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Había sangre en su ropa, en sus manos, sus dedos dolían y su respiración estaba agitada.

Aún así, SooBin no dejó de golpear al rehén que estaba frente a él, uno de los tipos de Oh qué habían logrado encontrar.

—¿¡DÓNDE ESTÁ!? —preguntó a los gritos, agitado, habían pasado tres días ya y había movido a todos sus contactos para buscar a YeonJun pero no había una respuesta aún.

—N-no sé... —mintió el alfa casi desmayado, jadeando, su nariz estaba desviada, la sangre corría por su cara.

—¿¡DÓNDE ESTÁ, MALDITO MENTIROSO!? —preguntó de nuevo pateando su cara, el alfa cayó inconsciente con ese golpe, SooBin gruñó, tenía ojeras, había dormido muy poco en esos días.

Se alejó, cerrando la puerta del sótano, subió mirando a todos sus hombres, preparando paquetes de cocaína, los pasó de largo entrando al baño del lugar. Se miró en el espejo mientras lavaba sus manos de la sangre, sintió ardor, sus nudillos estaban rotos.

En tres días él conocía una cantidad exhuberante de torturas y cosas que se podían hacer. Estaba preocupado.

Tragó grueso, pasando el agua por su cara, salió dando un portazo también.

—Investigen por los hospitales de toda la ciudad si hay registros de abortos o atención de emergencia... —ordenó a uno que asintió antes de ponerse en marcha.

Si lo golpeaban o sometían a consumo de drogas, podían provocar un aborto y si pensaba bien, a Oh no le convenía que YeonJun muriera si pensaba en hacer un negocio con esos tres omegas, y si ya se había provocado el aborto obligatoriamente tuvo que ir a algún centro de salud para evitar la muerte.

Confío en ti, SooBin. Esas eran palabras que no lo dejaban dormir que se habían clavado en él, en su pecho y lo impulsaban a hacer hasta lo inimaginable para tenerlo con él.

O mínimo, que estuviera sano y salvo.

—Jefe, ¿Necesita que lo acompañemos? —preguntó uno de sus hombres, SooBin negó recargando un arma que dejó entre su ropa, su pantalón específicamente.

—No, voy sólo —negó dando unas últimas órdenes de a dónde y a quien entregar las drogas antes de irse, conduciendo con rapidez a un edificio en particular, del otro lado de la ciudad.












[...]


















Luego de dos días enteros sin dormir y trabajando en la agencia, decidieron enviarlo a casa, dándole relevo en su trabajo por un día. La búsqueda estaba siendo ardua, pero a pesar de todos los esfuerzos, la tardanza era desesperante.

—¿Por qué no comes, chiquito? —preguntó TaeHyun mirando a Príncipe acostado frente al plato de comida, lloriqueando, se agachó y acarició al pequeño que se dejó hacer.

Esos dos días, la señora de limpieza se había encargado del cachorro sin problemas.

TaeHyun suspiró tomando asiento en posición de indio, dejando a Príncipe en su regazo.

—Tienes que comer o mi ojitos estará molesto contigo cuando vuelva —le habló con dulzura al cachorro mientras le estiraba el plato de comida, el pequeño comiendo de inmediato ya que estaba en el regazo del alfa y el mismo alfa le sostenía el plato a su altura. Consentido.

TaeHyun suspiró de nuevo acariciando el pelaje del cachorro.

Estaba tan arrepentido de meter a BeomGyu en esa misión, sentía culpa que no lo dejaba dormir, y tanta impotencia de no poder encontrarlo tan rápido como quería.

Twisted Strawberry || TaeGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora