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Cuatro meses desde que su sentencia había llegado, aún no tenía derecho a visitas y siquiera tenía información de YeonJun o de su embarazo.

Quería pensar que seguía embarazado y su sentencia sería hasta el nacimiento del bebé, justamente se cumplían cuatro meses según la cuenta que él llevaba en una esquina de su cama, en uno de los barrotes de metal, lo marcaba con tiza que había conseguido por buen comportamiento y por medio de un oficial.

Le habían dado derecho a escoger un objeto, y eligió una tiza de color blanco.

Todos los reclusos a su celda, reclusos a sus celdas para chequeo —avisó una bocina por todo el lugar y por todos los pisos, dejó la tiza en una ranura, mirando al hombre que abría la reja de la celda.

Rodó los ojos, mirando a su compañero de celda, escupir en una esquina un líquido blanquecino mientras se arreglaba la ropa.

Oh cerró la reja a sus espaldas, volviendo a escupir semen mezclado con saliva dentro del lavabo que era de ambos.

—Carajo... —bufó arrojándose en la cama de SooBin con un quejido, el alfa frunció el ceño y se hizo a un lado, viéndolo con desprecio.

—Hueles asqueroso —espetó cruzando los brazos, Oh volteó a verlo, la camisa del uniforme color beige estaba mal abrochada, se veían chupetones desde el cuello hasta el pecho, de diferentes tonalidades, tenía labios hinchados, y el aroma a sexo era innegable, las feromonas de alfa nunca se iban ni con un baño.

Luego de su recuperación, Oh había sido apodado y elegido como la mascota de la cárcel, con ese tiempo que llevaban, ya había pasado por todas las celdas y por todos los pisos, siendo doblegado como alfa, usado a gusto de uno o más de los reclusos, simplemente como un juguete.

Muchas veces había caído rendido, desmayado, había suplicado descanso, pero nadie se lo había concedido.

“¿Tú diste descanso cuando te lo pidieron, maldito?”

“¿Tú te detuviste cuando te lo pidieron?”

Su mayor crimen lo perseguía, y día a día sufría las consecuencias, casualmente era el único en ese lugar que tenía ese crimen tan específico y lo hacía más duro.

Sólo había una persona que no le había puesto una mano encima.

Su compañero de celda, SooBin.

—Me duele todo... —murmuró mirando al oficial pasar, revisando celda por celda.

—Te lo mereces —señaló arqueando una ceja, no soportaba la presencia de Oh, y agradecía que la mayoría del día estaba en otras celdas, porque si no sería lo peor.

—Ah, ¿Ahora eres un santo? Oh, que glorioso, Choi SooBin, eres una basura igual que yo —señaló mirándolo con el ceño fruncido.

—Ah ah —negó con la cabeza— Tengo mis crímenes, pero no caigo tan bajo, no soy un miserable... El más miserable de este lugar eres tú...

—¡Ja! ¡Claro, claro! Cállate la boca y deja de creerte tan perfecto que estamos en el mismo hueco —señaló acostándose en la cama, suspiró cerrando los ojos, SooBin volteó a verlo unos segundos antes de rodar los ojos.

—Vete a coger con cualquiera por ahí, no te soporto...

—Estoy cansado de esta mierda... —bufó, cansado, adolorido, sintiendo la humillación consumirlo, el como siendo un alfa igualmente lo doblegaban, como tenía que arrodillarse y dejarse hacer.

Porque si no, le iría peor.

—Así no decías cuando lo violaste —señaló SooBin sin inmutarse cuando Oh se levantó, golpeando la pared a un lado.

Twisted Strawberry || TaeGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora