Mezclando el futbol con las canciones de Taylor para hacer una historia completamente ficticia, pero llena de emoción.
A veces la vida da giros extraños, te golpea y te hace creer que lo mereces, para luego devolverte a ese lugar seguro que creías...
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El pelirrojo miraba fijamente la computadora, estaba completamente abstraído del mundo real mientras le hacía los últimos arreglos a la canción que su amiga debía cantar en menos de tres horas. Esto de ser el productor de una artista con tanta demanda se volvía cada vez más dificil, pero él disfrutaba cada paso.
Mientras tanto, la mujer rubia de cutis perfecto utilizaba el rostro de Olivia como un lienzo, destacando la belleza natural de la morocha con bases, polvos y rubores.
El cabello color azabache de la morocha contrastaba con su piel blanca que había logrado obtener un poco de color después de pasar casi un mes en un país tan caluroso como Qatar. Pequeñas pecas asomaban en su rostro mientras que sus pómulos tomaban un color rojizo natural que la volvía incluso más hermosa.
Ella reía junto a la rubia, conversando de la vida y de sus experiencias amorosas fallidas, ya se conocían muy bien. Luz, la rubia, era la maquilladora de Olivia desde que ella tenía apenas 15 años. Con sus treinta y algo encima, la mujer se había ganado el corazón de Olivia, haciendo que ella vuelva a elegirla una y otra vez para estar en su equipo.
Ed ignoraba la conversación, estaba inmerso en guitarras, bajos y baterías, intentando que todo quede perfecto para la presentación que iba a ser recordada como una de las más importantes de la carrera de la morocha. No cualquiera logra cantar en la apertura de la final del mundial de la FIFA.
Su cabeza estaba en la zona hasta que un sonido molesto empezó a desconcentrarlo. Escuchaba las vibraciones como si le estuvieran taladrando la cabeza, y parecía ser el único que se daba cuenta de su presencia, ya que las otras dos seguían conversando como si nada.
Ed suspiró con frustración, odiaba que lo desconcentren.
- Te está vibrando el celular, Liv. - Dijo sin levantar la vista, esperando que la morocha pueda hacer desaparecer la fuente de su distracción.
Ella lo miró por un segundo mientras procesaba lo que le decía, antes de modular un perdón y hacerle una mueca a Luz por el reto que acababa de llevarse por parte de su amigo. La rubia rió suavemente y dejó atrás sus brochas para darle espacio a que la morocha responda.
El teléfono estaba justo sobre el mueble color blanco en que descansaban todas las paletas de colores, brochas, bases y demás maquillajes. La vibración hacía que todo eso se mueva y genere un sonido grande que podía distraer a cualquiera, excepto a Olivia que estaba muy ocupada riendo.
Ella se estiró para tomar el aparato y miró la pantalla. Su nariz se arrugó con asco al ver quien estaba llamando, era una reacción casi instintiva que se le generaba cada vez que esa persona la contactaba. Miró al techo mientras daba un gran suspiro antes de mirarse a ella misma en el espejo con una sonrisa completamente falsa en un intento de juntar fuerzas para afrontar esa conversación.
