Mezclando el futbol con las canciones de Taylor para hacer una historia completamente ficticia, pero llena de emoción.
A veces la vida da giros extraños, te golpea y te hace creer que lo mereces, para luego devolverte a ese lugar seguro que creías...
HERMANAS!!! lo prometido es deuda, me alegraron la noche asi que les dejo otro capitulito. Espero que lo disfruten, muchas gracias por el apoyo.
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25 de Junio, 2021
Olivia salió de la habitación con Julian siguiéndola paso a paso, Lionel le había dado las llaves de su auto para que se la lleve lejos.
Los dientes de la morocha rechinaban de tanto rasparlos unos con otros de la bronca que tenía, le dolía el brazo, la mejilla y sentía como su cuello estaba aún sensible del agarre de su ex novio. No podía creer que él haya reaccionado de esa manera, no podía entender cómo no logró safarse antes.
Estaba enojada consigo misma, por haberse rebajado tanto como para haber permanecido al lado de una persona tan mala. Negaba con su cabeza, no podía creer lo que le estaba sucediendo. Aún sentía las manos de él sobre ella y se sentía asquerosa. Las lágrimas aún estaban en el borde de sus ojos, luchaba con todas sus fuerzas para no dejarlas salir, no quería darle el gusto.
Salieron del hotel hacia el estacionamiento, que se encontraba justo al lado del salón en el que habían estado festejando apenas horas atrás. Olivia robó una botella de vodka a medio tomar que descansaba sobre una de las mesas, había sobrado de la fiesta y ahora realmente necesitaba un trago.
Sostenía su vestido para que no entorpeciera su paso mientras con la otra mano inclinaba el pico de la botella a su boca. Las lágrimas habían ganado la batalla y comenzaron a esparcir el rimel por toda su cara.
Entraron al enorme estacionamiento, habían más de sesenta autos en ese lugar y ninguno de los dos sabía cuál era el de Lionel. Julian apuntaba la llave y apretaba el botón de desbloqueo a todos los autos, hasta que uno de ellos reaccionó. Era un Range Rover negro.
Olivia se subió en el asiento del acompañante mientras Julian rodeaba el auto. Aún con la mano temblorosa logró meter la llave en su lugar y arrancar el auto, alejando a Olivia de esa tortura.
La morocha movía sus piernas de la ansiedad que tenía, y tomaba trago tras trago de vodka puro, haciendo que su garganta le queme. Quería gritar, llorar, golpear, descargarse. Pero no iba a hacerlo con Julian ahí.
El cordobés empezó a manejar por toda la ciudad, apenas eran las 6 de la mañana, por lo que la gente recién estaba comenzando su día. Luego de unos 15 minutos manejando en silencio, donde sólo se oía a Olivia aspirar sus propios mocos y empinar la botella, lograron alejarse de la ciudad, pasando por un puente que cortaba un hermoso canal.
En esa zona ya casi no había nadie, apenas un par de casas sueltas entre el camino, estaban a las afueras de París. Por suerte, el hotel que Leo había reservado no quedaba en una zona muy habitada, por lo que pudieron alejarse rápidamente.
- Frena el auto. - Pidió Olivia, haciendo que Julian la mire y obedezca rápidamente, no quería amargar más a la morocha.
Olivia se bajó del auto dando un portazo y camino unos metros bajo la mirada de Julian, que no le quitaba los ojos de encima. Estaban justo en la salida de un puente, no había más que agua y pasto a sus alrededores. No había señales de autos o civilización por esa zona.
