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Un sábado en la noche, un día en dónde el club tenía más ganancias y movimientos, dónde más clientes había.

Ese día, BeomGyu recibió un fajo de billetes de la más alta denominación, el jefe golpeó el fajo sobre su escritorio.

—Tu pago —bufó el jefe, BeomGyu tomó el fajo, pasando su dedo por los billetes, contando superficialmente para sacar un aproximado— Sólo por hoy.

—¿Qué hay de especial hoy? —preguntó arqueando una ceja, sin quitarle la mirada al fajo de billetes, contando mentalmente. El jefe suspiró arrojándose a su silla de cuero, encendiendo un cigarrillo, BeomGyu cambió su peso de pierna a la derecha.

—Una despedida de soltero, son de una familia rica y no les voy a ofrecer a los más usados.

—Entonces no entro en la ecuación —alzó los hombros arrojando el fajo de vuelta al escritorio para darse la vuelta, el jefe rió, soplando el humo hacia arriba.

—Eres la atracción principal, ojitos.

—Ujum, ¿A quién me tengo que coger? —preguntó frunciendo el ceño, la situación no era muy alegre para él, no le emocionaba ni un poco.

Pero no podía negarse.

Menos cuando ese fajo de billetes tenía un aproximado del doble de lo que lograba hacer en un mes.

—A cualquiera de esa familia, uno, dos, tres... Los que quieras, darás dos espectáculos y realizarás servicio de barra hasta que alguien te escoja, eso es todo, llegarán a las doce —informó arrojando las cenizas del cigarro al suelo, BeomGyu tomó el fajo de billetes con brusquedad— Tu turno acaba a las cinco.

—Carajo, ¿Me quedo limpiando también? Mi turno hoy es hasta las tres.

—Dos horas más, dos horas menos, te estoy pagando, BeomGyu —señaló el alfa con el ceño fruncido— No te estoy pidiendo un maldito favor, soy tu jefe y si crees que tienes la potestad de quejarte, recuerda que eres uno más de aquí, no tienes tantos privilegios —bramó con molestia, el omega se dió la media vuelta, arrojando la puerta a sus espaldas, encaminando sus pasos a los camerinos para poder cambiar su atuendo y mentalizarse hasta las doce que empezaría todo.

Por otro lado, el jefe Choi tomó su teléfono, mirando la hora y luego los mensajes, fumó con su mano izquierda, usando la derecha para abrir los mensajes y responder, solamente escribiendo con su dedo pulgar.

Otro teléfono vibró en sus bolsillos, arrojó el que tenía en la mano al escritorio y sacó el otro de su saco.

—Buenas noches, hermoso...

¿Qué harás hoy en la noche?

Supervisar una despedida de soltero, hasta las cinco —contestó apagando el cigarro y arrojándolo en el mismo cenicero, se meció en su silla, sonriendo de medio lado mientras escuchaba la voz del otro lado— Puedes venir y disfrutamos aquí... Soy el jefe, si no recuerdas.

El jefe es tu papá, SooBin, no quieras pasarte de listo conmigo —bufó el otro, el alfa sonrió.

—Soy el dueño, mi papá está fuera del país y lo sabes...

Llegaré pronto, más te vale no estar con ninguna perra...

Claro que no, precioso —y sin más, colgó el teléfono, guardando el aparato en su bolsillo para seguir escribiendo el mensaje en el otro aparato.

Esa noche, una familia había pagado hasta el último centavo que se les pidió por alquilar todo el local, todos los servicios, los empleados que ofrecían, todos lo que había, por 6 horas.

Twisted Strawberry || TaeGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora