Lo arreglaré después>>

Había poca luz aquí así que me senté sobre el césped escuchando el sonido de un grillo y algo de tráfico en las calles. Estaba en dirección a la entrada de la casa y a lo lejos escuché un sonido un tanto escandaloso.
Miraba atento y en seguida la vi, era ella, tomé una respiración muy profunda y quise sonreír. Rebecca, la castaña, estaba igual de bella a como yo la recordaba, tenía el cabello un poco más largo pero en todo lo demás yo la veía exactamente igual parece que no había hecho muchos cambios.

Quise acercarme y estaba decidido, pero al mismo tiempo pensaba en qué le diría, tendría que decir: "¡Hola ¿Cómo estás?" O algo como: "Oye llevo tiempo buscándote y tu siempre me evades"
El nerviosismo se apoderó de mí, era como si esta fuera la primera vez que la veía a pesar de conocerla bastante bien. Es como si fuéramos dos perfectos desconocidos.

Me levanté y me quedé a observarla, parecía muy alterada, estaba discutiendo con alguien por teléfono, incluso comenzó a gritar molesta. Estaba teniendo una rabieta parecía que no podía controlarse y con pasos lentos y un tanto silenciosos me acerqué a ella, tenía dos probabilidades. 
Uno; ella podría mandarme al diablo.
Dos; me dejaría hablar y aclarar todas nuestras dudas.

-¿Quien te ha puesto tan mal- Pregunté detrás de ella.

Estaba llorando pero lo hacía bajo, como si llorar fuera algo malo para ella.

Su mirada era de sorpresa, no me respondió solo se quedó ahí congelada, con los ojos mojados parecía tambalear en su lugar. Me causaba pena verla tan mal, quisiera poder ayudarla pero no puedo hacer nada si ella no me dice que sucede, solo limpié sus lágrimas con mis pulgares los pasé con delicadeza por debajo de sus bellos ojos avellana.
Seguía mirándome y de un momento a otro sentí como me acercó a ella en un abrazó fuerte, ella me apretaba por la espalda y escondió su cara en mi pecho,  lloró aún más y sentí como sus lágrimas humedecieron mi delgada playera, no me molestó, quería ser su consuelo en este momento y la dejé deshaogarse. Correspondí a su agarre y la enrrede con mis brazos, quisé tranquilizarla acariciando con suavidad su cabello, pasamos así unos minutos más hasta que ella parecía estarse recuperando, intentaba controlar su respiración pero seguía escondiéndose, no dije nada, no quería presionarla, le daría todo el tiempo hasta que estuviera bien.

-Lo siento no debí- se disculpó sin levantar la cara, y sin soltarme todavía. -Tengo tantas emociones juntas que no sé que hacer. Solo necesitaba un simple abrazo. Discúlpame otra vez- me decía entre sollozos y voz entrecortada.

-No debes disculparte por sentir, está bien puedes llorar todo lo que quieras yo estoy aquí- Ella levantó la cara y pude ver sus ojos enrojecidos y húmedos. -Ven- Estreche su mano y la lleve a la banca que estaba ahí. -Siéntate conmigo y dime que pasa-

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