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Maratón 3/3














Dos meses después.













































Otra mañana en el restaurante, cada día se adaptaba más a la dinámica de tiempo completo, y ahora con dos meses en el puesto, era todo un experto en el área y se desenvolvía como los gerentes querían.

Los comentarios seguían corriendo por las salas de descanso, así como algunas miradas de desprecio, aún así, ignorar era su mejor virtud en su empleo.

—Cariño, queremos una mesa para cinco —pidió una mujer de mediana edad, vestida con la elegancia que se necesitaba para estar en ese restaurante, BeomGyu le asintió con una sonrisa, buscando la mesa para ella, más atrás, el grupo de mujeres entró.

—Bienvenidas —habló, tomando las cartas para dejar una a cada mujer, una de ellas lo observó fijamente, pero él no se dió cuenta— Estaré atentos a su pedido, y lo que deseen, pueden llamarme cuando gusten.

—Eres muy amable, gracias —agradeció una leyendo con concentración.

—¿No nos puede atender alguien más? —preguntó una voz que causó un escalofrío en el omega, BeomGyu volteó a la voz, abriendo de más sus ojos.

Era su mamá.

Y-yo... —se trabó un poco, mirando directamente a la mujer, a los ojos, azules igual que los suyos, con algunas arrugas alrededor, con más edad obviamente.

—¡Pero es un amor! Y muy guapo —señaló otra con una risa. BeomGyu miró a las mujeres, ninguna eran las antiguas amigas de su madre y tal vez por eso no lo reconocían.

Y también por el hecho de que la mujer negó la existencia de un hijo.

—Puedo atenderlas perfectamente, estoy capacitado —afirmó dejando sus manos frente a él, hablando con seguridad, pero su corazón latía rápidamente.

Su madre solamente lo ignoró con una mueca de disgusto, ordenando entre dientes y sin dirigirle la palabra en todo el momento que las atendió.

BeomGyu las atendió como siempre, tragando grueso cada que debía acercarse a su madre.

Tantos años sin verse, ¿Y se iban a ignorar como si nada?

Su relación con su madre se había roto desde hace años, desde el momento en el hospital no sabía nada de ella, y la única vez que logró contactarla para invitarla al funeral de su hijo, la mujer siquiera contestó su mensaje.

No debía pensar en ella si no era mutuo, debía ignorarla de la misma manera.

Pero dolía, le dolía y le seguía doliendo que fue ignorado y abandonado por una persona de la que esperaba por lo menos un abrazo, palabras de comprensión, o compañía.

Tal vez él no fue un buen hijo, y tal vez ignoró a su madre con su relación con Mark, pero no esperaba una reacción de ese tipo.

Con el tiempo, pensó que lo había olvidado y dejado de darle importancia, pero ahora que tenía a la mujer en frente, riendo con sus amigas y él sólo podía observar de lejos, sabía que sólo estaba escondiendo un dolor, ignorando un sentimiento.

Muy en el fondo de él, anhelaba un abrazo de su madre, anhelaba que le dijera lo fuerte que había sido, no esperaba que la mujer justificara su vida ni sus acciones porque sabía que había hecho mal y no se había comportado bien, se había equivocado.

Twisted Strawberry || TaeGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora